Capitulo 38

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Bajamos del avión y ahí estaban Sol, Mauro y Tomás, reían despistados por algo que Sol les enseñaba en su teléfono, no sé habían dado cuenta de que nos íbamos aproximando a ellos.

-Osito.- Gritó Mya mientras corría a los brazos de Mauro que no tardo nada en recibirla con una sonrisa de enamorado en su rostro.

A su vez Homer besaba tiernamente a Sol mientras se saludaban y reían. Parecía el más malote de todos pero con Sol era un niño pequeño.

Me pilló desprevenida cuando Tomás me elevó del suelo y ejerció fuerza en mis piernas para que las enrollara en su cintura.

-No te vayas más mi amor.- Habló contra mi cuello y dejo pequeños besos por toda mi cara. -Me has echado de menos?.- Conectó sus ojos con los míos. Tenía pequeñas ojeras y su cara reflejaba cansancio.

-Cada instante crackero.- Cogí sus mejillas con ambas manos y nos besamos. Era un beso lento, quería demostrarle que no estaba mal con el. -Estamos bien verdad?.- El asintió con la cabeza y nos volvimos a besar.

El camino a casa se me hizo demasiado corto, íbamos poniéndonos al día y cantando alguna que otra canción que nos gustaba.

Una vez en casa me ayudo a desvalijar mi maleta y colocar todo. El apartamento estaba impecable y un olor a vainilla se hacía notar por toda la casa.

Me cambie de ropa a un short tipo malla y una camiseta de Tomás, el por otro lado llevaba un pantalón corto deportivo sin nada más.

Una vez todo hecho me tumbe en el sofá suspirando. -Echaba de menos la comodidad de mi sofá.- Me estire todo lo que pude.

Tomás levantó mis piernas y se sentó a mi lado poniéndolas encima suya. Me daba leves caricias por las piernas con las yemas de sus dedos.

-Mañana quiero que me acompañes al estudio, he escrito un par de temas y quiero que seas la primera en oírme cantarlos.- Me miró fijó.

-Claro mi amor, llevo tres días sin verte, ni con agua caliente me separo de ti ahora.- le saqué la lengua.

Abrió mis piernas y se tumbó encima de mi acomodándose en el pequeño hueco que había. -De momento me conformo con estar entre tus piernas.- Me dio un piquito en los labios.

Comencé a acariciar su pelo y baje por su cuello hasta llegar a su espalda. -Tomás.- levantó la cabeza y me miró. -Estos días he estado pensando que quizás lo que nos pasa es que soy algo intensa, no es bueno que necesite estar todo el tiempo cerca tuyo porque siento que no te estoy dejando respirar.- Me sinceré. -Hazme saber si necesitas algo de espacio.-

Suspiró. -Si en estos dos años siempre he conseguido la forma de llegar a ti no es para que ahora tú te alejes, Carlota no quiero otra forma de relación que la que tenemos.-

-Entonces que te pasa, se que la vida ahora nos ha cambiado y noto como tú cambias con ella.- Comencé a morderme las uñas síntoma de que estaba nerviosa.

Cogió mi mano con cariño y la alejo de mi boca. -Te prometo que sólo estoy ocupado.- Escondió su cara en mi cuello. -Me estoy esforzando en no tener que volver a la vida que teníamos antes haciendo lo que me gusta y eso me quita mucho tiempo.- Dejó un sonoro beso en mi mandíbula. -Pero tú sigues siendo lo más importante.-

-Viene bien oírte decir esas cosas.- Sonreí. -Yo solo quiero dormir contigo todas las noches.- Me sonrojé. -Y por supuesto echo de menos tener sexo a cada rato y en cualquier lugar.-

Su risa invadió todo el salón. -Cogeremos por todos Buenos Aires reina.- Me contagió la risa.

-Te amo.- Dijimos los dos al unísono y volvimos a reír para acabar besándonos.

Pasamos la tarde entre mimos y películas. Cocinamos una pizza, bueno más bien el se hacía el experto en masas y yo iba limpiando lo que él ensuciaba, preparó una carbonara que era mi favorita y sólo me dejo verla cuando la sacó del horno, la masa tenía forma de corazón. Me hizo tomarnos una fotografía con su obra de arte y después de mucho tiempo me publicó en sus redes sociales.

La noche nos había cogido. Lo observaba fumar un cigarrillo en la terraza de nuestra habitación. Siempre me había gustado mirarlo, era tan sexy.

Lo abracé por la espalda y con mis manos acariciaba su torso desnudo. Él se giró y puso el cigarrillo sobre mis labios para que le diera una calada, cuando expulsé el aire apagó el cigarrillo en el cenicero y besó mis labios.

-Toda la noche juntos.- Susurró sobre mi boca. Me cargó y camino hacia la cama donde me dejó.

-Toda la noche.- Sonreí y me quite la camiseta. -Ven Tomás, te he echado de menos.-

Se arrodilló a la altura de mis piernas y poco a poco fue quitándome el short mientras repartía besos por las zonas donde el short pasaba.

-Quiero esto todos los días de mi vida.- Mordió suavemente la parte interna de mi pierna haciéndome gemir. -Pase lo que pase te necesito conmigo.- Fue retirándome el tanga.

La excitación de sus palabras y esa manera tan pausada y a la vez caliente de tocarme me estaba volviendo loca. Cuando empezó a masajear mi zona pensaba que iba a morirme.

-Siempre tan preparada para mi.- Devoró mi boca mientras metía dos dedos en mi. Ya no había besos capaces de callar mis gemidos.

De un movimiento di la vuelta al asunto y me senté encima de él. -Esta noche te necesito ya.- comencé a lamer y morder su cuello.

Incline mi trasero hacia arriba y con una mano agarré su miembro frotándolo por mi zona. Sus jadeos me indicaban que necesitaba lo mismo que yo. Cuando mi humedad se mezcló con su pene lo introducí dejándome caer llenándome por completo.

Me agarré de sus hombros y comencé dando pequeños saltitos mientras él manoseaba mis nalgas. -Dale nena, móntame.- Sus ojos, ya negros por la pasión y el deseo se clavaron en los míos.

Me movía de una manera más violenta, tiraba de su pelo y clavaba las uñas en su espalda mientras estaba ocupado en succionar y morder mis pezones.

-Tomás.- Gritaba su nombre cada vez que me agarraba de las caderas apretándome más contra el. Me tensé al notar toda la electricidad recorriendo cada centímetro de mi cuerpo y él también lo notó porque empezó a penetrarme de una manera salvaje.

Apoyó su frente contra la mía, gimiendo boca con boca mientras nos devorábamos los labios. Nos movíamos al unísono y el sudor de ambos era uno solo.

Apretó fuerte los ojos y echó su cabeza hacia atrás mascullando mi nombre con esa voz ronca tan particular. Su miembro se ensanchó aún más y palpitaba dentro de mí mientras su líquido caliente me llenaba aún más si fuese posible. Deje de moverme poco a poco a medida que él iba acabando.

Nos quedamos en la misma postura, ahora abrazados, regulando nuestras respiraciones mientras nos mirábamos y sonreíamos.

-Nunca me abandones Carlota.- habló mientras retiraba un mechón de pelo de mi cara.

-No hagas que tenga que irme Tomás, te lo suplico.-

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora