Can.
Cuando he entrado en la cocina y me he encontrado a Pembe con la nariz reventada y a Faith con el puño medio levantado y cara de tener un cabreo monumental, no sabía ni a cuál de las dos mirar. Pembe se me ha echado encima llorando y chillando diciéndome que Faith el había pegado sin ninguna razón aparente y Faith no ha hecho más que repetir una y otra vez que Pembe estaba mintiendo y que ella no le había pegado porque sí, si no porque Pembe la provocó hasta que ha saltado.
Ni siquiera sé la razón, no sé si es porque me siento culpable por la situación o por qué, pero he acabado gritándole a Faith y yéndome con Pembe al mismo tiempo que mi cerebro me decía una y otra vez que iba a arrepentirme de irme así.
El nombre de mi padre vuelve a aparecer en la pantalla de mi móvil y cuelgo la llamada por cuarta vez en estas dos horas que llevo en el hospital con Pembe. En cuanto la han visto llegar con la nariz reventada la han metido del tirón en la consulta para examinarle la nariz y hacerle algunas pruebas para ver si tiene la nariz rota o tiene algún daño cerebral por el puñetazo.
Decido mandarle un mensaje a mi padre diciéndole que estoy esperando y que cuando vuelva a casa le contaré. Segundos después él me contesta que espera que todo esté bien y que fuera conveniente que llamara a Faith. Yo sólo bloqueo el móvil y echo la cabeza hacia atrás, suspirando. Por más que me devano los sesos, no logro comprender por qué Faith le ha soltado semejante derechazo a Pembe.
<<Faith te lo ha dicho quinientas veces. Y sabes que ella ni miente, ni pega sin ninguna razón. Te estás equivocando, y lo sabes, Can>>, me habla mi subconsciente. ¡Ha podido noquearla y hacerle mucho más daño! ¿En qué coño pensaba para hacer así? ¡Le ha reventado la nariz!
Me inclino hacia delante y apoyo los codos en mis rodillas, tapándome la cara con las manos. Suspiro y me muerdo los labios. Joder, no sé qué pensar. Conozco a Pembe y sé que no es tan retorcida como para provocar a alguien hasta que le den un puñetazo.
<<Pero también conoces a Faith y sabes que no es así. La conoces y la quieres, Can>>.
-¿Señor Can? – la voz del médico me saca de mis pensamientos.
Me levanto a toda prisa del asiento de la sala de espera y camino hasta el doctor vestido con bata blanca, pelirrojo y con fina barba.
-¿Cómo está? – le pregunto un poco nervioso.
-No se preocupe, su novia está bien.
-No es mi novia – lo interrumpo -. Continúe, por favor – le pido.
-Como le decía, la chica está bien. Le hemos hecho una radiografía y no tiene nada roto. Le hemos curado la herida y vamos a dejarla en observación el resto de la noche para comprobar que todo evoluciona bien. Sólo por precaución.
Asiento.
-De acuerdo – contesto.
-¿Quiere pasar a verla?
-Ehh, no – suspiro y me rasco la nuca -. Me quedaré aquí, no se preocupe.
El médico asiente y me dice que si quiero entrar, Pembe se encuentra en la sala del final del pasillo. Vuelvo a darle las gracias y él se va para seguir con su trabajo. Por mi parte, me vuelvo a sentar en la sala de espera y saco mi móvil para enviarle un mensaje a Faith y preguntarle si está bien, pero antes de enviarlo, lo borro y vuelvo a guardarme el móvil en el bolsillo.
<<Te vas a arrepentir de no haberla creído, Can>>,me vuelve a repetir mi cerebro una vez más. Y lo peor es que creo que tiene toda la razón.
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Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉ
Roman d'amourFaith es una chica divertida, familiar, ingeniosa y sin filtros, cuyo objetivo es convertirse en una buena chef y abrir su propio restaurante. Se pasa los días entre clases de cocina, turnos en la tienda de ropa en la que trabaja y reuniones con su...