-La extrañaré el semestre que viene, Gravity Falls- soltó mi profesor de matemáticas mientras salía del edificio principal- Es muy inteligente, siga así.
Me sorprendí un poco ante eso. Lo miré y sonreí.
-También lo extrañaré- contesté.
-Nadie le detendrá, de eso estoy seguro- aseguró- Tiene mucha confianza.
-En este momento, concuerdo con usted- dije.
Porque si, me di cuenta que me he estado infravalorando demasiado, que no me estaba dando crédito. He crecido aquí, gracias a todas y cada una de las personas que he conocido.
Me alejé completamente de él y me dirigí a la biblioteca para estudiar un poco para los últimos finales que tenía. Esta, estaba en completo silencio y vacía, así que, me senté en una de las mesas.
No había visto a Drake en las últimas semanas, a veces si, por el pasillo, pero ambos estábamos muy ocupados y... tampoco es que alguno de los dos estuviera dispuesto a hablar. Nuestra relación era rara, y no digo relación de pareja, sino... nuestra relación como personas. Así que, no sabía muy bien que seguía después de todo esto.
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Una vez que terminé con todo, bueno... no todo, algo si me faltaba: el ensayo de filosofía, era la única cosa que no podía terminar, ni empezar, ni nada.
Con el bolígrafo en la boca y la hoja frente a mí en blanco, empecé a escuchar en el silencio, un piano. El piano de la sala de música de al lado.
Sonreí pensando que quizás este era el momento de acercarme a él y... quizás pedirle ayuda.
Guardé mis cosas segura, pero algo incómoda también, y salí de la biblioteca para ir al salón de al lado.
-¿Miles?- levantó la cabeza dejando de tocar el piano mientras yo intentaba comprender que estaba pasando.
-Hola, Maggie- me saludó muy normal, sin ninguna señal de que le molestara que estuviera ahí.
-¿Tocas el piano?- entré por completo y me acerqué al instrumento sentándome a su lado.
-Si- respondió- Desde que era niño con mi hermano- completó- Me tranquiliza un poco y puedo pensar en paz. Es como que todo se aclara.
-¿Estás bien?- le pregunté.
-Lamento no haberte ayudado- dijo con pesar mirando las teclas.
-Si me ayudaste, no seas ridículo- contesté con molestia al pensar que creía eso. Me miró sin estar convencido- Me ayudaste estando ahí para mí siempre que lo necesité- hizo una media sonrisa y volvió a las teclas- Lamento que... lo... tu y yo... que no funcionara- agregué sintiendo una punzada en el estómago, demasiado nerviosa e intentando no mirarlo directamente.
Escuché que soltó una risa y levantamos la mirada al mismo tiempo.
-¡Por favor!- exclamó- Es divertido besarte, pero... eres mi amiga, Maggie y quiero eso más que nada.
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Bueno... era el momento. Definitivamente, no sé lo que estoy haciendo y probablemente esté mal, me arrepienta, pero... es esto o reprobar filosofía.
Suspiré y me dispuse a tocar la puerta de su habitación, pero, se abrió antes.
Me sorprendí, al igual que él. Tenía su campera de cuero en la mano, el increíble perfume recién puesto y vestido como siempre.
-Hola- me dijo.
-Ho... hola- contesté. Dios, estaba tan incómoda y nerviosa ¿Por qué?- Umm... hace mucho no nos veíamos y... supuse que estarías harto de papeles y leer, así que... te traje un café- excusas y justificaciones no del todo estúpidas dichas con un tono que se quebraba.
Le extendí el vaso que tenía en la mano. Él desvío su mirada a el y lo agarró.
-Gracias...- respondió algo dudoso y seguramente sin entender. Dejó el vaso en su escritorio y volvió a mí.
-Ibas a salir, ¿no?- pregunté sabiendo que estaba molestándolo- Estás ocupado, ¿cierto? Lo siento- me disculpé desesperada- Ya me voy- amagué a hacerlo, pero, me agarró del brazo y me acercó más de lo que yo estaba dejando de tocarme.
-Iba a ir a verte- soltó en un tono que encontré increíblemente dulce y sonreí inconscientemente.
Me devolvió la sonrisa tirando la campera de cuero en la cama.
-¿No estás ocupado?- repetí. Él nego con la cabeza, cambiando la sonrisa a la que me tentaba, pero no podía, esta vez no- Genial, porque... pensaba que quizás podías ayudarme con mi ensayo de filosofía- mordí mi labio al confesar y pensado que estaba siendo una tarada.
Drake soltó una risa y se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
-Ah... ¿A eso viniste?- preguntó con ese tono sarcástico, pero divertido que yo encontraba tan atractivo.
-Bueno... si... porque...- descrucé sus brazos y lo envolví con los míos juntando mi cuerpo con el suyo y hablándole lo más cerca de sus labios que podía- Nunca te dije, pero, te encuentro increíblemente sexy cuando hablas de filosofía.
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Las hermanas Omega 💌 La aventura de crecer
Teen Fiction"Regla número 1: Somos nosotras cuatro y solo nosotras. Regla número 2: No podemos decirle a nadie. Regla número 3: Todos los martes 1:35 AM detrás del arbusto a dieciséis metros de la casa Delta. No antes, no después, no otro día. Regla número 4: N...