CAPÍTULO 5

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Can.

A las siete y cuarto de la mañana estoy tan harto de dar vueltas en la cama que decido levantarme y salir a correr un rato. Hacer deporte es una de las cosas que más me gusta y también me ayuda a relajarme y liberar tensiones. Ni siquiera me molesto en avisar a Engin, porque seguramente está como un tronco en su habitación.
     Mientras corro por el muelle y el bosque, pienso en las cosas que tengo que preparar para mi próximo viaje a Tailandia: las cámaras, los flashes, tengo que avisar a mis ayudantes y tengo que ultimar los detalles del contrato con la revista antes de firmarlo allí.
     Y pienso en Faith. Seguramente aún está durmiendo. Me la imagino abrazada a una almohada, con los rizos sobre la cara, las pestañas rozándole los pómulos, sus preciosos labios entreabiertos… ¿Pero qué coño estoy diciendo? ¡Acabo de conocerla! Literalmente, porque la conocí ayer. Además, es la mejor amiga de Azra, la hermana de uno de mis mejores amigos, es decir, Faith podría ser mi hermana, soy nueve años mayor que ella.
     <<La edad está muy sobrevalorada, Can>>, se burla mi subconsciente.
     En cierto modo es verdad. Pero voy a irme dentro de unos días, así que es mejor no darle más vueltas al tema.
     Vuelvo a casa casi dos horas después y me pongo a hacer flexiones, dominadas y otros ejercicios.
     -¿Cuánto tiempo llevas levantado? – Engin aparece en el jardín con los ojos hinchados por el sueño y el pelo alborotado.
     -Unas dos horas o así – contesto, soltándome de la rama en la que me he subido para hacer las dominadas.
     Engin bosteza y se tapa la boca con la mano.
     -¿De verdad eres humano, hermano?
     -Según mis genes, sí – bromeo.
     Mi hermano me da un puñetazo amistoso en el hombro y se recoloca un poco el pelo.
     -Voy a hacer el desayuno. Té, ¿verdad?
     -Eso ni se pregunta, Engin – sonrío.
     Engin se da la vuelta y camina de nuevo dentro de la casa. Yo termino de hacer mis ejercicios y le digo a mi hermano que voy a darme una ducha mientras él termina de preparar el desayuno. La casa de mi padre, que es la casa en la que estoy ahora mismo, es una enorme  vivienda de una planta con cinco habitaciones, tres baños, contando con el que hay en mi habitación, una enorme cocina, comedor, dos salones y un enorme jardín con una piscina de dimensiones olímpicas.
     Entro en mi habitación y me meto en el baño, el cual consiste en una ducha, una bañera, un inodoro y dos lavabos. Me doy una ducha y salgo con una toalla atada a la cintura en busca de la ropa que voy a ponerme. Saco un vaquero azul, una camiseta blanca y unas deportivas del mismo color de los armarios y los coloco encima de la cama. Me seco y me visto y escojo unos cuantos anillos, collares y pulseras de mis cajones. Si no los llevo parece que me falta algo.
     Cuando llego al salón, Engin ya ha puesto la mesa y está sentado con su inseparable taza de café.
     -El té está listo en la cocina – dice cuando me ve.
     Voy a la cocina, saco un vaso de té y me lleno la taza, haciendo las particiones pertinentes de té y agua. Le doy un sorbo y me vuelvo al salón. Me siento junto a Engin y el olor de la fruta, las tostadas y todo lo que hay en la mesa hace que me ruja el estómago.
     -Quería comentarte una cosa, Can – me dice mi hermano tras un buen rato de desayuno silencioso.
     -Dime – me termino el té y retiro el vaso.
     -¿Por qué no te quedas? – al ver mi expresión de confusión reformula la pregunta -. Quiero decir, que ¿por qué no te quedas aquí, definitivamente, o al menos un tiempo?
     -Engin…
     -Lo sé, sé que te encanta hacer lo que haces, recorrer el mundo, hacer fotos, la naturaleza… pero puedes hacerlo casi todo aquí. Además, con todo el dinero que has ganado estos años tienes para siete vidas.
     <<El dinero me la sopla>>, pienso.
     Suspiro.
     -Engin, ya sabes que me agobio aquí – digo.
     -Lo sé, Can. Pero es que siento que estoy solo, que ni siquiera tengo un hermano. ¿Cuántos años hemos pasado juntos como hermanos desde que pude venirme de la casa de mamá en Nueva York? ¿Dos? ¿Tres? Desde que terminaste la carrera empezaste a viajar y viajar trabajando como fotógrafo y papá y yo sólo te veíamos un par de veces al año, igual que todos. Pero papá y los demás han pasado contigo toda la infancia y la adolescencia, yo sólo podía llamarte por teléfono, hasta que pude venirme a vivir contigo y con papá – para a tomar aire -. Esta es la primera vez que te veo este año, Can, ni siquiera pasamos juntos fin de año. Y sé que te has convertido en el mejor fotógrafo de los últimos tiempos por hacer tu trabajo como lo haces, pero yo a veces siento que ni siquiera nos conocemos, aunque no sea así. Necesito a mi hermano mayor, Can.
     Las palabras de mi hermano y el sentimiento con el que las dice me parten el alma. Joder, no sabía que me necesitaba tanto. Siempre lo he visto tan alegre y feliz que no pensaba que necesitara que estuviera con él. Es cierto que hemos pasado poco tiempo juntos por mis viajes y la separación de nuestros padres, pero hasta que Engin no lo ha mencionado, no me había dado cuenta de que ha sido menos del que creía.
     Nuestros padres, Azad y Helene, se separaron cuando yo tenía doce años y Engin nueve. Mi madre engañó a mi padre con su mejor amigo y los tres nos la encontramos con él en la cama. Mi padre le pidió el divorcio de inmediato y ella pidió nuestra custodia como venganza. Sin embargo, como éramos dos hijos, el juez me dejó a mí con mi padre y Engin tuvo que irse con nuestra madre, hasta que cumplió los dieciocho y pudo venirse con nosotros. Cuando él vino yo casi había acabado la carrera y poco después de terminarla y hacer el máster empecé a viajar.
     Pienso en sus palabras y reflexiono: puede que sea el momento de hacer un parón y pasar tiempo con él, con mis amigos, con mi padre… Podría aceptar un par de trabajos al año y pasar el resto del tiempo aquí. La familia siempre es lo primero.
     -De acuerdo, me quedaré un tiempo – la alegría y la felicidad se adueñan del rostro de mi hermano -. Pero antes tengo que hablar con mis ayudantes y con los del National Geographic.
     -¡Eres Can Doğan! ¡No van a tener ningún problema en atrasarlo el tiempo que tú quieras!
     No es por ser egocéntrico, pero es cierto.
     Me levanto de la mesa con el móvil en la mano y llamo a uno de mis ayudantes, Metin, para comentarle lo que he pensado. Me dice que no hay problema, que es comprensible y que llamará al director de la revista para decirle que hay que atrasar la sesión de fotos. Está convencido (al igual que mi hermano) de que preferirá retrasar la sesión el tiempo que haga falta a buscarse a otro fotógrafo. Una vez termino de hablar por teléfono, vuelvo con mi hermano y charlamos animadamente, mientras tomamos una limonada fresquita en el jardín.

Paso un par de horas en la bolera con mi hermano y los chicos y cuando tienen claro que no pueden ganarme, Murat sugiere que nos pasemos por la cafetería de la señora Ikbal a por un café antes de irnos. Buena idea, me encantan los batidos y los gofres de esa señora. Cada vez que vengo no puedo irme sin comerme uno.
     Ömer abre la puerta de la cafetería y yo soy el último en entrar. Me quito las gafas de sol cuando entro y me las cuelgo en uno de los collares que llevo. Mi mirada viaja por todo el local, observando a la gente que hay.
     -¡Hermano! – una voz que me suena llama mi atención y cuando consigo ubicarla me encuentro a Azra sentada en una mesa.
     <<Faith>>.
     La veo sentada junto a Azra, acompañada de Gamze y Damla, y siento que el tiempo se detiene, que no hay nada más que ella. La miro de arriba abajo, fijándome en sus vaqueros rotos, que se ajustan perfectamente a sus piernas, su camiseta blanca, que resalta el tono moreno de su piel, sus deportivas rosas casi del mismo que tono de sus preciosas gafas y los tatuajes que tiene en los brazos y que ayer no conseguía distinguir por la camisa que llevaba. Sin embargo, sólo logro ver uno de ellos, ya que se encuentra sentada de lado. El tatuaje que veo es un tocadiscos en tonos grises del que salen notas musicales que suben por su brazo y terminan convertidas en pájaros.
     Faith gira la cabeza cuando escucha a su amiga llamar a su hermano y entonces me ve. Me mira fijamente durante unos segundos, como si no pudiera creer que esté aquí y acto seguido desvía la mirada, nerviosa. Sonrío.
     << ¿Cómo puede ser tan guapa, sexy e inocente al mismo tiempo?>>, me pregunto.
     Nos acercamos para saludarlas y me coloco al lado de Faith.
-Hola – la saludo con una sonrisa.
-Hola – saluda, sonriendo de vuelta, marcando su hoyuelo.
Creo que ese hoyuelo tan bonito va a acabar con mi cordura.

Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora