Capitulo 42

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NARRA TOMÁS

Nunca había tenido una vida fácil, desde pequeño conocí el abandono de primera mano. En el tema familiar sólo podría recalcar una palabra; abandono.

Aunque ahora me deseasen miles de mujeres siempre había sido lo peor. El horrible y antisocial chico que se sentaba en la última fila esperando que nadie le hablase.

Una vez con quince años me enamoré y solo sirvió para hundirme más en la mierda. Cuando la chica se enteró me humilló delante de todo nuestro salón. Para ese entonces yo ya estaba perdido en la droga y solo terminé adentrándome más en esos mundos de miseria y ruinas.

Una mano me brindó la vida cuando conocí a los que ahora son mis hermanos. El 'grupito' de antisociales que se la pasaban vendiendo droga y creyendo que algún día serían más que eso. Que se jodan todos esos que no creyeron en nosotros.

La pubertad algo me ayudó, seguía siendo la misma basura pero con un físico bastante mejor. Atraía a chicas que sólo me servían para pasar el rato, combinaba el dolor de la soledad con el placer de conocer un cuerpo nuevo cada noche y aunque no me hacía sentir vivo me bastaba.

Años después apareció ella; un acento español con unas piernas de escándalo, su carcasa era espectacular, si me atreviera a preguntar por ahí seguro descubriría que media argentina pensó en ella de manera sexual. No podía culparla por ese físico de infarto.

Y yo era igual a todos ellos; cuando la vi parada en la puerta de Mya imaginé de cuántas formas distintas podría gritar mi nombre. Pero algo falló, sabía que algo iba a fallar cuando en esa discoteca comprendí que el que estaba cayendo ante sus encantos era yo.

Carlota. Ese nombre que no paraba de repetirse en mi cabeza. Conocerla de verdad sólo hizo poner más a punto la bomba. Como una chica tan fascinante por fuera pero aún más por dentro podía estar interesada en mi.

Diría que no pude evitarlo pero es que más bien no quise. No quise evitar que se enamorara de mi porque yo también me había enamorado de ella. Juntos éramos la fuerza más grande de la naturaleza. Yo seguía siendo el desastre de siempre sólo que con un motivo para salir de todo mal. Y ella me acompañaba en todo.

Ahora no logro explicarme como intente protegerla de todo mal; la salvé de mi mundo de mierda y de todas las personas de mierda que lo rodeaban. Y no logré protegerla de mi.

Le rompí el corazón a la única persona que aceptó, amó y no abandonó a Tomás Campos y eso no me lo iba a perdonar en la vida. Siendo egoísta acepto que mi perdón no me importa una mierda. Sólo me queda luchar por el suyo, por el perdón de mi perla.

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Después de media botella de black label y una caja de cigarrillos aún sentía la presión en el pecho de aquel momento tan amargo. La mujer de mi vida me había pillado siendo el ser humano más rastrero que jamás había conocido.

Ya no me quedaban lágrimas y todo el estudio estaba vuelto mierda resultado de mi ira.

<Te hundiste con todo pero no vas a arrastrarme contigo.> Sus palabras se repetían en mi cabeza una y otra vez.

Si tan sólo me hubiese alejado de la droga como ella me pidió tantas veces podría haber pensado con claridad cuando aquella tipa me la puso dura en un par de encuentros. Pero mi instinto animal aparecía más seguido de lo normal sucumbido por esta vida de trapero alejándome de lo que realmente amaba. Carlota.

Cogí mi teléfono del suelo y llamé a mi ángel de la guarda.

Dos tonos. -Que pasa Cenfe, hermano.- En cuanto escuché la voz de Homer comencé a llorar de nuevo. -Que cojones pasa tío.-

-La perdí. Me pilló H.- limpié mis lágrimas. -Esta vez ella no quiere volver.-

Homer suspiró. -No sé de qué hablas tío ya vas drogado?.-

-No lo entiendes joder.- Elevé la voz. -Carlota me ha pillado follando con otra en el estudio y no quiere verme más.-

Lance la botella que tenía en la mano y se estrelló contra la pared haciéndose añicos.

-No puedes ser tan idiota Tomás.- Me habló bruscamente. Estaba muy enfadado para llamarme así. -Eres consciente de que no puedo convencerla siempre de que te perdone si la sigues cagando.-

Para H Carlota se había convertido en una hermana pequeña y si no fuera porque yo también lo era seguro que vendría al estudio a meterme cuatro tiros.

-Por favor Homer. Será la última vez, sólo habla con ella.- suspiré. -Ayúdame hermano.-

-Hablaré con ella si. Pero sólo para ver cómo está. Ahora mismo no necesitará que le coman la cabeza sino que la ayuden.-

Y colgó. Seguro que me colgó para no decirme unas cuántas palabras que me merecía por cabrón.

Recogí el estudio y me dirigí a casa, quizás estaba ahí y aunque me echase de una patada quería verla otra vez.

Varias veces en el camino mire hacia el asiento del copiloto y recordé todo lo que habíamos vivido en este coche. No supe si volvería a subirse y me invadió la tristeza. Me lo merecía por hijo de puta.

Abrí la puerta del departamento y no había más que silencio. Todo estaba en su sitio como lo habíamos dejado esta mañana. Todas sus cosas seguían donde tenían que estar lo que me indicaba que ni si quiera había parado por casa.

Tres veces la llamé por teléfono. Tres veces que no obtuve respuesta y tres veces que pensaba que iba a desesperar cada vez que me salía el contestador.

Era una mujer muy impulsiva y aunque sabía cuidarse sola la preocupación de que pudiera pasarle algo me comía.

Donde estas Carlota. No dejes que te pierda.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora