Capitulo 16

1.2K 46 3
                                    

Siempre he pensado que no hay mayor sensación que la calma, quizás puede parecer un sentimiento muy simple, pero al menos es verdadero, sentirse a gusto, conforme con uno mismo y con todo lo que lo rodea, puede parecer una bobada pero todo lo que es bienestar conforma la vida.

Ese mismo sentimiento me invadió el cuerpo cuando abrí los ojos y divisé la habitación de Tomás, la luz del sol entraba por la ventana y ambos estábamos desnudos, abrazados entre las sábanas.

Hace cosa de un mes que volvimos de Villa Gesell y se podría decir que habíamos afianzado nuestra relación de una manera superior.

-Trabajas hoy?.- Preguntó Tomás mientras abrazaba mi cintura y me besaba el hombro. -No amor, hoy y mañana me toca festivo.- Me senté encima de él. -Tienes algún plan en mente?.- Jugueteaba con sus mechones de pelo y repartía besos por toda su cara. -Tengo una entrega con Homer, pensaba que quizás podías quedar con las chicas y luego vernos.-

Ahí veníamos de nuevo, siempre el mismo cuento, las dichosas entregas.

-Quiero ir, me has enseñado a usar un arma según tú por mi protección, pero protección a que si no me dejas hacer nada.- Me levanté de encima suyo y caminé desnuda hacia el baño.

Lo escuché bufar. -Estoy cansado de discutir siempre la misma mierda Carlota. Te voy a decir siempre que no deja de insistir.-

-Yo si que estoy cansada de siempre la misma mierda, trabajo como una esclava en una cafetería; tengo que ayudar a mi mamá en casa y no gano una mierda.- Lo apunté con mi cepillo de dientes. -Sabes que eso arreglaría muchas cosas Tomás.-

-Y también se que no quiero esa mierda para ti, yo le daré a tu mamá toda la plata que sea suficiente pero por favor cállate ya con este jaleo.- Se acercó a mi e intentó tocarme pero me alejé. -Crees que necesito que mi novio me mantenga Tomás, no me conoces un culo entonces. Pero tranquilo, si no quieres tratar más está mierda yo ya me callo.- Comencé a vestirme. -Salúdame a H.- Y sin más me fui.

Igual yo sabía que él tenía razón, solo quería cuidar de mi, realmente estaba agradecida por tener un novio tan protector, pero que no me dejaran hacer lo que yo quisiera no iba conmigo y ni el mismísimo Tomás Campos podía evitarlo.

-Hola Luchito.- Sonreí al escuchar su voz a través del teléfono. Sabía que a él le importaba todo una mierda y que no iba a decirme que no. -Me enteré que hoy tienen una entrega; y quiero ir, necesito el dinero.- Escuché como se encendía un cigarrillo. -Tomás sabe?.- Negué. -Si te pasa algo soy pollo, pero dale, donde te recojo?.-

Acordé con Lucho que me recogiera en casa, le pedí mil veces que no le dijera nada a Tomás, si se enteraba yo misma iba a confesar todo, pero si no, un disgusto que se ahorraba.

Me puse un jean ajustado negro con rotos en las rodillas, un top con tirantes acompañado de un buzo color negro bastante grande que le quité a Tomás; y por supuesto unas air force. Muchas veces Tomás me contaba historias de como tenían que saltar vayas para huir de la policía y tenía que llevar el calzado adecuado por si las moscas.

-Si algún día el Cenfe decide dejar de comerse todo eso, llámame flaca.- Lucho me miró de arriba abajo. Yo me veía bastante simple, pero quien soy yo para entender los gustos de los hombres. -Arranca y vámonos antes de que nos vea mi mamá.- Reí y prendí el porro que Lucho me acababa de pasar.

En el camino Lucho me advertía de lo que nos podía pasar, me contaba como iba la cosa y la plata que podíamos ganar si todo salía como él esperaba, al principio me pidió que sólo lo esperara en el coche y que me daría igual mi parte; yo no era una cagada y no iba a dejar que eso ocurriera.

Llegamos a un barrio por el cual nunca había pasado, ni de lejos; se notaba que el nivel de vida era mucho más bajo. Apenas había gente en la calle y cómo llevaba la ventanilla bajada en algunas casas se escuchaba escándalo.

Lucho aparco en frente de unos edificios abandonados. -Repartimos acá y volamos flaca. Tomás está en la zona y si nos ve habrá bardo del bueno.- le revolví el pelo. -No te da miedo vender droga pero si Tomás, wacho cagón.- Me miró mal y reí. -Gracias por confiar en mi Lucho.-

Cogimos unas bolsas que llevaba en el maletero y entramos en el edificio, tuvimos que subir cuatro pisos andando. Él llevaba tres y yo otras tres, las miraba con duda hasta que me lo contó; cocaina. La temperatura dentro era más bien fría y todos los hombres que había dentro me miraban y me silbaban, pedazo de virgenes.

Yo no articulé palabra en ningún momento, sólo hablaban Lucho y otro chico, el supuesto comprador. Le entregamos las bolsas y él nos dió otras dos, contenían el dinero. Un nudo se formó en mi garganta cuando oí un 'Nacho te llamará más tarde.' pero la mayoría de población Argentina podía llamarse así nada que ver.

-Esta linda la nueva.- habló aquel chico. Se acercó a mi y me escaneó sin disimulo. Yo lo miraba seria, no iba a darle el gusto de que me viera nerviosa o asustada. -Igual estaría mejor trabajando para nosotros.- guardó un mechón de pelo detrás de mi oreja y yo de un manotazo aparté su mano de mi. -Deja de joder, ya nos vamos.- Lucho me cogió de la mano y me saco de esa habitación para salir de ese edificio.

-Que asco de gente, son verdadera mierda con las mujeres, estás bien Carlota?.- Le dediqué una sonrisa.

Cuando íbamos por el segundo piso dos encapuchados se abalanzaron contra nosotros, Lucho cayó al suelo de una patada y mi visón se nubló a causa de que uno de ellos tapó mi cara con sus brazos.

-No me jodas. Suéltala hijo de puta.- fue lo único que logré escuchar.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora