CAPÍTULO 20

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Faith.

En cuanto la veo entrar en el jardín y caminar hacia Can, saltan todas las alarmas. ¿Quién es esta mujer? Es alta, superando el metro setenta, tiene la piel blanca y de porcelana, el pelo rubio y largo, unos ojos increíbles de color verde y un cuerpo de infarto con unas piernas larguísimas. Es impresionante. Va vestida con una falda corta de color caqui, una blusa blanca sin mangas y unos taconazos negros, el pelo suelto por la cintura y va muy bien maquillada.
-Esto no puede ser – murmuran las chicas, mirándola.
-¿Quién es? – pregunto, sin apartar la mirada de ella.
-Es Pembe – contesta Azra -, la ex novia de Can. Es bióloga marina y vive en Nueva York, la típica triunfadora guapa y estilosa. Han estado juntos casi nueve años. Pero siempre se veían poco. Can siempre viajaba y ella estaba muy ocupada con su laboratorio, así que sólo se veían cuando Can estaba libre o cuando ella venía de visita. Pero siempre han sido la pareja perfecta. Can la dejó un par de meses antes de venir aquí. Me lo contó mi hermano – continúa -. Apuesto lo que queráis a que ha venido para que Can vuelva con ella.
Con cada palabra que escucho salir de la boca de Azra, el corazón se me rompe un poquito más, sobre todo porque no puedo apartar los ojos de ellos y veo cómo Pembe abraza a Can y él la corresponde.
<<Hacen una pareja preciosa>>, pienso, sintiendo que empieza a faltarme el aire.
-Faith, ¿estás bien? – me pregunta Damla, preocupada.
-Sí, sí, estoy bien – hago una mueca parecida a una sonrisa.
-Mierda, viene hacia aquí – dice Gamze entre dientes.
-¡Hola, chicas! – saluda Pembe con una sonrisa, acercándose a nosotras. Encima tiene una voz bonita. Genial...
-¡Cuánto tiempo, Pembe! – Damla le da una especia de abrazo como saludo y Azra y Gamze hacen lo mismo -. Mira, esta es Faith, una de nuestras mejores amigas.
-Encantada de conocerte, Faith – me mira sonriente y me da dos besos -. Soy Pembe.
<<Encima es simpática>>, pienso, asqueada por la situación.
-Encantada – sonrío, aunque creo que me sale un poco forzado.
-Y ¿qué te trae por aquí? Mi hermano me dijo que Can y tú habíais roto – interviene Azra, tanteando el terrero.
Pembe hace una mueca con la boca.
-Sí, me dejó hace unos meses. Me apetecía ver a mi familia y a algunos amigos, y, bueno, intentar arreglar mi relación con Can.
-¿Crees que lo arreglaréis? – le pregunta Gamze -. Engin dice que parece bastante seguro sobre lo vuestro.
La rubia despampanante suspira y, a continuación, sonríe.
-Sé que lo arreglaremos. Hemos estado muchos años juntos y hemos sido muy felices. Esto sólo es un bache tonto. Por eso quiero pasar tiempo con él y tratar de solucionarlo – parece tan segura de lo que dice que me sienta como una patada en el estómago.
Necesito salir de aquí.
-Esto... chicas, voy un momento a la cocina para cortar el pastel y traerlo – hablo de forma automática -. Vuelvo enseguida.
Camino lo más rápido que puedo hasta entrar en la cocina y una vez estoy allí, me apoyo en la isla y respiro hondo un par de veces, sintiendo cómo las lágrimas amenazan con salir de mis ojos. El corazón me va a mil por hora y el pecho me arde por las ganas que tengo de echarme a llorar y chillar.
<<No llores, no llores>>, me digo una y otra vez, respirando hondo para no ahogarme.
¿Cómo he podido ser tan tonta como para pensar que podría gustarle? ¡Su ex novia es una maldita modelo de Victoria's Secret! Es guapa, simpática, tiene un cuerpo perfecto y, por lo que me han dicho las chicas, una triunfadora nata, igual que Can. ¿¡Cómo se supone que voy a competir con eso?!
<<Acabarán volviendo. Tienes que alejarte de él, Faith>>, me dice mi cerebro.
Sé que no puedo alejarme de él, pero sí poner distancia entre los dos, proteger mi pobre corazón de un desastre inminente.
-Estás aquí – su voz grave me sobresalta y doy un respingo. Se coloca a mi lado, mientras yo cojo un cuchillo de uno de los cajones para cortar el pastel de cereza que he traído -. Te estaba buscando.
-Pues aquí estoy – contesto con voz neutra, sin apartar la mirada del pastel. El pulso me tiembla, pero lo disimulo lo mejor que puedo.
Can avanza un paso más y sentir su calor y oler su aroma no ayuda mucho para lo que intento hacer.
-¿Estás bien? Si es por Pembe, no tienes por qué...
-No me pasa nada, Can – le miro con la mejor expresión seria que tengo, aunque lo único que desee sea abrazarme a él -. Y tampoco tienes que darme explicaciones sobre tu vida. No somos nada.
Suelto el cuchillo en el fregadero y cojo el pastel entre mis manos.
-Espera, Faith – intenta agarrarme del brazo.
     Yo le esquivo y abandono la cocina, dejándole con la palabra en la boca, mientras a mí me tiembla todo.
Coloco el pastel en la mesa y en cuanto los chicos lo ven, se acercan deseosos de probar un trozo. Azra y Gamze van a por unos platos y unas cucharas y yo aparto los trozos de pastel.
-¡Joder, qué bueno está este pastel! – exclama Engin -. En dos semanas en mi cumpleaños, Faith. Yo sólo lo dejo caer.
-Ya contaba con que tendría que preparar la tarta, querido – digo, ganándome las risas de todos.
-Esto está muy rico, Faith – pronuncia Pembe, comiendo de su trozo de pastel.
-Faith es la mejor chef que hay en toda la ciudad, y puedo apostar que del país – dice Azra.
-No es para tanto – murmuro -. Cihan, ¿otro trozo? Yo no tengo hambre.
Cihan me arrebata el plato de la mano y se zampa su segundo trozo de pastel en un salto. No sé dónde mete tanta comida, de verdad.
Durante el resto del tiempo que pasamos en la casa de Can y Engin (que son unas cuantas horas bastante largas para mi gusto), hablamos de temas sin mucha importancia, como el verano, los planes para las vacaciones...
Y lo peor es que intento hacer mi mayor esfuerzo por no mirar demasiado a Can y a su guardaespaldas personal desde hace un par de horas. Pembe se ha sentado a su lado y ha empezado a acariciarle el brazo, sonreírle de forma coqueta, darle algún que otro beso en la mejilla... y Can no hace nada por detenerla ni alejarse. Al contrario, parece muy tranquilo. Nuestras miradas se encuentran un par de veces, pero yo me apresuro por apartarla.
<<Esto empieza a ser insoportable...>>, me digo, sintiendo cómo empieza a costarme respirar y el estómago se me revuelve por tanto manoseo. Creo que debería irme a casa de una buena vez.
Me levanto de la silla en la que me he sentado entre Azra y Gamze y cojo mi mochila del respaldo.
-¿Adónde vas? – me pregunta Gamze, mientras Engin le acaricia el pelo.
-A casa. He tenido un día bastante largo y estoy cansada – me excuso.
Can me mira preocupado, pero no dice nada. Parece estar bastante pillado por Pembe, que no le suelta el brazo.
-Nos vemos, chicos. Un placer, Pembe.
-Lo mismo digo, Faith – sonríe.
Evito mirar a Can y hecho a andar, rodeando la casa para llegar antes a la salida y poder irme a casa, donde pueda meterme en la cama y pensar en cómo fingir que la llegada de Pembe no me ha afectado.
-Espera, Faith – Can me detiene antes de que salga a la calle.
-¿Qué pasa, Can? – me giro para mirarle, con el corazón latiéndome desbocado tras las orejas.
<<Qué guapo está con esa camisa blanca>>, pienso, para luego abofetearme.
-No te vayas todavía. Quédate un poco más – me pide con los ojos brillantes.
-Estoy cansada. Y mañana tengo cosas que hacer – es mentira, pero creo que se lo cree.
Trago saliva y suspiro con la esperanza de que no diga nada más y me deje irme a casa.
-Entonces, déjame llevarte a casa. No es seguro que vayas sola a estas horas – dice luego, insistente y algo inquieto.
Casi por un momento creo que lo dice porque le importo como algo más que una amiga, pero entonces recuerdo que es todo un caballero, y que parecía bastante cómodo con su ex novia pegada a él.
-No te molestes, puedo cuidarme sola, Can – sueno bastante borde -. Vuelve con los chicos, te estás esperando.
No le doy la oportunidad de hablar más. Simplemente me doy la vuelta y me voy.

Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora