Capitulo 18

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Me cargó y caminó conmigo hasta la habitación, una vez estaba en la cama lo miré y reí. -Por qué somos así Tomás?.- El me miró sin entender. -Así de locos digo, hace unos minutos no hablábamos y ahora vas a partirme.- Empecé a desnudarlo con prisa. Me aprisionó entre la cama y el, desnudándome y besando cada parte de mi cuerpo sin ropa. -Es el amor, es la peor droga. Pero si wacha, voy a partirte.-

Con la mano, con la boca; rápido, lento. Arrodillada hacia contacto visual con esos ojos que me tenían loca, esa mirada fría y salvaje que helaría a cualquiera pero que a mi me ponía a arder en llamas. Cuánto más chupaba más estaba en la palma de mi mano, sabía el poder que podía ejercer en el con solo una mamada y no iba a desaprovecharlo. Dejé que acabara en mi boca y tragué; siempre me había parecido un asco pero de Tomás lo quería todo.

Me agarró del brazo y me tiró a la cama, mi parte favorita era cuando hacíamos el amor, pero hoy necesitábamos sólo sexo. Sacar esa furia que habíamos alimentado durante todo el día. Se quedó unos segundos arriba mío mirándome serio, viendo cómo me mordía el labio y coqueteaba solo para él, sabiendo el duelo que a ambos nos esperaba.

Se agachó a una esquina de la cama y cogió la bolsa del dinero, la sostuvo encima de mí y la abrió. Decenas de billetes cayeron sobre las sábanas, cubriendo también parte de mi cuerpo. Se colocó arriba mío y subí mis piernas a sus hombros, empezó a besarme los tobillos, subiendo por las rodillas y parando una vez que llegó a mi feminidad, me echó una rápida mirada y al notar que me tenía donde él quería paseo su lengua sin cesar, en su zona favorita, con esa precisión que solo él tenía, él era mi artista y yo su cuadro.

Uno, dos, tres dedos entraban y salían de mí mientras él seguía haciéndome el mejor sexo oral jamás visto. -Crackero.- Tiraba de su pelo y a la vez apretaba su cabeza contra mi zona. -Crakero.- Grité más fuerte y me deje llevar, encorvé todo mi cuerpo hacia arriba, con la cabeza hacia atrás y disfruté de la corriente eléctrica que brotaba por todo mi cuerpo.

-Ponte a cuatro reina.- Me ayudó a colocarme y se puso justo detrás de mi. Acarició mi espalda y luego mis nalgas. -Mereces un castigo sabes.- Golpeó mi nalga y un grito escapó de mi boca. -Un castigo de verdad.- Otro golpe y otro grito ahogado. -Algo bien duro.- apretó ahora la otra nalga y un espasmo sacudió mi cuerpo. Jamás había escuchado su voz tan ronca y llena de deseo.

-Lo único duro que quiero ahora es tu pija bien dentro.- logré decir y juro que casi caigo de boca contra él colchón cuando de una embestida entró en mí.

Agarro mi pelo formando una coleta con su mano  y el sonido de su cadera chocando con mi culo se convirtió en mi melodía favorita. Se aferraba a mi mientras yo me concentraba en aguantar, no ayudaba mucho que cada vez sus movimientos fueran más rápidos y cuando llevó una mano a mi feminidad y empezó a estimularla no tarde ni medio minuto en llegar a mi tan esperando orgasmo. Aguanté en esa misma posición hasta que un par de embestidas después él volvió a correrse.

Caí rendida en la cama y el cayó encima mío, él encima de mi cuerpo y yo abrazándolo, sudados y plagados de billetes. Habíamos tenido sexo cómo nunca, demostrando lo bien que nos entendíamos y que nuestros niveles de confianza subían un escalón más. Quizás los vecinos debían pensar que éramos dos locos después de esta noche, pero es que yo estaba loca por el; y el por mi.

Tiempo después estuvimos fumando, charlando y riendo como si nada, había sido nuestra manera de perdonarnos el día de hoy, dando la bienvenida a una nueva etapa en esta imponente relación. Acabamos enredados entre las sábanas una vez más, suplantando pasión y efusividad por amor y cariño y terminamos abrazados y más sudados todavía, durmiendo encima de dinero arrugado y húmedo.

Ay Tomás Campos! Si algún día este amor se acaba diles que nos equivocamos de vida no de persona.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora