Capítulo 52

14 2 0
                                    

Agarré mi mochila y salí de la casa lo más rápido que pude. No puede ser, no puede ser.

Mi sonrisa no se iba por nada del mundo y me puse a pensar en simplemente Drake.

No es como todos dicen. Las personas pueden cambiar. Perdió al amor de su vida. Está roto por dentro y necesita hacer algo para llenar un vacío.

Entré a Delta Gamma y subí las escaleras como si yo fuera la dueña del lugar. Nada me importaba, solo una cosa estaba en mi cabeza.

La habitación de Drake y Jackson estaba abierta, así que me metí y toqué la puerta del rubio con desesperación.

Pocos segundos después, esta se abrió, tiré la mochila al piso y me lancé encima del chico para besarlo. Enrollé mis brazos en su cuello y lo hice. Fui mucho más brusca de lo que pretendía, pero no me importo.

Me separé solo para sonreírle y negar con la cabeza.

-Estás demente- solté- En serio, Drake, ¿un telescopio? Es... Es...

-Lo que querías- completó. Yo no sabía como, estaba demasiado sorprendida y embobada para pensar en el adjetivo correcto.

-Pero... ¿Por qué? Yo...

-Odio que hagas preguntas que no tienen respuesta- me agarró de la cintura y finalmente me devolvió la sonrisa. Esa tan característica de él que hacía que te derritieras y le rogaras todo- Solo acepta el maldito regalo que tanto querías y sigue adelante, ¿si?

Se separó de mí y fue hasta su escritorio. Ahí es cuando pude poner atención a su cuarto por primera vez.

La habitación estaba pintada de rojo oscuro con techo negro. La cama tenía los mismos colores y era igual de grande que la mía. En vez de una mesita de noche tenía una cómoda de madera. Del lado donde estaba el baño, había un escritorio lleno de papeles y algunos cuadernos. También noté pilas del libro desde el piso hasta casi la mitad de la pared. Había ropa tirada en el suelo y todo olía a él, hermoso.

-Aquí- me dijo acercándose a mi de nuevo y dándome un papel. Lo agarré y lo abrí, eran solo números- Son las cordenadas de la constelación Andrómeda- explicó- Haz que...

-¿Por ella llorabas el día que vine aquí?- interrumpí cambiando radicalmente el tema y poniendo el papel en el bolsillo trasero de mi short. El ambiente se volvió tenso y sentí que cada parte de mi cuerpo se ponía incómoda.

Drake suspiró y me rodeó para cerrar la puerta. Yo volteé a mirarlo y él se apoyó en esta.

Estando ahí, recordé lo que había sucedido ese lunes que no apareció por ningún lado.

-Si- respondió cabizbajo- Era... el aniversario.

-¿Aún... Tu...

-Si- respondió de nuevo sabiendo lo que iba a preguntar- Pero... Tu lo sabes mejor que nadie... "Hasta que la muerte los separe"- agregó quizás en un tono un poco más normal- Maggie... No soy de los que romantizan la muerte- empezó acercándose un poco a mí- No creo en Dios, ni en el Cielo, ni el Espíritu Santo. Lee está muerta. No me está juzgando por cogerme a nadie, ni tampoco está enojada. Porque no puede, porque dejó de estar aquí- siguió- No quiero no sentir algo por ti por ella. Sino, porque no quiero volver a lastimarme.

Claro, mente de cristiana. En serio pensaba que no quería estar conmigo por Evelyn y por no querer hacer ciertas cosas conmigo.

-Leí lo que pusiste en mi libro del "Retrato de Dorian Grey"- solté- Me encantaría responderte.

Su actitud volvió a cambiar a la típica de él y me agarró de la cintura sonriendo.

-Me besaste- dijo- Creo que te dije algo sobre eso hace poco.

El ultimátum, eso fue. "La próxima, no voy a parar, hablo en serio."

-Créeme cuando te digo que quiero- honestidad pura- Pero no si tienes miedo.

-Lo enfrentaré- también ví honestidad pura en sus hermosos ojos verdes- Como tú- agregó- Me dijiste que me tenías miedo. Por lo mismo.

-Es todo muy nuevo y no puedo tolerarlo más- confesé poniendo mis manos en sus hombros.

-Te voy a mostrar que tan increíble es lo nuevo que te voy hacer.

Me besó con ganas. Ganas que se notaba estaban acumuladas de una manera abismal. Igual que yo, así se lo devolví.

Sus manos fueron hasta el final de mi musculosa y me dió a entender que quería sacarla. Levanté los brazos y lo hizo.

Volvimos al beso y lo agarré fuerte de la nuca. Drake empezó a dar pequeños pasos, yo seguí el ritmo y toqué la cama con una de mis piernas. Caímos los dos al mismo tiempo en esta con él encima de mí.

Pasó los besos al cuello, esos que tanto me gustaban y acarició mis muslos con suavidad mientras tanto.

Pero está vez, se sentía diferentes, se sentía mejor, tanto que solté un jadeo. Drake sonrió en mi cuello, seguramente, por saber lo que estaba logrando dentro de mí.

Bajé las manos hasta el inicio de su camisa y metí mis manos debajo de ella para tocar su abdomen. Generé lo mismo en él al parecer, lo tomé por sorpresa.

Se separó de mí para sacar la camisa y volvió a mis labios esta vez. Pero, muy poco. Hizo todo un camino de besos desde mi cuello hasta el botón de mi pantalón pasando por el pecho y el abdomen.

No sé en que clase de persona me estaba convirtiendo, pero me encantaba lo que estaba pasando y no pensaba parar por nada del mundo.

Se separó otra vez y desabrochó mi short. Tiró de él para sacármelo y lo tiró al piso junto al resto de la ropa.

-Sigues sin convinar la ropa interior, ¿en serio?

En ese momento me di cuenta concientemente de lo que estaba a punto de pasar y el nerviosismo se apoderó de mí. Palabras, con él odiaba las palabras.

-Estás hablando mucho- solté y me adelanté a desabrochar su pantalón también.

Él miró mi acción y soltó una risa.

Se acostó en la cama junto a mi y sacó sus jeans. Antes de tirarlos al piso agarró algo del bolsillo delantero.

Volvió a estar encima de mi y sonrió. En esta situación esa sonrisa ya estaba hasta demás, ya estaba completamente entregada a él.

Reconocí el sobrecito del condón. Se lo a acercó a la boca y lo abrió con los dientes.

No paramos de mirarnos a los ojos en ningún momento. Fueron treinta segundos en lo que tardó en ponérselo, ya que sus manos ya estaban sacando mi ropa interior de abajo.

-Si puedo parar y si voy a parar si me lo pides- aclaró. Si voz era muchísimo más grave.

-No te lo voy a pedir- aseguré.

Mordió su labio y se acercó a los míos. Me sumí tanto en el beso que solo sentí un leve tirón cuando entró en mi. No dolió tanto como creí, pero esperaba que mi exitación bajara un poco al ya sentir que estaba ahí. Pero no.

Siguió moviéndose bastante tranquilo. Notaba que lo hacía para que me acostumbrara. Pero, yo quería sentirlo, yo no quería suavidad.

Lo separé de mi boca y hablé con la respiración acelerada y el corazón a mil por hora en la garganta.

-Más.

Me hizo caso. Empezó a ser más brusco con los movimientos y me encantaba. Esto era lo que quería y no tenía duda. Quería que durara para siempre.

Reflejé mi placer por los sonidos que salían de mi boca. Hasta que llegué a un punto en el parecía que mi sangre se renovaba por completo, que mi alma dejó el cuerpo un segundo y que definitivamente nunca en mi vida me había sentido tan bien.

Lancé un orgasmo en su boca y él hizo lo mismo a su manera.

Se acostó otra vez a mi lado y solo escuché la respiración aguitadísima de ambos.

-Me hiciste ver las estrellas, Andrómeda- soltó- Esto era todo lo que tenías que hacer para que me guste astronomía.

Las hermanas Omega 💌 La aventura de crecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora