La gloire à mes genoux

XL | ¿Quien soy?

—Con todo respeto, no es asunto tuyo Fleur— hablo Amycus mirando a la rubia.

—Es asunto mio desde que ella necesita de una proteccion— contesto la rubia colocándose frente a Maeve— Es solo una niña y esta confundida.

Amycus dio un paso hacia la mujer y la rubia imito su gesto sin bajar la mirada.

—Es mi hija— contesto el hombre frente a ella, Maeve miraba a Fleur y Amycus pasando su mirada de un lado a otro— Es mi pequeña Fleur— hablo mirandola— La perdi cuando solo ella solo era una bebe.

Fleur asintió con la cabeza ante las palabras de su socio.

—Lo comprendo perfectamente Amycus pero debes recordar que ella está confundida.

Amycus asintió con la cabeza. Maeve paso su mirada de un lado a otro

—Te pido que me dejes hablar con ella— rogó el hombre ante la rubia— Por favor mi señora— bajo una rodilla sin dejarla de mirar— Pónganse en mi lugar, perdi a mi esposa aquella noche y a mi niña en ese robo, me había dado por vencido hasta que ella llegó aquí.

Fleur miro a Maeve y esta a la mujer rubia.

—Estarás bien, cualquier cosa que necesites, grita— pidió Fleur antes de abandonar el pequeño salón.

Maeve observo a la mujer salir y se quedo en silencio, sintió su respiración pesada y se dio media vuelta enfrentando aquel hombre extraño. Amycus sonrio mirandola.

—Eres como tu madre, por favor, no me temas, jamás te haría daño.

La joven asintió con la cabeza tomando asiento frente a él.

—¿Por donde comienzo?— se preguntó el hombre y luego le sonrio— Han pasado veinte años desde tu nacimiento, en ese momento había una batalla en este mundo. Voldemort comentaba una guerra en contra de Harry Potter y su hijo, yo pertenecía al bando de Voldemort, en una emboscada, le propuse a su hijo Victor tener su vida por un favor— Maeve lo miraba con atencion— Llevarte al mundo muggle para salvarte de una guerra, el acepto llevarte a ti y a tu madre— el hombre sonrio con nostalgia recordando a su esposa— Un terrible hechizo mato a tu madre, Victor te llevó al mundo muggle en donde te dejo en una familia y me aseguro que estarías a salvo.

La joven lo miraba sin parpadear.

—Meses más tarde, tras la caída de Voldemort y el triunfo de Harry Potter me dedique a buscarte pero no te encontraba, fue cuando Victor supo de tu paradero y me propuso traerte a Hogwarts para que regresaras al mundo mágico— el hombre le sonrio— Tu hermana y tu, son lo más importante que tengo en mi vida.

El hombre estiro su mano y Maeve la tomó con duda, al sentir el tacto del hombre una sonrisa se coloco en su rostro, algo le decía que no mentía y que todo lo que le había contado era cierto. La puerta se abrió de golpe haciendo que ambos miraran hacia la entrada, Golden miro a Maeve sin parpadear.

La castaña ingreso al lugar dando pasos cortos pero seguros sin despejar los ojos de la chica, enojada ante el hecho de como se estaban situando su vida, alzó su varita apuntandola.

—No puedes ser posible que tu seas mi hermana, mi peor enemiga— hablo mientras su mano temblaba.

Maeve alzó su varita para defenderse, antes que Golden soltara algún hechizo Maeve se adelanto.

—Expelliarmus— hablo desarmandola.

Golden miro su varita caer al piso y luego coloco sus ojos en su padre.

—¿Por qué papá?— pregunto— De todas la personas, tuvo que ser ella— se dejó caer al piso y le dio la espalda a su padre y hermana.

Amycus miro a su hija.

—Ya no eres nadie aqui— negó el hombre— Eres Maeve Carrow, perteneciente a una de las familias más puras de nuestro mundo y parte de los sagrados Veintiocho...

—No puedo creerlo...— murmuró Golden aun desde el piso— ¿Que va a decir de mi ahora Corazón de Bruja y el periódico El Profeta?— se giro a su padre— ¿Te imaginas la nota que saldrá sobre mi?— se señalo—"Maeve Romanoff quien era llamada una simple muggle en el mundo mágico termina siendo la hermana de su peor enemiga, Golde Carrow, y la pobre Golden cuñada de su ex novio"— se dejó caer al piso mirando al techo— Oh, cuanto drama familiar..

Amycus negó con la cabeza mirando a su otra hija y se giro a Maeve.

—Quiero que vivas con nosotros, que seamos una familia Maeve.

Golden soltó una exclamación desde el piso.

—Oh, cuanto sufrimiento.