Capitulo 10. (II)

668 32 0
                                        

Ni pude ni quise contener nunca lo que sentía por Tomás porque creía que era lo mejor que me había pasado en la vida. Con el tiempo me demostró que me amaba como yo a él. Me salvó de situaciones de mierda en las que siendo sincera sin él quizás ni estaría viva. Le disparé a un tipo que se obsesionó conmigo e intento violarme y Tomás estuvo ahí para sanar todas mis heridas tanto físicas como emocionales.

Ahora lo veo claro; o eso creo.

Relamí mis labios justo después de escuchar sus palabras. Subí mis manos de sus hombros a su mentón y como si fuese lo último a hacer antes de morir pegue mis labios a los suyos.
No tardó ni dos segundo en seguirme el beso. Esta vez no era uno tan desesperado sino que más bien demostrábamos calma y seguridad con esa chispa de intensidad provocada por las ganas.
Nuestras lenguas no peleaban sino que más bien bailaban.
Subió una de sus manos a mi nuca y me pego más a él.
Parábamos de besarnos por la falta de aire y tras respirar costosamente un par de veces volvíamos a hacerlo.

Separé mi cara un poco de la suya y busqué su mirada con la mía.

-Por qué has cambiado de opinión sobre grabar aquí después de verme casi sin ropa?.- Solté sin más.

Me había dejado un poco mal aquella reacción y necesitaba saberlo aunque me jugara que no me gustara la respuesta que podría darme.

Sonrió y dejó un pico sobre mis labios antes de hablar.

-Dime que piensa esa cabecita.- Acarició mi mejilla.

Iba a serle sincera porque necesitaba que él también lo fuera conmigo.

-Ha cambiado un poco mi físico y pensé que no te gusto.- solté de una.

Analizando la situación ahora parezco un poco ridícula pensando y preguntando eso pero después de que te engañen tú cabeza no es la misma de antes.

Ahora ya no sonreía. Volvía a estar serio.

-Desde que abriste la puerta de casa de tu madre hasta ahora he pensando que eres perfecta.- Apretó levemente mi cintura. -Y no consiento que pienses lo contrario.-

Con solo dos frases ya me tenia sonriendo como una idiota. Volví a besarlo pero esta vez con más ganas; con más deseo.

Aún enredada en sus piernas caminó como pudo arrastrándome con él hacia las escaleras de la piscina, una vez mi culo quedó apoyado sobre uno de los escalones el se apoyó sobre mi cuerpo sin aplastarme.

Comenzó dejando pequeños besos en mi cuello que fueron sustituidos por leves mordiscos. Clave mis uñas en su espalda y pase mi mano por toda ella subiendo de vez en cuando a su pelo dando suaves tirones.

Mi top empezó a ser incómodo debido a que a estas alturas estaba mojado por el agua de la piscina. Mi braguita de bikini también estaba mojada; sólo que por algo más que el agua.

Mi cuerpo estaba en un nivel de excitación que llevaba tiempo sin experimentar. Ese era el poder que Tomás siempre había tenido sobre mí.

Subió sus besos a mi oreja y tras darle una pequeña mordida susurró.

-Dime que quieres esto tanto como yo.- Jadeó.

Joder iba a derretirme bajo su cuerpo.

-Lo quiero.- Gemí cuando volvió a morder mi oreja.

Subí mis brazos cuando empezó a quitarme el top y una vez fuera la prenda volví a devorar sus labios.

Un pequeño instante se separó de mi. Analizó mis pechos y tras agarrarlos con énfasis comenzó chupándolos y mordisqueandolos.

Mis gemidos se iban intensificando con cada mordida.

-Lo necesito ya Tomi.- Conseguí decir entre jadeos.

Pegué fuertemente mi entrepierna a la suya y tras notar toda su dureza con su ayuda bajé su bañador que quedó flotando en la piscina

Sin pensarlo con mi mano agarré su miembro y comencé a masturbarlo.

-Mírame Tomás.- Le ordené.

Clavo su mirada en la mía. Sus pupilas estaban dilatadas y entre abría la boca debido al placer que le estaba otorgando. Simplemente maravilloso.

-Joder reina.- Exclamó. -Voy a follarte ya mismo.-

Sentí algo parecido a un orgasmo cuando lo oí decir eso.

Su mirada se oscureció un poco y en vez de quitarme la braguita como una persona normal de un tirón partió la tela.

Mordí mi labio fuertemente. Me había dolido un poco pero estaba tan excitada que hasta ese dolor me resultó seductor.

Con ambas manos separó mis piernas colocándose mejor en ellas. Miró atento mi feminidad y me miró de la manera más enfermiza posible.

Yo con mi mano aún en su miembro lo dirigí a mi entrada y comencé a frotarme con él. Pequeños espasmos se apoderaban de mí cada vez que su pene rozaba mí clitoris.

Lo coloqué justo en mi entrada y de la forma más brusca; de una sola embestida, lo introdujo entero en mí.

Me aferré fuerte a sus hombros y un pequeño grito salió de mi boca.

Con una mano apretó mi culo fuertemente y con la otra me sostuvo por la espalda mientras me daba embestidas sin cesar.

Pasé mis manos a su cuello sin ejercer mucha fuerza e hice contacto visual de nuevo con el.

Durante un tiempo sólo se escuchaban sus jadeos y mis gemidos. Ya bastante nos decíamos con la mirada.

Sus penetraciones cada vez eran más rápidas y furiosas haciéndome olvidar por completo lo incómodo que era el dichoso escalón de la piscina.

Notaba como mi orgasmo se aproximaba y una fuerte corriente eléctrica se apoderó de todo mi cuerpo cuando él apretándome más contra su pecho dejó caer su cabeza en mi cuello y tras decir demasiado alto mi nombre se dejó llevar dentro mía.

Me costaba respirar y mis piernas y mi abdomen temblaban. A él tampoco le estaba siendo muy fácil recuperarse. Ahí estábamos todavía en la misma posición, ninguno de los dos tenía prisa por soltarse.

Cuando salió de dentro mía sentí un vacío terrible que poco a poco dio lugar a una calma absoluta.

Junto su frente con la mía y empezó a darme suaves besos en los labios los cuales correspondí gustosamente.

-Deberíamos salir de aquí o acabaremos arrugados como pasas.- Dije calmada y sonreí.

El negó con la cabeza.

-Si salimos de aquí te irás.- Colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja.

El tono de voz y su mirada de verdad reflejaban que no quería que huyera ni nada por el estilo después de lo que acabábamos de hacer.

A estas altura aunque fuera solo por esta noche mi corazón estaba lo suficiente ablandado como para no ceder a lo que él quisiera.

Me crucé de brazos y lo miré con una ceja elevada.

-Y yo pensando que no ibas a dejarme un hueco en tu cama.- Terminé sonriendo cuando vi sus ojos iluminarse.

Sin decir nada más me cargó en su cuerpo y salió de la piscina adentrándose conmigo encima hacía la casa. Atravesamos todo el camino desnudos y mojados hasta que llegamos a su habitación donde tras cerrar la puerta con la pierna me dejó suavemente sobre la cama.

Me metí dentro de las sábanas y cuando él lo hizo también enrollé mis brazos y mis piernas en él. Como cuando un niño juega con plastilina y mezcla dos colores hasta que acaba siendo uno. Así estábamos.

-Así debería ser siempre.- Interrumpió el maravilloso silencio que había en la habitación.

Y una parte dentro de mí quería que así fuera. Esa parte quería quedarse con él para siempre en esta habitación, sin ninguna preocupación que no fuera nuestra relación.
Pero la parte dañada que él había dejado dentro de mi tiempo atrás no lo tenía tan claro.

Oportuno. -C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora