XLII | Mortifagos

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La gran mesa de la Mansión Ryddle estaba ocupada por todas las personas más cercanas de la familia, Harry Potter movía su pierna con nerviosismo y temor y una idea paso en su cabeza.

<<¿Acaso ahí hablaba Tom Ryddle cuando quería matarlo?>>

Todos vestidos de negro esperaban a la familia estelar de aquella historia, Victor se dio cuenta que ni Harry ni el eran los protagonistas que salvarían una vez el mundo mágico, pero debían intentarlo, una vez más.

—Que se apuren, debo ir a ver mi serie muggle— soltó Delphini Ryddle rompiendo el silencio, su hermano Victor la miro con ojos entrecerrados y negó con la cabeza.

Uno de los elfos de la familia anunció la llega de la familia Carrow, Victor Jr observo hacia la entrada mientras acariciaba a Nagini quien dormía sobre la mesa. El hombre de familia, Amycus llegó junto a sus dos hijas, Golden y Maeve vestían totalmente de negro, algo que a Victor se le hacía extraño, ella jamás uso negro en la escuela y su tez blanca lucia más pálida.

—Por favor, tomen asiento— pidió el padre del joven con amabilidad y una sonrisa.

Una sonrisa llena de falsedad y temor, Amycus había pedido hablar con el ¿Para que? Nada bueno.

Amycus tomó asiento del otro lado de la cabecera de la mesa, Maeve y Golden se colocaron a su lado, en un momento ambos jóvenes intercambiaron una mirada y la mirada de Maeve reflejo temor, algo que no era característico de la joven.

—Por favor Amycus, te escucho— pidió el hombre.

Amycus le sonrio un poco.

—Hace muchos años te pedí el favor de ocultar a mi hija de tu padre, es algo que jamas olvidare— hablo e hizo un pequeño asentimiento de cabeza mostrando agradecimiento — Sin embargo, mi visita no es para agradecer lo que has hecho por mi hija, no cuando tu primogénito se metió con ambas.

Victor se tenso ante las últimas palabras del hombre e intercambio una mirada con su padre, se sorprendió al ver el rostro tranquilo de su progenitor.

—Entiendo tu enojo Amycus y en nombre de mi hijo pido perdón por lo que pasó, recordarás que el no sabía sobre este secreto.

Amycus asintió con la cabeza sin dejarlo de ver, luego hablo.

—Odio los rodeos y quiero ser directo mi Lord— hablo Amycus.

—Por favor, basta de formalidades, dime Victor—pidió el nuevo señor tenebroso.

Amycus sonrio ante ello.

—De acuerdo, como tu lo has pedido— contesto— Seré directo y explícito. Desde que tu ascendiste al poder que era tu padre el mundo mágico ha tenido la paz que todos anhelabamos, pero recordarás que existe un libro en el que indica que las familias más puras pertenecerán a tu protección bajo la marca— los ojos verde de Amycus se posaron en Hermione Granger— Aunque has roto ciertas reglas...— murmuró.

Hermione alzó el rostro sin dejar de observar al hombre y pregunto.

—¿Detecto celos por no portar esto...?— pregunto señalando su antebrazo izquierdo en donde estaba dibujada la marca tenebrosa arriba de la marca que Bellatrix le había provocado, aquello había sido la burla más grande y más deseada que hizo Victor pensando en como su padre se retorceria en el infierno al ver eso.

Draco sonrio de lado mirando a su esposa.

Amycus apartó la vista de la castaña para mirar a Victor.

—Mi familia no posee la marca y vengo a exigirte que la tengamos para tener tu protección.

La sonrisa que Golden había mantenido en toda la reunión se desvaneció y observo a su padre.

—¿Que?— soltó en voz alta, la mirada de todos se poso en ella— No voy a portar esa horrible marca, arruinará mi estilo...

—¡Calla Golden!— ordeno su padre mirandola, luego regreso su vista a Victor— ¿Que dice mi Lord? ¿Nos aceptaría dentro de sus filas una vez más? No olvide que fuimos muy serviciales a su familia cuando su padre vivía.

El hombre fruncio el ceño ante la petición de Amycus.

—Lamento decirte que eso no es posible— negó mirandolo— La marca solo la tiene mi familia y personas más cercanas, lo lamento.

Amycus lo observo en silencio y luego asintió con la cabeza.

—Como quieras— contesto sin dejarlo de mirar y lo señalo— Solo te aviso que te arrepentirás de sacarme de esto.

El hombre Ryddle se acerco al hombre y ambos se observaron.

—¿Amenazas a tu Lord?— pregunto con voz gelida Victor.

Amycus sonrio y se dio media vuelta.

—Nos vamos— ordeno mirando a sus dos hijas y antes de salir por la puerta lo miro— Siempre has tenido todo. El poder y la gloria a tus pies, yo te la voy a quitar.

Maeve observo a Victor desde el otro extremo de la mesa.

—¡Maeve, no vamos!— ordeno su padre.

Cuando salieron de la mansión, una trueno resonó el cielo y segundos después una gran tormenta cayó sobre el mundo mágico.

—No pasará nada malo ¿verdad?— pregunto Harry mirando a Victor.

Victor había olvidado algo, el día que firmo y acepto ser el nuevo Lord que portaba la marca de su padre había obtenido un poder por cada familia que portaba la marca, cuando una familia se revelaba en contra suya ese poder lo perdía y el poder arrebatado podía ser más poderoso que el suyo.

En esa noche, padre e hijo pensaron lo mismo al verse: Amycus Carrow buscaba ser el nuevo señor oscuro y era hora de que el primogénito tomara el lugar.

La gloire à mes genouxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora