Capitulo 40

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El timbre de la casa sonó y Sol fue a abrir, poco tiempo después Homer, Duki y Troca aparecieron en el jardín acompañados de mi amiga. Tomás no venía con ellos, a pesar de que me dijo que pasaría el día en el estudio y que vendría. Con ellos.

-No viene Tomás.?- Le pregunté a Homer una vez que se sentó cerca mío.

Me ofreció una cerveza que cogí con gusto. -Lo vi antes de comer, se fue del estudio y ya no volvió.- Lo miré atenta. -Ocurre algo?.- su tono cambió a preocupante.

-El me dijo que pasaría el día en el estudio con vosotros y que vendría aquí. Ahora resulta que estáis todos menos él y también resulta que apenas ha estado en el estudio.- Suspiré. -No sé si debo estar asustada o preocupada H.-

-Quizás ha estado con Luchito o en alguna reunión, ya sabes cómo es que nunca avisa de nada. Verás que en nada aparece por aquí.-

Abracé a H y tras decidir aparcar el tema nos sumamos a la conversación que todos mantenían. Mya de vez en cuando me mandaba miradas cómplices, me conocía tanto que podía saber en todo momento porque estaba pasando. Yo solo le sonreía para tranquilizarla.

Aunque estaba pasando un rato estupendo con todo el grupo no podía parar de pensar donde podría estar mi novio. No sé si hice bien o hice mal pero se me ocurrió una idea.

<A caso tú sabes dónde está mi novio?. Quiero saber de que me adviertes.>

Le envié a aquella chica, seguramente me tomaría el pelo pero algo me dijo que lo hiciera.

El visto en el mensaje no tardo en aparecer.

<Puede que lo sepa.>

Suspiré y bloquee el teléfono. Cazzu vino a mi lado. -Que pasa amiga.- Le entregué mi teléfono para que leyera.

-Se me ocurrió escribirle pero ahora veo que es una tontería. Solo me van a boludear.- Jugaba nerviosa con el pie.

-Amiga aunque sea una loca tomándote el pelo, si tú instinto te lo dice dale, yo no veo por ningún lado a Tomás.- Me paso de nuevo mi teléfono.

-Esta bien. Pero por favor que nadie se entere, solo tú y yo. Ya les contaremos.-

Cazzu pasó su brazo por mis hombros y yo apoyé la cabeza en ella. -Dale contesta.-

<Dime donde está.>

Las dos mirábamos atentas la pantalla. Se encendió un cigarrillo y me pasó otro. El humo calmaba levemente mis nervios y aunque el efecto durara realmente poco me ayudaba.

-Está escribiendo amiga.- Cazzu apretó levemente mi brazo.

<Mejor te digo donde estamos.>

Ahogué un grito y conecté miradas con Julieta. -Dime que no Juli..- Susurré.

Me quitó el teléfono de las manos.

<Dímelo ya pibita.> Le mandó.

-Amiga tú y yo nos vamos a buscar a ese gil de mierda. Sigue mandando mensajes mientras lo buscamos.-

Nos despedimos de los chicos y nos dirigimos a su coche. Empezó a conducir sin rumbo por Buenos Aires mientras le sacábamos información a la chica.

Un sólo mensaje hizo falta para notar como todo mi mundo se caía abajo.

<Vení al estudio y solucionamos. Me cansé de ser la otra.>

-Julieta esto no me puede estar pasando a mi. Yo que mierdas hice.- Sollocé.

-Amiga sos la piba más buena que he conocido en mi vida. Todos los hombres matarían por tener algo con vos. La culpa no es tuya sino del gil de Tomás.-

Aparcó el coche y me frenó cuando intenté bajar. -Amiga así no.- La miré sin entender. Ella limpió mis lágrimas y de su bolso sacó un labial y un perfume. -No voy a permitir que te cague la vida y encima te vea en la mierda.- me puso el labial. -Si subes ahí va a ser como la jefa que eres.- terminó poniéndome perfume.

-No sé cómo voy a agradecerte tanto amor Julieta.- Nos abrazamos. -Te amo.-

Abrí la puerta del coche y corrí hacia el edifico mientras escuché a Julieta gritar de lejos. -Aqui te espero Carlota.-

Entre en el edificio y subí en el ascensor, marqué el número 8 y cuando comenzó a subir busqué en mi bolso la llave que Tomás me había dado para emergencias. Nunca me imaginé que la utilizaría para esto.

Cabe destacar que esos ocho pisos se me hicieron eternos. Parecía que no iba a llegar nunca.

Una vez fuera me quedé mirando a la puerta. Estaba a tiempo de darme media vuelta, ir a casa, recoger mis cosas y no volverlo a ver jamás. Al menos la Carlota de antes lo hubiera hecho. Pero justamente fue Tomás quien me enseñó que los problemas hay que enfrentarlos de cara y con este problema iba a por todas.

Abrí la puerta con sigilo, no quería que me escucharan, todo estaba a oscuras. Al fondo se veía una luz y se escuchaba musica. Provenía de la sala de grabación.

Caminé lentamente. En el despacho de Tomás había dos sillas; una tenía una chaqueta de mujer y otra la suya mientras que en el escritorio había restos de lo que parecía cena. Mierda.

Seguí caminando, cada vez estaba más cerca. Cuánto más caminaba más presión sentía en el pecho.

Hasta que estaba ahí, de frente, dispuesta a entrar.

Suspiré y abrí la puerta. Ahí estaba el, mi novio, la persona por la que había dado lo más valioso que tiene una persona; tiempo y amor.

Estaba sentado en el sofá que un día le ayude a comprar, sin apenas ropa. Y encima suyo, también semidesnuda la chica de Instagram, la tal Mara.

Ambos se besaban y se manoseaban a su antojo, ni si quiera se habían percatado de mi presencia.

-Tomás.- Hablé agresivamente haciendo que los dos se giraran. -Tomás eres un enfermo.- Lo miré fijamente cuando conectó su mirada con la mía.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora