Capitulo 22

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Un par de semanas habían pasado, ni por asomo dejé de quererlo, es más, me atrevía a decir que me había vuelto loca, cada día que pasaba lo echaba más de menos. Revisaba sus redes, pasaba por su departamento; cosas que solo una demente haría. Definitivamente había perdido la cabeza.

Las entregas se volvieron más difíciles, no toleraban mucho que una chica pudiese hacer ese tipo de cosas sin tener la protección de un hombre; y aunque los chicos siempre me acompañaban no quitaba que tuviésemos que meternos en peleas por algún bocazas. Era asqueroso sentir como a una chica la respetaban solo por su novio; 'Ya te abandonó Tomás' 'como sobrevivirás ahora muñeca' y mil mierdas de ese estilo me tocaba aguantar. Por el contrario también me ayudo a ser más fuerte, H y Lucho me enseñaron a pelear, incluso me regalaron una pistola que por suerte aún no había utilizado pero que siempre llevaba encima por precaución.

Mamá y Mateo se enteraron de todo lo que hacía, pero pensaban que sólo era hierba, si llegan a saber que cocaina también me habrían mandado de una patada en el culo a España; Para evitarme todos esos problemas alquile un apartamento y empecé a vivir sola, bueno, con Mya aunque pasaba tanto tiempo en casa de Mauro que solo pagaba el alquiler.

El trabajo en la cafetería había empeorado, Nacho había vuelto a Neuquén según Susana y aunque aún no lo había visto no me sentía muy segura en ninguna zona que no fuera mi apartamento.

-Me preocupa que pueda hacerme algo Julieta, sé que me la tiene jurada y paso la mitad de los días en la cafetería de su abuela.- Juli había venido a almorzar conmigo a la cafetería. Ambas comíamos en la barra. Prepare unos sándwiches, sus favoritos.

-Mira wacha, igual no estás saliendo con Tomás.- Me miro apenada. -Pero tenemos la mejor crew, te tocan un pelo y conocen al mismísimo Homer. Para ese pibe eres como su hermana.- Comió de su sándwich. -Ese no tiene pelotas a aparecer por aquí te lo digo.-

Como si nos estuvieran escuchando, la puerta de la cafetería se abrió. El recién nombrado entró y paseo su mirada por toda la cafetería hasta que me divisó y camino hacia nosotras con una sonrisa burlona en su rostro.

-Que hay Julieta.- La miró. -Carlota.- Ahora me miró a mi. Nosotras no dijimos nada, solo lo miramos. En su rostro tenía una pequeña cicatriz en el pómulo que automáticamente me hizo recordar al día que lo golpeé con la pistola de Tomás. -Vengo a decirte que estoy en Neuquén para quedarme. Y como esto es de mi abuela, nos veremos todos los días.- Pasó detrás de la barra y se puso a mi lado. -Ahora que según me han contado no andas de novia con ningún idiota supongo que nadie vendrá a joder.- Besó mi mejilla y despareció dentro de la barra.

-Ahora si estoy jodida, sé que algo trama.- Julieta me miraba seria mientras negaba con la cabeza.

Estuve investigando sobre él después de aquel percance en la feria y resulta que no era ninguna bella paloma. La rivalidad entre el y Tomás venía de tiempo, todo relacionado con la droga. Había tenido muchos problemas también con mujeres, ese hijo de puta no respetaba ni a su mamá. Usaba la cafetería para blanquear dinero y a parte era socio de un club nocturno. Para nada era un buen tipo.

-Yo creo que deberías dejar el trabajo, te conseguiremos otro.- Negué con la cabeza. -Aqui te arriesgas demasiado, podemos venir a visitarte todos los días pero acabarás quedándote sola con él y dios que pase porque lo mato.-

Se quedó casi toda la tarde conmigo, pero Troca tuvo que pasar a buscarla porque tenían que ir a cenar donde sus papás. Estos dos resulta que si iban en serio, no como Tomás y yo, solo resultamos ser un reflejo de felicidad intermitente.

Al cierre de la cafetería Susana se tuvo que ir, lo que significaba que estaría sola con Nacho. Caminaba de un lado a otro recogiendo todo rápido para irme lo antes posible.

-Carlota.- Se puso detrás de mi y me olió el pelo. Este tipo era muy siniestro. -Ahora que no hay nadie rondandote me acuerdo de que tenemos algo pendiente.- Acariciaba mi brazo. Me giré rápidamente y lo empujé, idiota de mi qué no lo moví ni dos pasos. -Déjame tranquila Nacho, no quería nada contigo cuando tenía novio y no lo quiero ahora.- Me cogió de la mejilla y me miró enfadado. -Ni una sola mina me dice que no y ya van dos veces, una tercera no te la paso.- Se apartó de mi y cogí rápidamente mi mochila para salir de ahí.

Que mierdas le pasaba en la cabeza, como iba a comportarse de esa manera, creyéndose con algún derecho por encima de la gente. Si no hubiese estado tan asustada le hubiese dado un puñetazo en esa cara de idiota que tenía.

Llegué a casa y me di una ducha, quería borrar toda huella de ese asqueroso. No me acuerdo ni a qué hora me quede dormida, pero estaba en el sofá con la tele encendida cuando el timbre de mi apartamento empezó a sonar descontrolado.

-Ya voy.- Caminé hacia la puerta mientras seguían llamando. -Dije que ya voy.- abrí de mala gana. -Que demonios haces tú aquí.-

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora