CAPÍTULO 76

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Faith.

Diciembre entra con fuerza y el frío se hace notar. El día está bastante nublado y no me extrañaría que empezara a llover dentro de poco. En estas semanas que han pasado, he ayudado a Gamze con algunas cosas de la boda, además de ir de compras a buscar el vestido que llevaré ese día. Fui con las chicas al centro y nos pasamos el día de tienda en tienda, hasta que encontramos los vestidos perfectos para la boda de nuestra mejor amiga. Damla escogió un vestido de color plateado de un tejido muy parecido a la seda, largo hasta el suelo con tirantas finas, un escote muy bonito y pronunciado en la espalda, y unos tacones de color burdeos al igual que el bolso. Nos dijo que Ömer se quedó boquiabierto cuando lo vio, y no me extraña, porque le quedaba precioso; Azra se decidió por un vestido verde, largo y un poco acampanado con un hombro descubierto y el otro cubierto por una manga larga con un precioso encaje de flores, el cual cubre la parte de arriba del vestido también, unos tacones negros y una cartera de mano también negra; y yo, bueno, después de probarme tropecientos vestidos, me decanté por uno de color amarillo, largo, entallado al busto, con escote en v hasta la parte inferior del esternón (con lo que el tatuaje que tengo ahí se ve en su totalidad), escote en la espalda hasta la cintura, una raja en la parte derecha hasta el muslo y unos tacones no demasiado altos de color azul añil a juego con un bolso y unos pendientes muy monos. Se lo enseñé a mis padres cuando llegué a casa y también a Can cuando vino a pasar la noche conmigo.
     -¿Qué te parece? – le pregunté cuando me lo puse.
     -Que te lo arrancaría con los dientes – me miró de arriba abajo con los ojos oscuros, llenos de deseo, y se mordió el labio -. Estás preciosa. Y el color te sienta de maravilla. El amarillo es tu color, sin duda.
     Sonreí.
     -¿Tú ya has mirado lo que vas a ponerte? – le pregunté.
     Se encogió de hombros.
     -Aún no me he decidido por nada – respondió con voz neutra.
     -Si quieres podemos ir juntos. Verte en traje es una de mis fantasías – intenté bromear.
     Can asintió y sonrió, pero como de costumbre en los últimos días, esa sonrisa tampoco le llegó a los ojos.
     Hoy hemos venido a acompañar a Gamze y Engin al salón en el que quieren celebrar la boda para que lo veamos y les digamos qué nos parece. La verdad es que es precioso. Suelos de madera, paredes de color claro, espacio suficiente para no estar como sardinas enlatadas, un bonito jardín y una cocina bastante grande para que yo pueda cocinar durante esa mañana toda la comida con ayudantes que ellos han contratado. Al final han decidido que la boda será por la tarde y así estar de fiesta durante la noche.
     -Mira, he pensado que en esa parte podemos poner el altar – Gamze señala una parte del jardín.
     -Está bien. Podríais hacer un camino de flores – propongo.
     -¡Sí, es una idea genial! – chilla Gamze, emocionada.
     -Va a quedar todo precioso, Gamze – dice Azra.
     -Gracias a todos vosotros, chicos – sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas -. Nos habéis ayudado en todo.
     -No es para menos – interviene Cihan, sonriendo.
     -Oye, Faith – me llama Engin -. ¿Las mesas cómo las pondrías?
     Me acerco al centro del salón y observo todo el espacio que hay.
     -Son diez, ¿no? – mi cuñado asiente -. Pues pondría la vuestra por ahí – señalo un lateral -. Luego cinco mesas a cada lado, bien distribuidas, y dejaría este lado de aquí para bailar, poner el DJ y demás.
     A ambos les parece una buena idea y yo sonrío, contenta de que les guste mi idea y contenta por verles tan felices.
     Al fondo del salón veo a Can, que está apoyado en la pared, observándome. Hoy lleva todo el día con un humor de perros, serio, casi no ha hablado y ni siquiera se ha acercado para aportar ideas o dar su opinión. Y yo ya no sé qué más hacer para que me cuente qué le pasa.
     <<Si no te das cuenta de que es por el tema de la boda, es que esas gafas no te sirven de una mierda>>, me dice mi mente. ¿Otra vez con lo mismo? No es eso, tiene que ser otra cosa. <<Que no quieras verlo, no significa que no sea cierto>>, vuelve a decir. ¡Cállate!
     Engin parece percibir que miro a su hermano y se gira para mirarle también.
     -¿Tú qué opinas, hermano? – le pregunta.
     -¡Que es perfecto, todo es perfecto y maravilloso! – responde en un tono bastante mordaz y sarcástico que nos sorprende a todos -. Me voy a tomar el aire.
     Suelta un bufido y se separa de la pared para caminar a paso decidido y no muy tranquilo hacia la salida que lleva al jardín.
     -¿Se puede saber qué coño le pasa? – pregunta Mesut, frunciendo el ceño.
     -Está insoportable últimamente – murmura Azra.
     El enfado empieza  a bullir en mi interior, no sólo porque estoy cansada de la situación, si no porque le ha hablado muy mal a su hermano, cuando él sólo quería saber su opinión sobre algo tan importante para él como el lugar donde celebrará su boda, el acontecimiento más importante de su vida.
     -No os preocupéis, que ahora mismo pienso descubrir qué le pasa a este hombre – murmuro en un tono rabioso.
     Camino en la misma dirección en la que ha ido Can hace un par de minutos y salgo al jardín. Le busco con la mirada, enfadada, y lo encuentro en un lateral, apoyado en la pared, con los ojos cerrados y respirando hondo. Camino en su dirección con paso decidido, apresurado y enfurecido. Una vez llego a su posición, me cruzo de brazo y le digo:
     -¿¡Se puede saber qué coño te pasa, Can?! – le pregunto en un tono lleno de enfado.
     Can abre los ojos y me mira con la mirada encendida, pero no dice nada. Se mantiene callado.
     -Llevas semanas así, Can. Intento darte tu espacio para que me cuentes qué es lo que te está pasando, pero lo único que haces es mentirme a la cara – sigo en el mismo tono -. Y ya estoy cansada. Y encima te comportas como un capullo hablándole así a tu hermano. Esto es importante para él. Así que deja de mentirme de una puta vez, y dime qué te pasa.
     Can se separa de la pared, camina unos metros lejos de mí y luego se gira de forma brusca.
     -¿¡Quieres saber qué me pasa?! – grita, enfurecido.
     -¡Sí, quiero saber qué es lo que está haciendo que estés así, Can!
     -¡Me pasa que no puedo más! ¡Intento entenderte, pero no puedo! – empieza  a decir, gritando -. ¡Te pido matrimonio y me dices que no quieres, que quieres esperar más tiempo, pero en cuanto Gamze te dice que se casa con mi hermano, te vuelcas como si la boda fuera tuya!
     Me quedo a cuadros cuando termina de hablar. ¿Está así por eso?
     <<Te lo dije>>, se burla mi cabeza.
     -A ver si lo he entendido: ¿Estás cabreado porque te dije que quería esperar un tiempo antes de casarnos? ¿¡Me estás vacilando, Can?! – chillo.
     -¡Estoy así porque no entiendo que no quieras casarte todavía y que luego te comportes así!
     Estoy flipando.
     -¡Es mi mejor amiga, Can! ¿¡Es malo que esté feliz por ella?! – chillo, alucinada por todo.
     Can se lleva las manos a la cabeza y grita de nuevo:
     -¡Una cosa es estar feliz por ella y otra muy diferente estar más emocionada que la propia novia! ¡Te has estado comportando como si la boda fuera tuya en vez de suya, Faith! ¡Te pasas el día hablando de las flores, los preparativos, el altar, lo bonito que es su vestido…! ¡Y yo intento soportarlo porque te quiero!
     -¿¡Entonces por qué coño no me dijiste que te había dolido que te dijera que quería esperar un tiempo, eh?! – pregunto.
     Tengo el corazón a doscientos por hora, el enfado que siento va cada vez a más y tengo un calor sofocante en la cara que empieza a agobiarme. O sea, le molestó, pero no me lo dijo. ¿Por qué no me lo dijo? Se supone que hay confianza entre nosotros, que nos lo contamos todo, que decimos qué nos molesta y que no.
     -¡Lo que me duele es que te emocione más la idea de que se case tu amiga que casarte conmigo! ¡Eso es lo que me duele, Faith! – su voz es grave, fuerte y enfadada, y sus ojos me miran con enfado y dolor, pero el cabreo parece crecer por segundos -. ¿Sabes cuál es la diferencia entre nosotros? ¡Que yo no necesito pasar contigo ocho o nueve años para saber que quiero casarme contigo y pasar el resto de mi vida a tu lado! Pero parece que tú sí – suelta de sopetón.
     Sus palabras se me clavan en el corazón y empiezo a sentir cómo las lágrimas me escuecen en los ojos. ¿Quién es este hombre y dónde está mi Can?
     -¿¡Me estás insinuando que no te quiero o que no siento lo mismo que tú por no estar preparada para el matrimonio, Can?! – levanto aún más el tono de voz. Esto es acojonante -. ¿Pero tú te estás oyendo? – la ira que siento en mi interior sigue aumentando y ya no soy consciente de lo que voy diciendo -. ¡Si uno de los dos no siente lo mismo, ese eres tú, porque te recuerdo que la que ha aguantado a tu puñetera exnovia he sido yo! ¡Aguanté que antes de que empezáramos a salir, cuando supuestamente ya me querías, te comportaras con ella como si te diera igual que te abrazara o te hiciera mimitos! ¡Aguanté que decidieras creerla a ella en vez de a mí cuando nos peleamos, que te quedaras con ella, que la eligieras a ella esa noche en vez de a mí! ¡Así que no me vengas con el rollo de que no te quiero lo suficiente, Can! – chillo, conducida por el enfado y el dolor.
     Creo que voy a empezar a llorar dentro de poco, porque esto es demasiado. Aprieto los puños con fuerza, intentando calmarme, pero cuando Can empieza a gritar de nuevo, ya es imposible:
     -¿¡Que yo no te quiero tanto porque la elegí a ella, enserio?! ¡Yo siempre te he elegido a ti, ya te he expliqué por qué lo hice, Faith! – da un paso hacia mí y me señala con el dedo -. ¡Y te recuerdo que renuncié a lo que hago por ti, por estar contigo! ¡Dejé de viajar y de hacer fotos fuera del país por ti! – ataca en un tono muy cruel.
     Que diga eso me sienta peor que si me hubieran clavado un cuchillo. Me está echando en cara que ya no viaja ni hace las fotos que hacía por mí, algo que me prometió que nunca haría. Y duele, duele mucho que lo haga de esta forma.
     -¡Yo no te pedí que lo hicieras! ¡Yo nunca te pedí que lo dejaras todo por mí! ¡Lo hiciste porque te dio la gana! – no me doy cuenta de que estoy llorando hasta que siento las lágrimas resbalando por mis mejillas, quemándome la piel, porque estoy alucinando con todo eso -. Yo nunca te pedí que lo hicieras.
     Me limpio las lágrimas de los ojos con rabia y me tiro de las raíces del pelo rizado, sin saber qué hacer o decir, porque esto es demasiado. Ahora mismo no sé si gritar, tirar algo o meterme bajo tierra. Cierro los ojos, dejando que más lágrimas caigan y vuelvo a limpiármelas, antes de levantar la cabeza y mirarle. Can me observa con sus ojos oscuros llenos de furia. Tiene el rostro desencajado, los labios apretados en una fina línea y tiene el cuerpo tenso e irradia una furia que nunca antes había visto en él.
     -¿Sabes qué? – digo con la voz entrecortada por el llanto -. Si de verdad piensas que no te quiero de verdad por el simple hecho de querer esperar un tiempo hasta estar preparada para el matrimonio, entonces quizá no deberíamos seguir juntos – confieso.
     Y me doy la vuelta, sin darle oportunidad de responderme. Camino sin mirar atrás, sintiendo cómo el corazón se me rompe un poquito más con cada paso. Siento que me está mirando, que me sigue con la mirada, pero nada más allá de eso. Entro de nuevo en el salón con la cara empapada en lágrimas y corro a coger mis cosas. Necesito salir de aquí cuanto antes. Ni siquiera hago caso a las preguntas de los chicos, ni a sus súplicas para que me quede un segundo y me tranquilice. Sólo corro para salir de aquí, mientras el corazón me duele.
     Cojo un taxi cerca y no dejo de darle vueltas a todo durante el tiempo que tardo en llegar a casa. ¿Cómo ha podido ser tan cruel de insinuar que no le quiero de verdad? ¿Cómo ha podido echarme en cara que no hace lo que quiere por mí, si fue él quien quiso dejarlo? Su mirada y el tono cruel que ha usado me perforan el pecho a cada segundo y cuando llego a casa, doy gracias a que mis padres no estén. Ni siquiera saludo a Sam. Sólo corro escaleras arriba y me tiro en la cama a llorar al llegar a mi habitación.

Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora