La gloire à mes genoux

XLIII | Ascenso al poder

Fleur paso una mano sobre el traje negro de su hijo, Victor se observaba en el espejo metido en sus pensamientos.

<<De todas las personas que te podías fijar, lo hiciste en Maeve, una muggle que humillaste por una apuesta y ahora es igual de poderoso que tu padre, bien hecho Victor>>

—¿En que tanto piensas?— pregunto su madre mirandolo de frente, la mujer rubia le sonrio— Cuando eras niño era lo que las querías, es más, se lo decías a tu hermana para hacerla enojar.

Victor le sonrio a su madre.

—Tienes razon— contesto— Y me pone feliz ser el heredo de mi padre y lider de los nuevos mortifagos, solo me preocupa hacer mal el trabajo y no tener el derecho de ser llamado "Lord"

Fleur le sonrio y paso una mano sobre su mejilla.

—Tu no estas preocupado por eso— el joven miro a su madre— Se trata de esa chica verdad.

Victor negó con la cabeza regresando su vista al espejo.

—Sabes que ninguna bruja me ha hechizo como tu siempre lo has dicho— miró a su madre y se señalo— ¿Como me veo?

Fleur le sonrio acomodando su corbata negra, preocupada pensaba en destino que le esperaba a su hijo al tomar un puesto que no quería y lo arrepentido que podría estar en un futuro al no tomar la decisión correcta.

***

El ascenso al poder era una ceremonia única de la familia Ryddle, antes era para proclamar al nuevo mago que destruiría al mundo mágico, ahora, lo era para proteger a todos los magos y brujas de todos los niveles de sangre. A la ceremonia, asistían las familias más poderosas del mundo mágico, aquellas familias que habían aceptado a la familia Ryddle sin importar que fueran mestizos.

Victor Ryddle observo la fotografía de su padre Tom, quien portaba una corona plata con los colores verdes de la casa de Slytherin quien se proclamó como el rey de dicha casa y de los mortifagos. Aquella corona había sido forjada entre el odio y rencor hacia los muggles, después de su muerte, su hijo la destruyó creando una nueva, una corona plata y con diamantes diminutos en las puntas que al reflejarse con el sol se veian los cuatro colores de las casas de Hogwarts señalando la protección hacia todos.

El primogénito varón de la familia llegó hasta el gran salón, su padre y su madre asintieron con la cabeza y los magos se arrodillaron al verlo, con paso lento y mirada fija sobre su padre avanzo hasta donde estaban sus progenitores, al llegar, coloco una rodilla en el piso y agacho la cabeza.

—Yo, Victor Ryddle de la Cour, perteneciente de la casa Ryddle y de la casa de origen francés Cour, primogénito entre el matrimonio de Victor Ryddle y Fleur de la Cour, nieto de Bellatrix perteneciente a la honorable casa Black...

Bellatrix se acerco a Draco y le susurro.

—Le ordene que dentro de las promesas agregara nuestro apellido o dejaría de llamarlo hijo—le sonrió.

Draco asintió escuchando las palabras de su tía.

—Siempre siendo tan manipuladora— murmuró el rubio así mismo.

—...juro solemnemente que protegeré el mundo mágico ante cualquier amenaza, incluyendo la sangre pura, mestiza, impuros y mundo muggle. Prometo respetar todas las leyes que rigen nuestro mundo y el muggle y ser la persona que se encargue de resolver los problemas y luego aceptar el lugar de mi padre tras su muerte.

Victoria, hermana melliza del joven sonrió ante esas palabras, ella sabía que podía hacerlo mejor.

Victor sintió el frío metal de la corona sobre su cabeza, lentamente alzó sus rostro y fijo sus ojos en sus padres, se enderezó con la cabeza en alto y se dio media vuelta sentándose en el trono de su padre.

Sus padres hicieron un asentimiento de cabeza y los magos invitados se arrodillaron ante el.

El padre del joven le sonrio a Draco quien odiaba arrodillarse ante alguien, lo vio haciendo muecas mientras lo hacía y luego pasó sus ojos en Harry Potter quien al lado de su familia movía sus manos con impaciencia al quererse levantar.

<<Oh padre, cuanto amarias ver a Harry Potter arrodillado ante ti>> pensó el hombre con una sonrisa.