Capitulo 17

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-He dicho que la sueltes, estás sordo o que gato.- Lucho forcejaba con el encapuchado que lo tenía sujeto.

Intentaba salir del agarré, mi espalda estaba pegada a su pecho y con uno de sus brazos me sujetaba del cuello. No hacía mucha fuerza, ninguno de los dos hablaba y Lucho no paraba de insultarlos. El que tenia a Lucho tirado en el suelo sacó un arma y apuntó hacia a mi. Mierda. Estábamos jodidos y ni si quiera nadie sabía que estábamos aquí. Las palabras de Tomás prohibiéndome venir pasaron por mi mente.

-Vas a disparar a una mina, maricón.- intentaba levantarse del suelo pero le era imposible. -Si la matas todo esto está podrido. No sabes quién protege a esta wacha.- Lucho gritaba.

Me removía nerviosa intentando escapar. El tipo que me tenía acercó su cara a mi nuca. Simuló el ruido de una pistola cargándose con su boca y habló. -Pum.- No sé cómo lo hice pero me liberé de su agarre y me giré rápidamente propinándole un puñetazo en lo que parecía su nariz, con su capucha no podía verlo bien. Se separó de mí y se agachó tocándose la cara como si le hubiera hecho daño.

El otro tipo estalló de risa, soltó a Lucho y se quitó la capucha dejándome reconocerlo. -Cásate con ella ya pedazo de salame, mirá que te ha partido bien la cara.- Lucho se levantó y vino hacia mi abrazándome pero yo me solté de él y me acerqué al otro quitándole la capucha.

Fue ahí cuando lo vi, Tomás se escondía detrás de esa capucha negra y un hilo rojo de sangre bajaba por su nariz. Realmente si le había partido la cara. El otro idiota encapuchado era H y ambos no paraban de reírse al ver las caras que se nos habían quedado a Lucho y a mi.

-Esta wacha no necesita protección de nadie, si puede con el mismísimo Tomás Campos.- H reía con ganas y cuando me dirigí a él y lo empujé fuertemente cambió las risas por un semblante serio.

-Son unos hijos de remil putas. Me hicieron cargarme en las patas.- Luchó cogió las bolsas del dinero. -Que pretendían hacer gatos.-

Tomás se dirigió a Lucho y lo cogió del cuello. -Te creías que no iba a seguir a mi novia. Tan estúpido me crees para no saber que ella iba a convencerte de que la trajeras. Llevo todo el día detrás de vuestro culo y no os habéis dado ni cuenta.- Lo soltó y dirigió su vista hacia mí. -Y tú, siempre empeñada en hacer lo que quieres, que pasa si llega a salir mal, que pasa si no llegamos a ser nosotros boluda.- escupió de forma seca.

Me acerqué a él y le tiré la bolsa de dinero a la cara. -Mira que mal ha salido, la mierda de confianza que tienes en mi. Pues te voy a decir una cosa, voy a hacer esto te guste o no. Tú verás si lo hago sola o contigo.- Cogí mi bolsa de dinero y lo agarré de la mejilla. -Límpiate la cara mi amor, una nena te hizo sangre.- le planté un pico y me largué al coche.

El camino a casa se me hizo eterno, Lucho conducía y Tomás iba delante. H y yo en los asientos traseros. Comentarios de Lucho y H sobre lo valiente que había resultado ser no paraban de salir de sus bocas, Tomás y yo solo guardábamos silencio. Al llegar a casa les pedí que me esperaran, entré y agradecí que no hubiera nadie. Preparé en una mochila ropa y más cosas y volví al coche. Dejamos a H y después Lucho nos dejó en el apartamento de Tomás.

Ninguno de los dos hablaba, más bien nos esquivábamos. Mientras Tomás preparaba la cena yo me di una ducha y cuando Tomás se metió a la ducha puse una lavadora y recogí lo poco sucio que había en todo el apartamento.

Solo es escuchaba la televisión de fondo y el sonido de los cubiertos mientras cenábamos en un ambiente más bien tenso. Recogimos y limpiamos lo de la cena.

Tomás buscó una película y se sentó en el sofá, yo me senté en el otro. Película de mierda la que puso pero no iba a hablarle ni para decirle que la cambiara. Se levantó de sitio y vino hacia mí para acabar tumbado con la cabeza en mis piernas, levantó un poco mi camiseta y dejó pequeños besos en mi vientre. Empecé a acariciar su pelo haciendo que él cerrara sus ojos con placer.

-Venga Tomás.- Abrió sus ojos y me miró. -Se que tienes cosas para decirme.-

-Tengo veintitrés años y he visto morir a dos amigos por estas mierdas, no entiendo tu necesidad de querer hacerlo.- Le acaricié la mejilla. -Mi única condición es que solo vas a venir conmigo, yo decidiré a qué sitios podemos ir y a qué personas nos podemos acercar.- Asentí. -Esta bien mi amor.- Me levanté y me dirigí a la cocina a por un vaso de agua. Él me siguió. Me senté en el pollete de la cocina y jugaba con mis pies que colgaban hacia el suelo. -Lo siento por el puñetazo pero creí necesario defenderme.- lo atraje hacia mi cuando se puso a mi lado, abrí mis piernas y lo deje colocarse entre ellas.

-Estás de broma wacha.- Escondió su cara en mi cuello y me dio un leve mordisco. -Te habría follado ahí mismo de como me has puesto. Mi nena peligrosa.- Me miró fijo a los ojos y puso su pulgar en mis labios, los acarició levemente y lo introdujo en mi boca. Yo lo chupe mientras tampoco quitaba su mirada de la suya. -La primera noche que te vi parecías tan inocente, pero mírate; mi bardera.-

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora