Capitulo 7

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Me miraba en el espejo una y otra vez mientras acomodaba el delantal, busqué empleo por toda la ciudad y al final me cogieron en una cafetería, he de decir que me agrada, es algo en lo que tengo experiencia y me permitirá conocer gente y ser un poco más sociable.

-Recuerdo cuando a tu edad también me encantaba mirarme al espejo.- Miré a mi jefa con una sonrisa y pase un brazo por sus hombros. -Ahora solo soy una pobre vieja.-

-Esta cafetería tiene las chicas más lindas de Neuquén, da igual la edad que tengan.- Ambas reímos y salimos del vestuario.

La cafetería apenas tenía cuatro clientes, era muy temprano y Susana había decidido dejarme a cargo de todo para ir a hacer unas compras.
Sonó la campanita de la puerta avisándome de que un nuevo cliente había llegado.

-Bienvenido a cafetería Su, que de...- Me quede embobada viendo al chico tatuada que tenía en frente, venía con H, quien me regaló una linda sonrisa.

-Mauro dijo que trabajabas aquí y pensamos en venir a desayunar.- Habló H mientras me abrazaba cuando salí de la barra a recibirlos -En realidad ha sido idea del cenfe.- Me susurró al oído.

Tomás sin embargo solo levantó la cabeza en señal de saludo, no sé qué le pasaba a este chico pero si se arrepentía de lo que pasó la noche de la fiesta sólo tenía que decirlo.

-Pon dos cafés, huevos y beicon.- habló serio, paso por en medio de los dos y se dirigió a una mesa.

-No le hagas caso Carlota, en realidad estaba deseando verte.- Se fue a sentar con Tomás y yo me dediqué a prepararles el desayuno.

Un tiempo después la cafetería quedó vacía y solo estábamos los tres charlando y riendo mientras comíamos lo que preparé.

-Esta noche hay una fiesta, vendrás?.- preguntó H. -Mya y Mauro no vendrán pero nosotros te cuidaremos toda la noche.- bebió de su café.

-No sé, si ellos no van no tengo como ir y regresar a casa y dudo que mamá me deje andar por ahí sola.- miré a ambos.

-De eso me encargo yo, paso a por ti y luego te llevo a casa, o a donde tú quieras.- Se relamió los labios. Me levanté sin decirle nada ya que Susana acababa de llegar con un chico que parecía de mi edad.

-Hola carlota, el es mi nieto, Nacho, me ha acompañado durante todo el día con las compras y ahora quería pasarse a ver el negocio.- Alto, pelo negro y una sonrisa maravillosa, todo en argentina estaba bien visto lo visto.

-Hola linda.- besó mi mejilla. -mi abuela dijo que tenía una camarera preciosa y quería comprobarlo, no se equivocaba.- Me sonrojé. No solían intimidarme los palabreríos baratos pero me pillo de sorpresa.

Alguien carraspeó la garganta detrás nuestro y al girarme pude ver a Tomás y Homer mirar a Nacho de una manera muy desafiante, quizás se conocían pero que iba a saber yo.

-Nos vemos esta noche Española, acuérdate de la fiesta.- Sentenció H, dejó un par de billetes en mi mano y dijo: -quédate con el cambio amiga, propina.- y sin más salió por la puerta.

Mire a Tomás que no apartaba su mirada de Nacho, no lo conozco bien pero creo que si Susana no estuviera en el local se abalanzaría sobre el. -Nos vemos, reina.- besó mi mejilla y pasó por el lado de Nacho chocando su hombro con el de él para acabar saliendo del local.

Yo solo sonreí a Nacho y me adentré en la cocina, la escena anterior había sido un poco extraña pero no debía meterme en los asuntos de nadie, mucho menos en rivalidad entre hombres, no había cosa más estupida que esa.

Desde que pasó eso Nacho no paraba de mirarme, me preguntó un par de veces de que conocía a Homer y Tomás, sobre todo estaba muy interesado en saber cuál era mi relación con Tomás, pero yo de mi vida a un desconocido iba a contarle menos y nada. No voy a negar que hasta que Nacho no se fue de la cafetería la tranquilidad no volvió a mi cuerpo, pensaba tener una conversación sobre él con alguno de los chicos.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora