Capitulo 21

889 45 0
                                    

Estaba horrible: cara pálida, ojeras marcadas, labios secos; que daño podía hacer una mala noche sumada a una tristeza que tardaría mucho en desaparecer.

Me obligue a ir al trabajo, no podía permitirme perder mi trabajo. Me tocaba abrir la cafetería y servir los primeros desayunos de la mañana. Salí de casa sin hacer ningún ruido, todos tenían la suerte de dormir tranquilos, todos menos yo.

Por suerte no había mucha gente y la que había pedían cosas sencillas. Aproveché para dejar todo reluciente, necesitaba mantenerme ocupada y no pensar en nada. Les pedí a los chicos que hoy no vinieran a desayunar, necesitaba asimilar muchas cosas y también quería estar un poco sola. Nunca salía a fumar mientras trabajaba, pero hoy realmente lo necesitaba. Cada cigarrillo calmaba mi ansiedad y quizás acabe fumándome más de los que debía.

La campanita de la puerta sonó y el chico que había destrozado mi corazón se sentó en frente mío, fuera de la barra.

-Necesitamos hablar, yo lo necesito.- Llevaba la misma ropa de anoche, los ojos rojos y más mechones de pelo que de costumbre caían por su cara, estaba hecho un asco como yo.

-No tenemos nada de que hablar y mucho menos en mi trabajo, no puedes presentarte aquí como si nada después de todo.- Le serví un café y guarde el dinero que me dio en la caja registradora. -La cagaste, quisiste hacerme ver que siempre va a ser a tu manera pero llegaste a un nivel superior.- El jugaba con su cuchara, lo conocía, estaba nervioso.

-Mirá Carlota, ambos cuando nos enfadamos somos demasiado pero es que tú estabas ahí, te juro que yo me lo estaba tomando como un juego, como hacemos siempre, nos enfadamos y al rato nos buscamos, pero esa puta se atrevió a todo. Fue ella tú viste qu..- Lo interrumpí. -Se lo que vi Tomás, ella comenzó todo pero tú ni te apartaste, parecía que lo estabas disfrutando.- Pegó un golpe en la mesa y me sobresalté. -Estaba disfrutando como nos poníamos a prueba joder, no besarme con una puta.- elevó la voz. -Tú también lo disfrutabas no te hagas la Santa, también te estaba gustando como ese imbecil te bailaba y yo me ponía celoso.- me miró fijo.

Suspire. En el fondo tenía razón, todo esto nos había pasado por jugar con fuego constantemente, seguramente si esa chica no hubiese hecho nada nos habríamos cansado de tonterías y nos habríamos ido a casa de Tomás.

-Por eso mismo Tomás creo que no debemos salir más. Si seguimos así acabaremos peor de lo que ya estamos y no nos merecemos más daño. Podemos ser amigos.- su risa me dejó confundida. -Amigos y una mierda, me dejas y me venís con esas, te la hago corta, decide bien que quieres hacer y si es lo que quieres me largo de tu vida.- Habló tajante.

Siempre todo tenía que ser a su manera y ya me estaba cansando, me dolía en el alma una vida sin él pero no podía seguir cediendo ante todo lo que él quisiera. -Esto se acaba aquí Tomás, te quieres ir de mi vida del todo, te abro la puerta.- Se que fui cruel, con ambos, pero con el todo tenía que ser de esta manera.

Se marchó, no dijo nada y salió de la cafetería. A través de la ventana vi como se iba en su coche.

Aguante como pude las pocas horas de trabajo que me quedaban y cuando me cambie para irme a casa me derrumbe en el vestuario. Necesitaba sacar la presión que me comía el pecho, aunque fuese a través de lágrimas. Lo había echado de mi vida y me asustaba que me hubiese desterrado para siempre. Que sería de nosotros el uno sin el otro, como seguiría la vida sin su risa, sin su amor a cualquier hora del día sin importar el lugar, que sería de mi sin él y de él sin mi.

Estaba segura que después de un amor así ya nada sería lo mismo, había dejado su huella tan dentro de mí que no sería capaz de borrarla.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora