XXXVII | Enemigos

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—¿Que haces aquí?— pregunto Victor mirandola.

Maeve solto  la primer respuesta que se formuló en su mente.

—¿Que haces tu aquí?

Victor alzó una ceja y miro Borgin y Borkes.

—Mi padre me mando a tratar ciertos asuntos peligros— se acerco a ella— No deberías estar aquí, estas sola y puede pasarte algo.

—No estoy sola— negó Meave mirandolo— Estoy contigo, aunque eso no es una gran ayuda después de lo que me hiciste.

—Eres rencorosa— le contesto el chico mirandola.

—Y tu un mentiroso

El chico negó con la cabeza.

—Basta, no voy a discutir otra vez— comenzó a caminar alejándose de Maeve.

Maeve parpadeo al verlo caminar.

—¿Me vas a dejar aquí?

—¿Que paso Maeve?— se giro a verla— Creí que venias con Simon.

—Bueno, es se ha ido.

Victor la observo.

—¿Te dejo aquí?

—No, no quise regresar con el— soltó negando con la cabeza.

—¿Por qué no? ¿Que te hizo para que pensaras así?

—Hizo algo que no me gusto— Victor asintió con la cabeza escuchandola— Me beso a la fuerza y no me gusto.

El rostro del joven se endureció pero de inmediato lo relajo, el no podía enojarse por algo así, no después de lo que le hizo.

—¿Puedo irme contigo de regreso a la madriguera?— pidió.

Victor la observo, el no pensaba regresar ahí pero cuando Maeve se acerco a él solo asintió con la cabeza, no iba a dejarla ahí sola en un lugar tan peligroso.

En silencio regresaron caminando, solo sus pasos se escuchan al caminar, Maeve lo miro de reojo.

—¿Ahora seremos enemigos?

—Siempre lo fuimos— contesto Victor sin verla, si ella quería un perdon más de su parte se equivocaba, no iba disculparse una vez más, ya lo había hecho.

Maeve apartó la mirada de el mirando el camino. Un perro ladró cerca de la chica y esta grito colocándose detrás del chico, el gran perro negro se acerco a ellos sin parar de ladrar.

—Sirius— exclamó Victor.

El perro negro comenzó a transformarse hasta convertirse en una persona, el hombre de cabello largo les sonrio, Maeve lo miraba con más terror.

—¿Que hacen en un lugar tan peligroso como este?

—Ningún lugar es peligros para mi teniendo el apellido que tengo— se encogió de hombros el chico.

Sirius le sonrio y miro a la chica.

—Lamento asustarte, soy Sirius Black, tío de Victor.

Maeve tomó su mano aún asustada y Sirius miro al joven.

—¿Es cierto lo que dicen?— pregunto— ¿Tomaras el puesto de tu padre?

Maeve miro a Victor.

—Si, es mi responsabilidad y lo acepto.

—Tu jamás quisiste— hablaron al mismo tiempo Maeve y Sirius, ambos se observaron.

—Alguien debe hacerlo, mi hermana Victoria no lo quiere y mis hermanos menores no tomarán dicha responsabilidad, tengo que hacerlo yo.

Sirius asintió con la cabeza.

—Si es lo que crees correcto— lo miro— Ire a la casa de tus padres ¿Se dirigen hacia allá?

—No, estamos quedándonos en la cada de los Weasley.

Sirius asintió con la cabeza.

—¿No me vas a presentar a tu amiga?

Victor y Maeve intercambiaron una mirada.

—Ella es Maeve, es la hija perdida de los Carrow.

—Un placer— hablo Maeve mirandolo.

—Entiendo, uno se convierte en perro un momento y pasan cosas extrañas aqui— contesto— ¿Los guió a casa?

—¿Iras como perro o como humano?

—Como perro, sabes que no puedo arriesgarme.

—Entonces vete dos metros lejos de mi, sabes lo que odio oler a perro.

Sirius soltó una risa ante ello y lo abrazo.

—¡Ay, no, estas mojado, sueltame!

Sirius lo soltó, se volvió a transformar en perro, ladró y camino frente a los chicos.

—¿Que, como...?

—Es animago, tiene la capacidad de convertirse en un animal por voluntad propia— le explico.

Un trueno sono en el cielo y los dos chicos miraron hacia arriba, entre los relámpagos la imagen de la marca tenebrosa había sido conjurada.

***

La lluvia se soltó y los truenos sonaban en el cielo, Sirius se había adelantado dejando a los dos adolescentes detrás, los dos jóvenes se colocaron debajo de un árbol mientras observaban la lluvia.

—No debiste salir.

—Tu tampoco— le contesto la chica y lo miro— ¿Que era ese lugar?

—Borgin y Borkes, un lugar malo—la miro— Para que gente mala, vil y cruel como yo.

Maeve lo observo.

—Tu no eres así.

Ambos se observaron por largos minutos y el le sonrio, apartó la mirada y observo el cielo.

—Realmente lo siento— hablo sin mirarla— Perdóname.

—Ya lo hice.

El la miro y negó con la cabeza.

—No es cierto, no le mientas a un mentiroso.

Maeve se acerco a él y lo miro fijamente.

—Eso no es cierto, no eres tan cruel y vil como lo dices.

Victor asintió con la cabeza y se recargo en el árbol mirando la lluvia, Maeve se abrazo con sus brazos y tembló. El joven la miro de reojo y se deshizo de su abrigo negro, se lo coloco en los hombros y ella lo miro.

—Gracias— le sonrió y el asintió con la cabeza, ella modio el labio dudosa de lo que iba a decir—Aunque me calentaria más otra cosa...

<<Maldita sea, sonaba mejor en mi mente>> se regaño Maeve en su mente, Victor la miro y sonrio de lado, satisfecha por ella Maeve se paso una mano sobre su cabello mojado.

—¿El tejón no supo calentarte?— le pregunto Victor alzando una ceja.

Maeve lo observo.

—No, no lo logro— apartó su mirada y sonrio— No creo que alguien pueda lograrlo.

Victor se acerco a ella y esta lo miro.

—¿Ni siquiera yo?

—No, y no te doy permiso de...

Maeve fue jalada de la cintura y pegada al chico cuando Victor la beso, entre el beso ella sonrio sin poder evitarlo.

La gloire à mes genouxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora