Capitulo 7

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Había optado por un vaquero ancho con un top de encaje negro y una air force blancas algo desgastadas. En este tipo de fiestas reinaba todo menos la elegancia. Modelos en busca de traperos medio drogados, droga y alcohol en cada rincón de la mansión y un sin fin de gente que solo quería desfasar todas las horas que fuesen necesarias. Aquí todos llevábamos una buena vida, pero después de todo, este tipo de fiestas te hacen recordar a donde perteneces.

Con mi botella partida a la mitad llena de fernet con coca miraba divertida como Roberto intentaba ligarse a un chico que según yo tenía novia. Él le hablaba como toda una perra en celo mientras que el chico lo trataba como si fuese el más macho allí presente.

Una vez cansado de no recibir ningún tipo de atención se dirigió hacía mí.

Le pase la botella para que bebiera mientras lo miraba divertida.

-Tenías razón.- Bebió más. -El pibe solo quería que te lo presentara.-

Yo solo me reí. -No me gusta.-

Roberto me cogió del brazo y me giro. -Mira ahí amiga.- Señaló hacia la puerta.

Y ahí estaba de nuevo; esta vez sólo. Tomás Campos. El hombre que más odiaba últimamente pero que fastidiosamente aún tenía algún efecto sobre mí.
Ya no tenía el pelo peinado hacia atrás, sino que más bien unos cuantos mechones sobresalían por la gorra que llevaba puesta. Maravilloso.

-Pensé que no vendría.- Me giré hacia Roberto que solo movía sus cejas de arriba abajo. -No te permito que pienses así de mi sobre el.- le golpeé el pecho de manera juguetona.-

-Hola Tomás.- Roberto miró por encima de mi hombro y sonrió.

Yo solo me giré lentamente y lo miré. Bueno más bien ambos nos miramos. Solo que yo lo hacia fijamente y él paseaba sus ojos por todo mi cuerpo.

-Hay cosas que nunca cambian.- Me guiño un ojo y sin más se perdió entre la gente que había en la fiesta.-

-Boluda te re quiere dar.- Me golpeó suavemente el brazo.

-Cállate.- Me rei. -Solo está marcando territorio. Es hombre.-

La noche siguió como todas. Todos bebíamos como locos, bailábamos, fumábamos y nos tomábamos fotos. Algunos ya habían subido a las habitaciones o estaban en los baños siguiendo la fiesta por su cuenta.

-Amiga solo será un segundo.- Roberto puso su mejor cara de galán y besando mi mejilla desapareció escaleras arriba con un moreno.

-Usen protección.- Eleve mi voz y reí a causa de unas copas de más.

No pensaba quedarme sola en una fiesta y menos si había venido con mis compañeros de trabajo. Me dirigí hacia ellos que estaban en la cocina y me senté encima de una mesa donde estaban algunos de ellos. Me acogieron a la perfección ya que todos parecíamos una pequeña familia.

El único problema. Ahí estaba Tomás otra vez con sus miraditas.

Entre tragos contábamos anécdotas chistosas y a veces hablamos sobre trabajo.

Tomás y yo hacíamos contacto visual de vez en cuando. No era para nada incómodo y ese era el principal problema.

Me estaba aburriendo de estar sentada y decidí salir al jardín a ver cómo algunos borrachos hacían el idiota en la piscina.

Me senté en una tumbona enorme y me encendí un porro. Un cuerpo más grande que el mío se sentó a mi lado. Cuando digo a mi lado significa que no quedaba distancia entre nosotros.

-Tenemos que hablar y lo sabes.- Su tono de voz era más serio que de costumbre.

-Pues aquí no será. No me interesa que me fotografíen contigo.- Lo miré. -Tampoco me interesa lo que tengas para decirme pero te escucharé.-

Me levante de la tumbona y comencé a caminar por el jardín con el detrás mía. Entre en una especie de cobertizo y cuando él entró cerré la puerta. Primer error.

No iba a encender la luz porque sino la gente vendría a chusmear y se veía suficiente con las luces de la fiesta.

-Mara quiere que deje de trabajar contigo.- Me miro fijamente a lo que yo sonreí. -Digamos que me lo ha prohibido.-

-Supongo que podemos romper el contrato entonces.- Me apoyé sobre la pared.

El negó con la cabeza. -La he dejado.-

Un silencio enorme se hizo sobre nosotros. No me esperaba esa respuesta. Él había dejado a su pareja para que siguiera trabajando para él y estaba con cara de que todo le importaba una mierda.

-No piensas decir nada Carlota.- Se aproximó a mi mientras miraba los tatuajes de su mano.

-Has dejado a la chica con la que me engañabas y con la que empezaste una relación cuando me pediste que te diera un tiempo para cambiar.- Lo miré fijamente mientras me mordía el labio. -Pues jodete Crakero. La vida es dura.-

-La he dejado porque nadie va a alejarme de ti.- Intentó acariciarme la mejilla pero le aparte la mano.

-Tú mismo té alejas de mi con tanta tontería. Éramos novios no sé si te acuerdas. Vivíamos juntos y teníamos una buena vida.- Había elevado la voz para soltar todo eso a lo que él me miró sorprendido. -Una vida que echaste a la mierda tú solito.-

-Y que te crees que no me arrepiento cada día de mi vida.- Se pegó más a mi. prácticamente nos estábamos gritando a centímetros uno del otro. -Me despierto y no estás tú. Logró algo y no estás a mi lado para apoyarme.-

Este hombre era un imbécil si creía que iba a decirme todo eso y me iba a quedar callada.

-Y porque mierda no viniste cuando yo te esperaba.- Lo empujé con todas mis fuerzas y creo que no lo moví ni dos centímetros. -Fuiste tú el que me engañaste a mi y sin embargo yo te esperé por un buen tiempo.- No podía guardarlo más dentro y se lo grité todo a la cara. -Ni te atreviste a decirme que me olvidara de ti que lo tuve que ver por redes sociales. Tenía que verte con ella.-

No me di cuenta del momento en que se abalanzó hacia a mi y con ambas manos cogió mi cara besándome con desesperación.

Sus labios, su respiración. Echaba de menos esta sensación y no me había dado cuenta hasta ahora. Su lengua y la mía luchaban por ver cual podía más. Después de unos minutos nos separamos por falta de aire y nos miramos a los ojos.

-Esto no está bien Tomás.- Suspire y me calló con otro beso.

-Ha estado demasiado bien Carlota.- Sonrió.

Negué con la cabeza y poco a poco me separé de él.

-Necesito pensar. Esto para ti no significa nada pero para mí es mucho.-

El solo asintió con la cabeza y con un silencio monumental salí del cobertizo. No estaba arrepentida para nada pero eso no significaba que fuera lo correcto.

Me fui de la fiesta huyendo de todo. Ni me acorde de que vine con Roberto; en su coche.

Caminé hasta casa recordando aquel momento en cada paso que daba. Lo fácil sería volver y pedirle que me besara toda la noche. Contarle cuánto lo había echado de menos y lo que ese beso me había hecho sentir. Pero simplemente no podía ser tan fácil.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora