XXXIII | Ayuda para un corazon roto

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Victor bajo las escaleras con sigilo, asomo su cabeza en la planta baja comprobando que nadie estaba, apretó su mochila en sus hombros y salio por la puerta, miro a Crookshanks, el gato amarillo de Hermione y ahora de sus hijos durmiendo cerca de la puerta, el gato maullo al verlo y Victor lo acaricio para que siguiera durmiendo.

Abrió la puerta principal y cerró con seguro, luego se encaminó hacia afuera mirando de un lado a otro para no ser descubierto, las ramas crujieron bajo sus pies mientras caminaba, detuvo su andar cuando una luz lo iluminó.

—¿A donde crees que vas?

El joven se giro mirando a Harry Potter señalandolo con su varita e iluminando el sendero, miro al hombre que le sonreia esperando una explicación

—¿Que haces aquí?— le contesto Victor, creía que habría junta en su casa.

—¿No es mala educación contestar una pregunta con otra?— alzó una ceja Harry.

—Tu acabas de hacer lo mismo—apunto Victor y Harry bajo su varita, la luz se apago y se acercó a él.

—¿A donde ibas?

—A mi casa.

—Tu padre prohibio que estuvieran ahí, tenemos junta y he venido por unos papeles que olvidé.

Victor se cruzo de brazos.

—Solo no quiero estar aquí, quiero estar en mi casa.

Harry se cruzo de brazos mirandolo.

—Sabes que puedes confiar en mi para cualquier cosa Victor— le habló el ojiazul.

Victor negó con la cabeza.

—Hice algo muy cruel...

—¿Más cruel que querer dominar el mundo a tu edad, quererme matar  como tu abuelo y padre planeaban?

Victor negó con la cabeza.

—No tanto.

—¿Entonces? — pregunto y le sonrio— Tal vez si me dices pueda ayudarte.

Victor se paso una mano sobre su cabello y luego regreso su vista a el.

—Hice una apuesta...

—Uy, nuestros estudios se basaron en puras apuestas, ¿Tu padre no te contó que tuvo el rostro de tu madre en último año?

Victor asintió, su padre le había contado de todas sus apuestas de adolescente.

—Si, pero esta peor— contesto.

—Nada puede ser peor que nuestras apuestas...

—Aposte con Hyperon a una chica que le rompi el corazón y al final fui yo quien salio más perjudicado porque en el tiempo que estuvimos juntos me gustó y ahora no quiere ni verme.

Harry cerró la boca y alzó sus cejas.

—Oh, eso sí es cruel—soltó el niño que vivió sin poder evitarlo.

Victor asintió con la cabeza y Harry ño miro.

—Mira, se que no estuvo bien y ahora te has dado cuenta del daño tan grande que hiciste pero huir de tus problemas no te ayudará a resolverlos, será difícil, lo se, pero debes intentarlo.

El chico asintió con la cabeza ante las palabras del hombre.

—Quédate en casa, intenta arreglarlo, si funciona, excelente y si no, al menos sabrás que intentaste arreglar tu error, si te vas ahora, jamás sabrás si pudiste solucionarlo y siempre te quedaras diciendo "¿Y si hubiera...?" — Harry negó con la cabeza— El hubiera no existe, mejor actúa.

La gloire à mes genouxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora