Capitulo 26

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Todo mi cuerpo se tensó cuando lo escuché hablar y a pesar de lo tímida y débil que me sentía al estar junto a él sin camiseta logre razonar que quizás todo esto era una trampa y aquel mensaje no fue enviado por Susana.

Me giré y lo enfrenté con la mirada. Él me miraba de arriba abajo y cuando sus ojos se detuvieron en mi pecho cubierto solo por un sujetador de encaje se relamió los labios.

-Que obediente eres cuando se trata de trabajo.- Se acercó a mí. Intenté caminar hacia atrás pero choqué contra mi taquilla. -Si la adorable Susana llama tú le caes. Si el idiota de Tomás te pone a vender droga tú lo sigues.-

Puso ambas manos contra la taquilla, una a cada lado mío dejándome acorralada. No sería capaz de descifrar su mirada sin sentir náuseas pero parecía un animal feroz hambriento a punto de comerse a su presa. Y es que siendo sinceros, con Tomás en el aparcamiento sin enterarse de nada y yo aquí sola con este tipo era una presa más que fácil.

-Tú no sabes nada de mi vida Nacho, no deberías ni estar cerca de mi por tu propio bien.- intente empujarlo pero era mucho más fuerte que yo. -Déjame irme y no le diré nada a nadie.- otro empujón en vano. -Te lo prometo.-

Ladeó la cabeza y volvió a mirar mis pechos para terminar negando mientras sonreía. -Como vamos a desperdiciar que estamos aquí y así mi linda Carlota.- Acarició mi vientre desnudo con su mano. -Tendría que estar enfermo de la cabeza para no aprovechar este momento.-

Aparté rápidamente su mano de mi vientre. -Enfermo estás si crees que yo voy a hacer algo contigo.-

Un puñetazo a mi taquilla, cerca de mi cabeza me hizo estremecer. -Te dije que no te atrevieras a rechazarme una tercera vez.- Y su mirada se oscureció de la forma más macabra que jamás había visto. -Peor será para ti si no te dejas.-

Con una mano me agarró del pelo de una forma un tanto violenta y con la otra agarró mi nuca. Junto su pelvis a la mía de forma violenta y lo siguiente que sentí fueron sus labios estamparse en los míos. Su lengua pedía ferozmente entrar en mi boca pero no iba a dejarle. Ejerció más fuerza en mi pelo y nuca y repetí lo de aquella fiesta. Le mordí el labio todo lo fuerte que pude hasta que noté la sangre brotar en mi boca.

-Suéltame hijo de puta.- Eleve la voz. -Ayúdame Tomás.- Grité con todas mis fuerzas mientras las lágrimas empezaban a caer por mis mejillas.

Una cachetada me propinó seguido de un par de insultos. Me miró con asco y con bastante fuerza me giró quedando de cara a la taquilla y el apoyado en mi culo el cual no paraba de restregar su miembro.

-Vamos a ver porque Tomás se preocupa tanto por una puta como tú.-

Mientras me removía intentando escapar de ahí noté como bajo su pantalón hasta caer al suelo. Empecé a llorar desconsoladamente. Iban a violarme en una cafetería cutre y no podía hacer nada por impedirlo. Bajó mi pantalón y empezó a tocarme bruscamente los pechos mientras con la otra mano sobaba mi culo.

-Socorro. Por favor auxilio.- Las lágrimas no me dejaban ver bien pero puedo jurar que entre todas mis cosas visualicé mi teléfono.

Lo desbloqueé con dificultad mientras aquel animal rompía el envoltorio de un condon. -Una perra como tú puede pegarme cualquier cosa.- se burlaba.

Entré en mis llamadas recientes y en cuanto vi su nombre lo pulsé. Tiraba de mi tanga hacia abajo mientras yo tiraba hacia arriba intentando que por nada del mundo esté se desprendiera de mi cuerpo.

-Si no te dejas va a dolerte putita.- Golpeó mi espalda provocando que un grito de dolor acompañado de más llanto saliera de mi.

Juro por Dios que agradecí el ruido de la taquilla ya que eso le impedía escuchar los tonos de la llamada. Uno. Dos. Hasta que lo escuché.

-Que pasa reina? Ya me echas de menos.- Hablo tranquilo y eso me hizo llorar aún más fuerte. -Que cojones pasa Carlota.- le elevó la voz al teléfono y escuché cómo cerraba la puerta del coche indicándome que había bajado de él y venía a la cafetería.

-Ven a los vestuarios Tomás.- Grité fuerte ya que Nacho me había descubierto y de un empujón me mandó al suelo.

Una patada en el estómago. -Que has hecho zorra.- otra más. -Ahora voy a matar a tu noviecito porque no puedes estarte callada.- me agarró del pelo y cuando mi cabeza estaba elevada del suelo me dio una cachetada.

No podía dejar de llorar. Había pasado de intentar violarme a intentar matarme a base de golpes. Solo podía visualizar como la sangre, mi sangre empezaba a manchar el suelo.

Inmóvil, asustada y frágil. Así fue como me sentí cuando escuché el disparo, quizás se había cansado de pegarme y quería hacerlo más rápido con una pistola. El disparo no lo recibí yo, lo supe cuando el cuerpo de Nacho cayó al lado mío y escuché su grito de dolor. Había recibido un disparo en la pierna.

-Hijo de puta.- La voz de Tomás retumbó en todo el vestuario. -Eres un violador de mierda.- le pegó una patada en la cara y aquel simio aún seguía sonriendo.

Cuando me tocó temblé de miedo. Me alejo de Nacho y me puso en una esquina dándome su buzo para que me tapara. Menos mal que usaba tallas grandes y cubría a la perfección mi cuerpo. Como pude subí mi tanga y mi pantalón.

Tomás agarró del pelo a Nacho y lo obligó a mirarlo. -Te avise una vez.- le pegó un puñetazo. -Avise a tu gente.- otro puñetazo. -Pero hasta que no te mate no dejarás descansar a este barrio.-

Me acerqué a Tomás. Me dolía todo el cuerpo pero necesitaba hacerlo. Agarre su pistola que se encontraba en el suelo a centímetros nuestra y la levante a la altura de la frente de Nacho.

-Tú no eres una asesina, tengo que hacerlo yo.- Me habló Tomás suavemente mientras aún tenía a Nacho sujeto por el pelo. -Dame la pistola reina.-

Negué con la cabeza. -Tengo que matarlo, es lo justo.- Otra vez comencé a llorar. -Quería violarme.-

Y entonces lo miré, miré a la cara a la persona que había intentado arruinarme la vida de la forma más cruel, una sonrisa macabra adornaba su rostro junto a la sangre que Tomás le había provocado a base de puñetazos. Pegué la pistola más a su frente y no lo pensé. Dispare. Dispare y ese hijo de puta cayo al suelo muerto.

Deje caer la pistola y los brazos de Tomás me rodearon. Besó mi cabeza. -Tranquila Carlota, ya no puede hacerte nada.-

Sus brazos y sus palabras me brindaron tranquilidad. Había matado a un tipo, un tipo que intentaba hacerme daño y no sentía absolutamente nada.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora