Capitulo 12. (II)

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NARRA CARLOTA

Tenía pensando pasar toda la tarde molestando a Tomás ya que adelanté suficiente trabajo y podría tomarme un tiempo más relajada. Que se fuera tan a la ligera sin decir nada me fastidió los planes.

Simplemente me fui a casa y después de tomar una siesta y alistarme me fui a casa de Mya.

Cuando llegue ya estaban allí todos. Llegar puntual nunca había sido mi fuerte aunque en mi defensa diré que aquella siesta tan larga hasta me dio años de vida.

Todos estábamos genial, el ambiente era perfecto. Tomás había decidido ignorarme desde que había llegado y yo no iba a ir detrás de él después de todo. Simplemente ni nos mirábamos a la cara centrando toda nuestra atención en el resto de nuestros amigos.

-Parece casi imposible que nos hayamos podido juntar todos.- Dijo Mya mientras servía las bebidas y algo de picar.

Estábamos en el salón que era bastante grande. Unos ocupaban el sofá y otros estábamos sentados en el suelo. Así eran siempre estas magníficas reuniones.

-Ahora podremos hacerlo más seguido hasta que comiencen las giras.- Contestó Homer.

Comenzamos a charlar sobre todo tipo de temas. Desde anécdotas graciosas que habíamos vividos hasta estupideces ocurridas en encuentros con fans.

Parecía que seguíamos en Neuquén cada vez que nos juntábamos. Era como volver a casa por una noche.

-Creo que deberíamos ir pidiendo las pizzas.- Dijo Cazzu tocándose la tripa.

-Yo creo que no. Todavía no hemos hablado todo.- Contestó Tomás algo borde.

A este que mosca le picaba también con la pobre Julieta.

-Vamos deja de hacerte el interesante y suéltalo gato.- Contesto Mya de la forma más amigable posible.

Tenía intriga por saber que le pasaba. Había pasado de ser un chico tranquilo a ser el odio en persona.

-Carlota quieres contarnos a todos como te comiste a Ecko?.- Soltó sin un pelo en la lengua.

Que cojones acababa de decir y como mierdas lo sabía.

Todos los presentes menos Cazzu lo odiaban por problemas que había tenido con Mauro y Tomás. Ahora todas las miradas estaban en mi.

-Cuando te llamé... era él.- Dijo sol mirándome sin ninguna expresión en la cara.

-Que asco.- Dijo Mya mirándome de arriba abajo. -El bardea a mi novio y tú te lo tiras.- Negó con la cabeza.

Homer me miraba con pena. Él y Cazzu eran los únicos que lo sabían y aún así él no podía defenderme por no dividirse con Sol y yo lo entendía.

-Tranquila hermana...- Me susurró Julieta al oído mientras los demás seguían decidiendo cosas.

Miré a Tomás que parecía estar disfrutando la escena. Por qué había decidido joderme de esa manera cuando parecía que íbamos avanzando. Sus celos enfermizos se lo estaban comiendo y no había pensado esto con claridad seguramente.

-Estuvisteis jodiendome todo este tiempo por el error que cometí.- Miró a todos. -Ahora a nadie le importa como me sienta yo después de acostarme con ella y enterarme que se acuesta con otros.- Elevó la voz demostrando que esto fuera de parecerle gracioso más bien le quemaba dentro del alma.

-Cállate la puta boca Tomás.- Logré decir.

Ahora tenía hasta la mirada de Julieta encima. Esta vez sus miradas no eran de enfado sino más bien de sorpresa.

-Tenías pensado callártelo para que yo siguiera siendo la basura de todo esto.- Me respondió con furia.

-Me lo callé porque quería evitar justo esto.- Le dije de la misma manera.

Todos miraban expectantes lo que hablábamos. Ninguno decía nada y aún así sus miradas lo decían todo.

-Evitar que?.- Bufó de mala gana. -Acaso querías seguir follandote a tu ex mientras conocías candidatos nuevos.- Sonrió. -O acaso solo querías devolvérmela donde sabías que iba a doler.-

Este hijo de puta primero me ablandaba el corazón para luego volver a partirlo por el medio. Y una mierda. Una mierda para él si pensaba que me iba a dejar.

Me levante y soltando la mano de Julieta ande hasta ponerme en frente de Tomás que también se había levantada para enfrentarme.

-Sólo quería olvidar la pedazo de basura que eres, olvidar todo el dolor que me causaste y olvidar porque diablos me enamoré de ti aún cuando no te mereces nada de nadie.- Le dije mirándolo con odio a la cara.

Ahora sólo se me escuchaba a mi. Y más valiente que nunca seguí:

-Me hiciste tanta mierda que cualquiera valía, si quieres saberlo yo te lo voy a contar. No fue sólo Ecko; fueron muchos más hombres en mi cama cada noche, intentando borrar cada maldita huella tuya que dejaste en mi porque me dolía en las putas entrañas ver cómo me habías abandonado por otra.-

Tomás intentó cortarme mandándome callar pero me había hecho explotar y ahora tenía que joderse.

-Véte a la mierda con tus ridículos celos porque yo todo eso lo hice cuando tú huiste de nuestra relación, fuiste tú quien me dejaba sola cada noche para irse con otra, fuiste tú quien no decidió elegirme a pesar de todas las oportunidades.- Me pegué más a él y con mi dedo índice golpeé su pecho dos veces. -Fuiste tú el que un día me salvó para luego rematarme de la manera más rastrera.-

Cogí aire y aunque no me siento orgullosa de atacar tan rastreramente solamente deje que las palabras se escaparan de mi boca.

-Por qué sabes qué Tomás. Ojalá no hubieras llegado a tiempo en aquella cafetería, prefiero estar muerta a pagar el precio de que un día te enamoraras de mí.- Sentencié.

No soy tan dura como me gustaría serlo por mucho que mis palabras parezcan cuchillos afilados. Sólo diré que después de soltarle todo aquello en la cara a Tomás tuve que limpiarme las lágrimas que se habían escapado de mis ojos y bajaban por mis mejillas.

El me miraba como si de un fantasma me tratase. El dolor y la confusión se reflejaban en su cara. Había elegido jugar a rompernos el corazón y yo también quería competir esta vez.

No me dijo nada, lo conozco, sé que simplemente no podía. No es plato de buen gusto que te digan que prefieren morir a estar contigo.

Eché un vistazo a todos que estaban igual de espantados y también les dediqué unas palabras.

-No tengan valor a decirme nada cuando se hacen llamar mis amigos y le sonríen al tipo que me hizo mierda.- Suspiré. -Supongo que a veces el ojo por ojo si existe.-

Cogí todas mis cosas que estaban encima de la mesa y sin mirar atrás abandoné la casa de Mya. Ni podía ni quería estar allí un segundo más. Me sentía la persona más sola y abandonada que voy a ver en mi miserable vida y aún así me daba igual.

Un sentimiento de mierda envolvió todo mi cuerpo y solo podía sentir que me lo merecía. Estaba acostumbrada a la soledad desde pequeña y aún así cada vez que Tomás me hacía daño se sentía como mil dagas atravesando mi alma.

Supongo que el y yo no estábamos predestinados a tener un bonito final. No mientras estuviéramos cerca el uno del otro.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora