IX| Injusticias

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—Y aquí es el invernadero, aquí tenemos plantas extrañas, hay algunas que hasta chillan— señalo Victoria el lugar, después de clases, Aerys y Victoria se encargaron de darle un recorrido por las instalaciones externas del colegio— Y finalmente hemos llegado al campo de Quiddich.

Maeve miro el lugar y a los jugadores, fruncio el ceño al ver que solo habían hombres en equipo.

—¿Por qué no hay mujeres?

Victoria se sentó a su lado.

—Si hay mujeres pero no siempre asistimos, yo formó parte del equipo.

—¿Por qué no asistes?

—No es una pérdida de tiempo, me gusta el juego pero al final nosotras no jugamos en los partidos importantes, solo los hombres, es una regla que pusieron desde que Lily Potter tuvo un accidente en su escoba pero sigue jugando, es una forma de protección.

Maeve miro maravillada como montaron las escobas y flotaron en el aire, alguien soltó un silbido y el partido de entrenamiento comenzó.

—¿Yo podría entrar?— le pregunto.

Victoria le sonrio.

—Claro, solo que primero debes aprender a montar una escoba—la miro—¿Quieres que te enseñe?

Aquello alegro a Maeve y como una niña pequeña sonrio ampliamente.

—Entonces, sigueme.

Victoria guió a Maeve hacia los cambiadores, se detuvo y la miro.

—Espera aquí, iré por una escoba y por una persona.

Maeve asintió con la cabeza mirando a su alrededor, observo que los casilleros estaban pintados con los colores de la casa y luego alguien carraspeo, se giro y su emoción se esfumó.

—¿Que haces aquí?

Victor la miro.

—Es para los jugadores de Quiddich y yo soy el capitán, ¿Por qué crees que estoy aquí?

Maeve paso a su lado, no quería perder el tiempo discutiendo con el, porque tal parecía que se volvieron enemigos. Victoria llegó a su rescate y le extendió una escoba de color negra.

—Bien, ya tenemos todo— Maeve sonrio aún más ante sus palabras— Mi hermano Victor se ha ofrecido a enseñarte.

—¿Que?— exclamó Victor y Maeve al unisono.

—¿Que? ¿Por qué me miras así? Necesitaba a un profesional y esa no soy yo— se señalo—Nos vemos en la cena.

—¡Victoria! ¿Que demonios?— le pregunto a grito su hermano pero ella lo ignoro.

Maeve dejo la escoba sobre la banca gris y se cruzo de brazos, negó cln la cabeza, ella no iba a estar con él. Tomó sus cosas y se encaminó hacia la salida.

—Creí que querías aprender Quiddich.

—Si, pero no contigo—le contesto sin verlo.

—¿Que pasa Maeve? Yo quiero entablar una buena relación y tu te niegas, déjame ayudarte.

Maeve detuvo su andar y se giro a verlo, pudo ver como borraba su sonrisa divertida, ella sonrio y asintió con la cabeza.

***

—Esto es tan injusto.

—Opino lo mismo, yo debería estar cenando— le contesto Victor mientras la ayudaba a subir a la escoba— Bien, es fácil, tienes que ordenale a la escoba, dile ¡Vuela poderosa!

Maeve lo observo con los ojos entrecerrados.

—¿Que?

—Esa es la palabra secreta Maeve— ella entrecerro más los ojos— Ves, no confías en mi.

Maeve miro la escoba.

—¡Vuela poderosa!

Pero la escoba no se movió y la risa de Victor inundó la cancha de Quiddich.

—¡Ah, me mentiste!

Entre risas el chico contesto.

— Se me ocurrió y quise intentarlo.

Maeve lo miro y se bajo de la escoba.

—¿Vas a rendirte?

—No me estas enseñando nada— le replicó Maeve mirandolo.

Tomo la escoba de Maeve y se monto en ella, luego estiro su mano a hacia ella.

—No puedo dejarte volar sola, no sabes hacerlo, vamos.

Maeve tomó su mano con desconfianza y se coloco frente a él, sintió el perfume  del joven cerca de ella y con un golpe la escoba comenzó a subir, se aferro a ella con fuerza.

—Es muy alto— hablo al ver como el piso comenzaba a estar mas lejos.

—Si no te gustan las alturas, dudo que entres al Quiddich— hablo detrás de ella Victor— Es fácil manejarla...— coloco sus manos sobre la cintura de la chica y Maeve se tenso— Coloca las manos en la escoba, si la inclinas iremos hacia el frente y comenzará a moverse y si la haces hacia atras retrocedemos.

Maeve asintió con la cabeza e hizo lo que ordeno, con mano temblorosa coloco su peso hacia el frente y poco a poco la escoba comenzó a moverse.

—Bien, ahora frena y hazlo hacia atrás.

Maeve tomó la escoba y la hizo hacia atrás, esta comenzó a retroceder.

—Para ser muggle eres lista.

Maeve se giro a verlo.

—¿Que te hace pensar que un muggle es tonto solo por ser muggle?

—Lo dicen los libros—se encogió de hombros.

—¿Eres de las personas que le creen a todo lo que leen o escuchan?

—Creo en lo que veo— Maeve lo miro con los ojos entrecerrados— Pero tal vez, pueda decir que no son tan tontos.

La joven miro como el sol comenzaba a ocultarse detrás de las colinas.

—Es hora de bajar, no es seguro andar en una escoba tan tarde.




La gloire à mes genouxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora