Capítulo 9

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Lo más lógico sería llamar a Julieta y contarle mi pelea con Ecko; al fin y al cabo iba a enterarse igual y me reprocharía enterarse por otras personas.

Pero no quería hacerlo. No quería llamarla y acabar contándole que me había besado con mi ex. No quería contárselo a nadie.
En parte no voy a negar que me avergüenzo un poco. Después de todo lo que me había hecho como para no hacerlo.

De seguro todas las chicas iban a reprocharme mil cosas.

Soy una persona valiente para ciertas cosas. Un diez en superar traumas y malas situaciones. Pero esta vez no tenía ánimos para recibir reprimendas de personas a las que quiero y admiro a partes iguales.

Dejaría pasar los días y cuando todas vinieran a pedir explicaciones afrontar la situación como mejor se pueda.

Un mensaje de Tomás me sacó de toda esa tormenta de pensamientos que batallaba en mi apartamento mientras me tomaba una copa de vino.
<Necesito que vengas al estudio>. Sin más, seco pero firme.
Tampoco necesitábamos más contacto que ese.

Después de una ducha que me reinicio la vida me alisté y conduje hasta el estudio. Me puse algo nerviosa cuando vi su coche aparcado en la puerta.

-No seas estúpida Carlota. Te ha citado porque está aquí.- Me dije en voz alta para mi misma mientras cerraba la puerta de mi coche.

Me adentré en el estudio y sobre mi mesa de trabajo dejé mi ordenador y mi cámara.

Dos golpes firmes sobre la puerta abierta me asustaron y al alzar la vista Homer me miraba con una sonrisa. La típica sonrisa que alguien pone cuando sabe información suculenta sobre la persona que está mirando.

Mierda y más mierda!. De seguro Tomás le habría ido con el cuento a Homer y él ya sabría todo.

-Vienes como psicólogo o como hermano mayor?.- Rodeé la mesa y me apoyé en ella mirando frente a la puerta. Mirándolo a él.

Se acercó a mi y cuando estuvo lo suficientemente cerca habló.

-Como me necesites en estos momentos.- Me cogió las manos y las escondió entre las suyas por la diferencia de tamaño.

-Crees que soy una imbécil sólo que te lo callas.- Suspiré. -Yo también lo creo.-

Una risa inocente se le escapó y lo miré extrañada.

-Una imbécil serias si faltaras al trabajo. Si comenzases a drogarte de maneras gigantes. Y sino compartieses esa droga claro.-

Ahora los dos reímos antes sus palabras.

-No voy a llamarte imbécil por dejarte llevar por el corazón.- Suspiró. -Aunque eso me lleve a matar a mi mejor amigo.-

Me abalancé sobre su pecho y acurrucando la cabeza sobre su abdomen lo abracé tan fuerte como pude.
Era imposible que Homer fuese tan buena persona y tan buen amigo. Ni en mil vidas le devolvería todo lo bueno que me da.

-Sólo ten cuidado Carlota. Tomás no es malo ya lo sabes; pero igual tenéis que estar con otras personas y ser sólo amigos.- Me acarició el pelo.

Yo sólo pude asentir con la cabeza.

En parte tenía razón. Esa opción continuamente rondaba por mi cabeza. Quizás dejar todo en una bonita amistad sería lo mejor. Quizás sería lo más sano.

-Ahora tengo que reunirme con él. Me puso por mensaje que viniera.- Me separé de Homer y tras mirarlo le sonreí. -Gracias por hacer de hermano.-

-Esta en el despacho de reuniones. Esperándote.-

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora