CAPITULO 3 (II)

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Chicas desnudas, gente borracha y un sin fin de alcohol y drogas a disposición de todos. Había perdido la cuenta de la cantidad de alcohol y marihuana que había ingerido, por no hablar de las maravillosas pastillitas de colores.
Podría detallar más a fondo el ambiente de la fiesta y aún así no podrían comprender su magnitud.

Había cruzado un par de miradas con Ecko en cada ocasión que alguno se cruzaba en la visión de otro y a decir verdad ya no me importaba una mierda que ese pedazo de pibe comenzase a ser mi 'jefe'. Esta noche solo quería una cosa.

-Dale amiga acercate a Nachito.- Me miraba y sonreía mientras bailábamos. -Conozco a toda la gente de esta fiesta no voy a estar aburrida si desapareces.-

Me arrebató la bebida que tenía en las manos y se la bebió de un trago. -Tenes que ir a la cocina por más bebida donde justo está el.-

A quien quería engañar. Estaba deseando ir y acabar con esta tensión sexual. Un par de chicos esta noche habían intentado chamuyarme pero aunque lo intentara disimular yo también tenía un objetivo.

-Atentas de los móviles por si algo pasa va?.- La abracé y besé su mejilla. -Te quiero Cazzuelita.-

Me dirigí a la cocina y ahí estaba el; con un grupo de chicos. Solo conocía a uno llamado Kaleb. Un grande de la música también.

Cruzamos miradas y comencé a servirme una copa. Poco tiempo después sentí como su cuerpo estaba detrás mía. Era más abultado y alto que yo pero para nada intimidante.

-Disfrutas de la fiesta carlota?.- Se posicionó a un costado mío y bebió de su copa.

-No está mal. Quizás podría mejorarse pero no está mal.- Lo imité bebiendo de mi copa y mientras le sostenía la mirada relamí mis labios.

Noté como tragó saliva y lo celebré internamente.

Me senté encima de la encimera donde a un lado estaba todo el escabio y dejé mi copa detrás de mi.

-Ahora que vas a trabajar para mi quizás también debería contratarte para organizar eventos.- Su todo de voz era divertido y algo seductor.

Con algo de seguridad reposo su mano encima de mi pierna desnuda y de un movimiento se colocó entre mis piernas. No le resultó nada difícil ya que yo las abrí ligeramente gustosa.

-No creo que en eso necesites mi ayuda.- Nos miramos a los ojos y sonreí. -Seguro que tú solito sabes cómo animar todo esto.-

Me incliné un poco hacia delante. Estaba a centímetros de sus labios gordotes y solo quería comerle la boca.

Como si me hubiese leído el pensamiento apoyó la otra mano en mi otra pierna y comenzó a subir ambas lentamente hasta que se perdieron por mi falda y antes de llegar a la cadera paró.

-Que importa la fiesta de mierda si para ti y para mi está en otro lado.- Soltó sin un ápice de vergüenza.

Y sin pedir permiso pegó sus labios a los míos y comenzamos a besarnos. No fue un beso desesperado sino más bien erótico y sensual. Sabía que esa boca no podía fallar en lo que hiciera.

Nos separamos por falta de aire y con sus dientes mordisqueó mi labio haciéndome gemir tímidamente.

-Llévame a ese otro lado.- Hablé contra su boca.

Me cogió de la mano y asegurándose de que bajara bien de la encimera apoyó su pecho en mi espalda y camino conmigo escaleras arriba donde supongo estaría su habitación ya que él guiaba mis pasos.

En la parte de arriba de la casa no se encontraba nadie cosa que me pareció hiper extraño dado que la gente en una fiesta solía escabullirse por todos lados.

Abrió la puerta y me empujó levemente de la cadera para que entráramos. Una vez dentro cerró la puerta con llave. Un perfume masculino algo caro y el olor a ropa limpia inundó mis fosas nasales.

Se quito la camiseta y las zapatillas lanzándolas quien sabe dónde y cómo un animal feroz apunto de abalanzarse a por su presa camino hacia mí. Enrollé mis piernas en su cadera y clavé suavemente mis uñas en sus espalda mientras nos besábamos.

Me dejo en la cama y poco a poco entre besos y caricias la ropa fue desapareciendo. De fondo podía escucharse débilmente el sonido de la música y el escándalo de las personas ya que mi atención estaba firmemente puesta en nuestros gemidos y jadeos.

-Siéntate.- Le ordene a la vez que comenzaba a hacerme una colita en el pelo.

Sabía por donde iba y obedeció al instante. Una vez estaba acomodado en el borde de la cama me arrodillé en frente de su miembro y sin pensármelo me lo metí en la boca. Estaba caliente y muy duro.

Comencé lamiendo la punta y masajeando con mi mano derecha de arriba abajo. Con mi otra mano libre estimulaba mi feminidad y mis pechos.

-Joder.- Exclamó Ecko una vez que empecé con un ritmo más rápido.

La cabeza para atrás, la boca entra abierta y su mano agarrando mi pelo para guiarme por donde a él más le gustaba. Esta imagen valía oro y ahora solo yo podía disfrutar de estas vistas.

Tenía pensado hacer que se corriera pero cuando tiro de mi brazo y acabé contra la cama supe que venía su momento.

Ahora el estaba arrodillado en el suelo frente a mi feminidad ya que mis piernas estaban abiertas.

-No reprimas nada nena.- Subió hacia mi para besarme y se volvió a colocar en su sitio.

Beso cada parte de mis piernas y como si le fuera la vida en ello comenzó con mi feminidad.

Absorbía, lamía e introducía dedos en mí mientras yo agarrada a su nuca no podía dejar de gemir y gritar su nombre.

Necesitaba más de todo eso y él lo entendió. Se colocó encima de mí y del cajón de la mesita saco un condón. Se lo arrebate de las manos y con los dientes abrí el envoltorio.

Bajo su atenta mirada y más jadeos deslice el condón sobre su miembro y restregándola un par de veces la coloque sobre mi zona. Nos miramos y no hizo falta decir que sería lo próximo ya que de una firme y fuerte embestida la tenía dentro.

Mis uñas en su espalda, su boca por mis pechos y mi cuerpo.

-N...Nacho.- Gemí contra su oreja y pase la lengua por ella.

Estaba lista para dejarme llevar entre tanto placer y notaba como él también. Cogí su mano y me introduje un dedo en la boca que lamí y mordí un par de veces. Acabe poniendo su mano al rededor de mi cuello y las mías las puse entre su cadera y sus nalgas para que acelerara el ritmo.

Un par de embestidas más ambos llegamos al orgasmo. Lanzó el condón atado a la papelera y se tumbó a mi lado pasando su brazo por mi cuerpo.

-Duerme conmigo reina.- Beso mis labios y se acomodó en mi cuerpo.

Reina. El me dijo reina y yo lejos de contestarle espiritualmente viaje a otro sitio, a otra persona; Tomás Campos. Él siempre me llamaba así porque una vez así lo fui para él. Pero ahora él tenía otra reina y otro castillo, y yo lejos de todo ese cuento y volviendo a la realidad enredé mis piernas con las de Nacho y besé sus labios antes de quedarme dormida.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora