Oportuno. -C.R.O

Capitulo 28

Me miraba en el gran espejo de la habitación de Tomás. Desnuda, analizaba todo mi cuerpo, veía cada centímetro amoratado y aunque doliera me obligaba a pasar los dedos por la piel dolorida para terminar de creerme que todo eso había sido real. De fondo, en el baño se escucha el agua caer en la ducha, Tomás estaba preparando todo para mi. Me limpié la lagrima que resbaló por mi mejilla y me obligué a mi misma una vez más a ser fuerte.

-El agua ya está calentita nena.- Se acomodó detrás de mí y con mucho cuidado paso sus brazos por mi vientre rodeándome en un tierno abrazo. -Todo esto va a curar ya lo verás.- acarició mis brazos y lentamente me separó del espejo llevándome al baño.

-Te esperaré fuera, no pongas el pestillo a la puerta y si necesitas algo solo entraré.- Analizó mi rostro. -Que pasa Carlota?.-

Me metí en la ducha y estiré mi brazo hacia el, no dudo ni un segundo en coger mi mano y caminar hacia la ducha, justo en frente de mi. El grifo del agua estaba abierto y como yo estaba debajo ambos empezamos a empaparnos. Reí tímidamente.

-Necesito que te duches conmigo, pero sin ropa bobo.- Tiré hacia arriba de su cabeza los mechones de pelo mojados que le tapaban el rostro.

Besó mi nariz y se separó de mi para comenzar a desvestirse ante mi atenta mi mirada. Esos cientos de tatuajes cubriendo su cuerpo, esos que tantas noches había trazado con mis dedos hasta cansarme. Los músculos de sus brazos se tensaban ante cada movimiento que hacía. Cuando se quedó completamente desnudó no pude evitar morderme el labio y es que me había quedado embobada ante tal imagen.

Su risa me sacó de mi trance. -Te gusta lo que ves reina?.- Sentí mi cara arder. Me había pillado mirando como una adolescente a su primer garche.

-No es mi culpa tener buen gusto para todo, incluidos los hombres.-

Quizás fueron un par de minutos lo que estuvimos debajo del agua calentita, abrazados. Él apoyaba su mentón sobre mi cabeza y yo escondía la cabeza en su pecho. Me relajaba escuchar los latidos tranquilos de su corazón mientras con una de sus manos trazaba círculos en mi espalda.

Lavó mi pelo y mi cuerpo, era cuidadoso, de vez en cuando dejaba besos en mi piel y cuando le toco lavar mi espalda baja no dudo en darme un pequeño bocado en una nalga sacándome una tímida risa. Me dejó ducharlo a mí, me ponía algo nerviosa que no sacara su mirada de mi, es el efecto que él tenía en mi, aún siendo mi novio removía mis sentimientos como la primera noche que lo vi.

Mientras me secaba el pelo y me ponía un pijama que él me había prestado hizo dos vasos de leche con café, uno para cada uno.

Saqué de mi bolso la hierba y todo lo necesario para hacerme un porro, lo arme en la cocina.

-Quieres?.- Fumé y se lo ofrecí. Agarró el porro y le dio dos caladas antes de dejarlo en el cenicero.

-Espero que la ducha y la hierba te ayuden a descansar.- Me cogió en volandas y caminó conmigo encima hasta la habitación.

Abrió las sábanas como pudo y me dejó en la cama. Cuando se quedó solo en bóxer se metió en la cama y encendió la tele buscando algo decente que ver.

-Creo que tenemos que hablar Tomás.- Dejó el mando en la mesita y me miró. -Crees que soy una asesina?.- Negó. -No se como sentirme al respecto pero es que no siento nada por haber matado a ese tipo.-

Suspiró y se rascó la nuca. -No tienes que sentir nada, estabas defendiéndote, entiéndelo.- No dije nada. -Te dije que debía matarlo yo, sabía que está mierda te iba a hacer polvo y aún así apretaste tú el gatillo, eso era cosa mía, defender a mi chica no dejarla matar gente por muy miserables que sean.-

Esta conversación me ponía nerviosa. No fui consciente de cuando me levanté de la cama y ande por la habitación. -Es que si tan solo yo te hubiera avisado de que venía días jodiendome de esta manera quizás esto nunca hubiera pasado.- y ahí caí en la cuenta, intentaba esconderle que Nacho me acosaba hace días y ahora yo solita se lo había contado.

Nuestras miradas se cruzaron, la mía era de preocupación y la suya reflejaba ira.

-Me estas jodiendo! Un tipo como ese llevaba días detrás de ti y me entero ahora Carlota.- Se levantó de la cama y en dos zancadas lo tenía a mi lado. -Porque cojones yo no sabía nada.- lo mire. -Dímelo Carlota.- Elevó la voz.

Mi voz era débil, quería llorar. -Yo pensaba que se cansaría de ir detrás de mí y simplemente me ignoraría.- jugaba nerviosa con la goma del pelo que tenía en la muñeca. -Nunca imagine que pasaría esto.- Susurré.

-Ese es el puto problema joder, tú solo imaginas, planta de una puta vez los pies en el suelo y mira lo que te rodea. Vives en un pueblo de mierda, en un barrio de mierda y tú puto novio va por ahí con una pistola vendiendo droga. Empieza a ser consciente de una maldita vez.- Habló alterado mientras me señalaba con el dedo y hacía mil gestos más.

-Consciente.- Reí amargamente. -Crees que no lo soy.- limpié las lágrimas que empezaban a salir. -Yo recibí los golpes, los insultos, joder soy yo la que estaba desnuda en el suelo a punto de ser violada.- Grité y estaba a punto de decirle más cosas cuando un golpe me asustó.

-Cállate la boca, no vuelvas a decir eso.- le propinó un puñetazo al espejo y este se rompió en mil pedazos. -Cállate porque no puedo parar de pensar en lo poco hombre que soy, yo en un aparcamiento de mierda y tú a punto de ser violada o asesinado por un hijo de puta.- esto último lo dijo en un hilo de voz pero conseguí oírlo.

Se sentó en el suelo, rendido, dolido, lo vi más vulnerable que nunca.
Mi Tomás, siempre tan serio y apuesto, intentando demostrar que por el bien de todos había que tenerle respeto, ahora estaba en sus horas bajas, sufriendo a pecho abierto sin importarle lo que pueda pensar de él.

Me acerqué a él y cuando vi la sangre correr por su mano me asusté.

-Tomás déjame ayudarte.- Me agaché a su lado y al ver que no tenía pensado moverse ni un solo centímetro corrí por el botiquín y volví a su lado.

Estaba llorando, las lágrimas caían por su cara y se perdían en su cuello.

-No lloro por la mano, solo es un corte. Pero me duele aquí.- y señaló su pecho, justo en el corazón.