Leí el ensayo sin tener ninguna expresión en mi cara, pero teniendo un sentimiento increíblemente inexplicable en el corazón. Cada palabra me hacía sentir mal, me hacía sentir confundida por aún no entender si Drake era el bueno o el malo de la historia. Por experiencia, prefiero ni siquiera saberlo y no acercarme nunca más.
Solo dejé el ensayo sobre el escritorio de la profesora cuando terminé y salí del salón.
Los días pasaron, y el 14 de octubre finalmente llegó. Había estado la mayoría del tiempo con mis padres y ellos también me acompañaron a comprar el vestido con Carmen y su mamá, la cual me cayó muy bien.
Todos estos días, obvio, sin dejar de pensar en el maldito ensayo con palabras bonitas.
Algo grasiosísimo sobre este asunto fue, que la habitación en la que estaban mis padres, era exactamente la misma en la que le dije a Drake la verdad sobre mi carrera y donde estuve a tres prendas de ropa de perder la virginidad.
Me ví en el espejo de la habitación con el hermoso y largo vestido verde oscuro de terciopelo haciendo juego con sandalias de tacón negras. El cabello solo lo tenía suelto, me maquillé un poco con tonos claros y puse como último accesorio un collar con una "M".
-Estás tan preciosa, bebé- dijo mi mamá acercándose a mi por detrás mirando al espejo.
-Gracias- respondí sonriendo.
Ella tenía un vestido blanco largo en mangas cortas y una chalina de encaje del mismo color. Porque, obvio, ambos irían como chaperones.
-No te pregunté si alguien te invitó al baile- soltó. Mi sonrisa se esfumó y me di vuelta para mirarla de frente- Como por ejemplo... ¿Ese chico que nos ayudó el otro día?- tenía esa sonrisa pícara de querer arreglar mi vida amorosa a su conveniencia.
-No, mamá, claro que no- contesté reboleando los ojos- Ya te lo dije, lo conozco de algunas clases. Nada más- mentí- Voy a ir con mi mejor amigo, Bryan, en el cual no tengo ningún interés.
-Está bien.
Mí papá salió del baño ya cambiado con el clásico traje y salimos de la habitación dirigiéndonos al salón de bailes formales de la universidad.
Una vez afuera de este, vi a Bryan y Carmen en la puerta esperándome como habíamos acordado. Cuando ambos notaron que me acercaba, sonrieron.
Bryan tenía un traje en un tono azul claro, camisa blanca y corbata negra, se veía increíblemente bien. Carmen, como ya sabía, tenía un vestido corto con algunos bolados en un fuccia oscuro muy bonito, combinado con zapatos plateados.
-Entren, iré en un segundo- les dije a mis padres.
-¿Segura?- preguntó mí papá y asentí.
Ambos desaparecieron por la puerta y terminé de acercarme a mis amigos.
-Max... Wow- Bryan me miró de arriba a abajo y me agarró la mano para darme una vuelta- Estás... hermosa.
-Tu también te ves muy bien- contesté sonriendo- Y tu cada vez te vuelves más y más preciosa, Carmen.
-Tu ganas, amiga- complementó. Vio a Félix a unos metros y le hizo una seña con la mano mientras corría hacia él.
Mi amigo me ofreció el brazo y yo lo entrelacé con el de él para entrar al gran salón.
Ya de afuera se escuchaba el eco de la musica y, al atravesar la cortina de tiras doradas, me encontré con una bola disco girando con lentitud en el techo, muchísimo alumnos, mesas en los costados llenas de comida de todo tipo, un escenario, escaleras que llegaban a un segundo piso con balcones, y carteles con las letras correspondientes de todas las casas colgados desde el techo.
Inmediatamente, noté que Steve, con un lindo traje gris, y Wanda, con un elegante vendido negro por las rodillas con encaje, se acercaban a nosotros sonriendo.
-¡Ah! Me encanta tu vestido- exclamó ella.
-A mí también el tuyo- respondí sonriendo.
Después de acomodarme y acostumbrarme al ambiente, me dio un poco de sed, así que, fui a la gran mesa a agarrar una botella de agua (no quería averiguar por las malas que había en el ponche), Wanda me siguió también e hizo lo mismo.
-Es divertido, ¿no?- preguntó sobre la música.
-Si...- contesté simplemente. Aún no había visto a Drake y no sé si eso era mejor o peor a estas alturas. No lo había visto realmente en días y... me desesperada bastante.
-Hola, chicas- escuché y ambas volteamos en esa dirección.
-Hola, Miles- dijimos al unísono.
Tenía un traje negro con, como nos había dicho, "Delta" y "Gama" grabadas en el bolsillo del blaizer. Estaba muchísimo más atractivo de lo que solía estarlo.
Se puso a mí lado apoyándose en la mesa y comiendo un canapé.
La música cesó de repente y las luces se atenuaron. Solo un reflector se pozó en la puerta principal mientras todos hacían un pasillo.
-Ay, Dios, no puedo creer que haya sido en serio- se quejó Miles como una burla ridícula. Claramente, sabía que lo que sucedía.
-¿Qué?- pregunté confundida.
-¡Nos complace presentar a la familia que hace todo esto posible!- escuché la voz de la directora en los parlantes- ¡La familia que siempre hace lo mejor por nosotros y se hace responsable!- siguió. Se la sentía entusiasmada- ¡Con ustedes: Walter, Cher y Drake Marxwell!
ESTÁS LEYENDO
Las hermanas Omega 💌 La aventura de crecer
Teen Fiction"Regla número 1: Somos nosotras cuatro y solo nosotras. Regla número 2: No podemos decirle a nadie. Regla número 3: Todos los martes 1:35 AM detrás del arbusto a dieciséis metros de la casa Delta. No antes, no después, no otro día. Regla número 4: N...