XXXVI | Aceptar o rechazar

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Hogsmeade era un lugar más hermoso, Maeve observo los lugares a su alrededor.

<<Yo me encargare de todo— le habló el chico y la tomó de la cintura pegandola a él, Meave desvío la mirada y con una mano Victor hizo que lo mirara— Piensa que es para reforzar nuestra amistad>>

Maeve movió la cabeza de un lado a otro para alejar ese recuerdo de ella, coloco una mano sobre su cabeza y sintió la mano de Simon la suya y le sonrio un poco. Tantas mentiras que albergaba su vida, de un día a otro termino teniendo un apellido importante y en la persona que confío, la destruyó.

—Estas muy callada— hablo mirandola— Lamento la mala experiencia que tuviste con Victor pero creo que eso tiene algo bueno de esto.

Maeve se detuvo mirándolo.

—Desde que llegaste me llamaste la atención pero ¿Como un Hufflepuff como yo podía aspirar de una Slytherin como tu?— le sonrio y se acercó más a ella, el coloco una mano sobre su mejilla y Maeve sonrio forzadamente, el tacto del chico no le agradaba—Pienso que podemos conocernos mucho y mejor y que mejor forma que siendo novios.

Maeve entreabrio sus labios y miro como el joven se arrodillada frente a ella, los magos que pasaban cerca los miraron con extrañeza.

-Simon...- murmuró y el le sonrio aún mas- No se si es lo correcto.

El chico le sonrio.

-Puede ser lo correcto si tu crees que es lo correcto Maeve- tomó sus manos y depósito un beso en ellas, luego la miro- No tienes que contestarme ahora si no quieres, no quiero apresurarte u obligarte a que tomes una decisión, solo piensalo- paso una mano sobre su mejilla.

Simon ofreció su brazo y Maeve lo tomó con una sonrisa, continuaron caminando por las calles llenas de nieve de Hogsmeade, la mirada de Maeve se abrió al ver a Victor rodeado de sus hombre dirigiéndose a una tienda, este vestía todo de negro y se planto frente a Borgin y Burkes, una tienda de Magia negra y maleficios, algo que le había contado Lili.

Simon observo hacia donde veía y sonri internamente.

-No tienes porque sentirte mal, el te hirió Maeve, tu solo eres la victima- se coloco frente a ella y tomó su rostro entre sus manos, el tejón coloco sus labios sobre los de la chica, al separse le sonrio.

Maeve parpadeo sin corresponderle, le sonrió de forma forzada y dio un paso hacia atrás. Un golpe en la puerta hizo que ambos se girarán a la tienda, Victor los miraba desde la puerta.

-¿Sucede algo amo?- pregunto Scabior mirando al menor.

Victor apartó la vista de la pareja para mirar a los hombres de confianza de su padre que lo observaban interrogantes, negó con la cabeza y entró a la tienda con rigidez queriendo destruir todo lo que contenía la tienda.

Maeve lo miro entrar y sintió un dolor en su pecho, no le había gustado la forma en la Victor los había visto, sabía que no debía sentirse así por el pero simplemente no le gustó.

-¿Vamos por una cerveza de mantequilla?- propuso Simon.

Maeve asintió con la cabeza y tomo el brazo del joven dejándose guiar por el pequeño pueblo, mientras caminaban pensó en todo lo que había vivido con Victor.

¿Todo había sido una ilusión? Y si...

-Oh, olvide ir con Lili- soltó y Simon la miro- Perdóname Simon, Lili Potter quería que la alcanzará en la tienda de túnicas.

-Pero estamos de vacaciones- fruncio el ceño el joven

-Lo se, pero rompió la suya y quiere comprarla antes de que sus padres se enteren y la regañen- le sonrio- Estoy muy feliz que hayamos compartido este momento juntos.

Simon asintió con la cabeza.

-¿No quieres que te acompañe?

-No, gracias- le sonrió y se dio media vuelta, antes de irse lo miro- Y sobre tu pregunta para ser tu novia- negó con la cabeza- Lo siento Simon, no quiero perder tu amistad por esto y por favor, no vuelvas a besarme— le sonrió.

Sin más que decir Maeve regreso por el camino que habían tomado, miro la tienda cerrada de túnicas y sus ojos se dirigieron a Borgin y Borkes, respiro profundamente y se coloco frente a la puerta, tomó la perilla pero esta no giro.

-Esta cerrado- hablo una voz detrás de ella.

Maeve se dio media vuelta topandose con aquellos ojos oscuros que al principio aborrecía y ahora le encantaban.

La gloire à mes genouxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora