CAPÍTULO 37

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Can.
Cuando Faith sale de la cocina me recreo un poco mirando el vaivén de sus caderas al andar y cuando vuelvo al mundo real me coloco un delantal y saco de la nevera lo necesario para preparar la cena.
     -¿Qué cocinamos, hermano?- me pregunta Engin, cogiendo los cuchillos y la tabla de cortar.
     -¿Te acuerdas de la receta de dorada a la naranja que papá nos enseñó antes de mi último viaje? – asiente -. Pues eso.
     Estoy seguro de que a Faith le va a encantar. Básicamente porque la dorada es su pescado favorito.
     Coloco el pescado encima de la encimera, junto a las naranjas, patatas y algunos condimentos que recuerdo que lleva este plato.
     -Pela y corta las patatas en rodajas y yo limpio el pescado – digo.
     Mi hermano hace lo que le digo y, mientras él utiliza el pelapatatas para quitarles la piel y un cuchillo ancho para cortarlas, yo enciendo el horno para que se caliente y saco la bandeja para que mi hermano vaya colocando las rodajas de patatas. Yo limpio el pescado y lo troceo para colocarlo sobre las patatas cuando mi hermano termine con ellas.
     -Mientras tu terminas... yo voy a hacer una cosa – digo cuando una fugaz y excitante idea pasa por mi mente.
     -¿Vas a ir a espiar a Faith mientras se ducha? – me pregunta, arqueando las cejas y acertando de pleno.
     -Sólo un poquito. Ahora vuelvo – me limpio las mano.
     Corro hasta mi habitación y entro sigilosamente, intentando no hacer ningún ruido que pueda escuchar Faith. La puerta corredera del baño no está cerrada del todo y, puesto que la ducha está justo en frente de la puerta, no necesito más. Me coloco junto al trozo de puerta que está abierto y lo que veo me roba el aliento. Faith está de espaldas, con el pelo recogido y el agua resbalando por su piel morena. No puedo ver su cuerpo al cien por ciento por la banda opaca que cubre el centro de la mampara de cristal, pero sí puedo apreciar su silueta y sus exquisitas curvas.
     <<Joder, es perfecta>>, pienso, deleitándome con ella y sintiendo cómo otra erección de las tantas que se forman cuando estoy con Faith, hace acto de presencia en mis pantalones. Cojonudo...
     La escucho tararear una canción, que creo que es Sweet Child O'Mine de Guns N' Roses, uno nuestros grupos favoritos. Tiene una voz tan dulce y melodiosa que podría pasarme las horas escuchándola cantar.
     <<Sal de una vez de aquí, le has prometido que esperarías. Y como te pille te va a dar de tortas y se va a ir a su casa>>, me regaña mi cerebro. Sí, mejor me vuelvo a la cocina.
     Retrocedo, lentamente y salgo de la habitación, dejando que Faith termine de ducharse. Cuando vuelvo a la cocina, mi hermano está terminando de pelar la última patata. Yo les echo sal y aceite y coloco la dorada encima, para hacer lo mismo con los trozos. A continuación, corto una naranja por la mitad y la estrujo sacándole el jugo, el cual vierto sobre el pescado y las patatas para que le den sabor y aroma. Luego corto unas rodajas de otra y las coloco en la bandeja. Echo un poco de vino, más aceite, tomillo y pimienta dulce y ya está listo para que lo metamos en el horno.
     -¿El espectáculo ha estado bien? – me pregunta mi hermano.
     -Para un Óscar – contesto -. Y no pienso darte detalles, que para eso no te pregunto yo nada de Gamze. Abre la puerta del horno.
     Mi hermano hace lo que le pido y coloco la bandeja dentro. Pongo el temporizador y entre los dos recogemos las encimeras para dejarlo todo limpio.
     -¿Una copa mientras tanto? – me pregunta mi hermano, sacando unos vasos de la alacena.
     -Vale. ¿Pipas o almendras?
     -Las dos – contesta.
     Engin sirve las copas de whiskey y yo cojo la bolsa de pipas, el paquete de almendras y un cuenco para las cáscaras, y nos sentamos en las banquetas de la isla para estar pendientes del horno.
     -Me gusta verte tan feliz – me dice mi hermano, tirando las cáscaras de las pipas en el cuenco -. Y cuando papá te vea no te va a reconocer.
     Me río.
     -Sí, nunca pensé que iba a enamorarme de verdad de alguien. Y apareció ella. Me hace ser mejor persona, ser menos introvertido, menos borde... me hace feliz con sólo verla sonreír, Engin – le digo a mi hermano -. Supongo que te pasará lo mismo con Gamze.
     Mi hermano sonríe cuando nombro a su chica y asiente. Somos dos tontos enamorados hasta las trancas de nuestras novias.
    -No me imagino con nadie más que no sea Faith, ¿sabes? – bebo del vaso y me como una almendra -. Quiero pasar el resto de mi vida con ella, casarme con ella, formar una familia con ella. Todo con ella.
     -Qué bien huele – Faith aparece en la cocina con otra ropa y se deja caer en la isla apoyando los codos.
     Se ha vestido con un pantalón de deporte con estampado militar, una camiseta negra de manga corta con el logo de Bon Jovi en color dorado y las Reebok blancas que traía puestas cuando hemos llegados. El reloj blanco destaca en su piel morena y las pulseras de tela y los dos anillos que lleva embellecen aún más sus bonitas y finas manos. Es preciosa.
     El horno pita unos minutos después y Faith insiste en poner la mesa, porque dice que no es la primera vez que viene y quiere ayudar. Y, como no puedo decirle que no, dejo que ponga la mesa con la ayuda de Engin, mientras yo saco la bandeja del horno y aparto los tres platos. Llevo los platos a la mesa y me siento al lado de Faith.
     -Tiene una pinta estupenda – halaga el plato -. ¿Le habéis puesto tomillo?
     -Sí, señorita – contesto sonriendo -. Pruébalo, a ver qué tal.
     Faith coge el tenedor y pincha un trozo de dorada, que se lleva a la boca y saborea.
     -Está buenísimo – coge otro trozo y sigue comiendo.
     Cenamos mientras charlamos sobre cine, recetas que a mi hermano le interesan y que Faith le explica con todo lujo de detalles, mientras yo me quedo embobado en su forma de hablar y de gesticular. Es preciosa a más no poder. Cuando terminamos de cenar y recogemos la mesa, nos tiramos en el sofá a jugar un par de partidas de la última versión de Resident Evil, que gano yo, claro está. Engin y Faith insisten en hacer unas cinco revanchas, pero sigo ganando. Así que cuando dan las dos de la madrugada y no han conseguido ganarme, deciden darse por vencido y proponer que nos vayamos a la cama.
     Me doy una ducha rápida mientras Faith se cambia en mi habitación. Me encantaría verla cambiarse de ropa, pero creo que puedo darme por satisfecho con el espionaje que le he hecho mientras se duchaba. Su cuerpo desnudo, el agua recorriendo su suave piel, sus curvas... ¡No, mierda, no te empalmes otra vez, joder! Pongo el agua fría a tope y espero hasta que mi polla indecente se calma y vuelve a su estado de reposo.
     <<Menos mal>>, pienso, aliviado, cerrando el grifo y colocándome la toalla alrededor del cuerpo.
     Me seco y me coloco los calzoncillos y el pantalón del pijama. Hace un calor de mil demonios y suelo dormir sin camiseta en verano. Espero que a Faith no le incomode. Me lavo los dientes y salgo del baño, encontrándome a mi ángel vestida con su pijamita corto con unicornios estampados, de pie junto a la cama con la rodilla apoyada sobre el colchón y el móvil en la mano.
     -¿Todo bien? – le pregunto desde la puerta del baño.
     Cuando levanta la mirada y me ve sin camiseta con los tatuajes al descubierto tarda unos segundos en reaccionar. Se queda embobada en mi torso, observándome con ojos golosos, y traga saliva antes de apartar la mirada y decir:
      -Sí, mi madre quería saber qué tal está todo. Ya sabes cómo es – contesta con la voz un poco entrecortada por los nervios -. Voy a lavarme los dientes – señala el baño.
      Yo asiento y la dejo pasar. La espero tumbado en la cama, cotilleando un poco Instagram. Doy un par de 'me gusta' y veo las historias de algunos amigos, pero me recreo en las que Faith ha subido hoy cocinando con las chicas, hablando con su perro y conmigo durante esta noche. Sonrío al vernos juntos sonriendo a la cámara. Si tuviera que quererla más, el corazón no me daría.
     El grifo del lavabo se detiene y segundos después Faith aparece, lista para dormir. Mueve la mandíbula un poco incómoda por la funda que tiene que llevar para dormir, la cual odia, pero que a mí me parece adorable. Se queda quieta en la puerta del baño, visiblemente nerviosa. Es increíble lo inocente que se vuelve en ocasiones cuando está conmigo, pero al mismo tiempo puede sacar las garras y enfrentarse a lo que sea.
     -¿Piensas meterte en la cama, o prefieres dormir de pie? – me burlo un poquito.
     Un sonrojo adorable le cubre las mejillas y camina hacia la cama cuando retiro las sábanas y palmeo el colchón. Pero lo más gracioso no es eso, lo más gracioso es que cuando se tumba y se quita las gafas, se pega tan al filo de la cama que me sorprende que no se caiga.
     Suelto una risa nasal.
     -Faith, mi amor, ¿qué haces? – pregunto con el ceño fruncido, pero divertido.
     -Ehh... ¿dormir? – gira la cabeza y me mira.
     -¿En el filo de la cama? ¡Te vas a caer! ¿Te doy miedo o algo así? – niega con la cabeza varias veces -. ¿Entonces? Ven aquí, anda – alargo el brazo hasta ella y la agarro de la cintura, atrayéndola hacia mí, dejando su espalda pegada a mi pecho -. Mucho mejor. ¿Estás cómoda?
     -Sí, ¿y tú? – pregunta girando la cabeza.
     -Mejor que nunca – contesto, besándole el hombro cubierto por la camiseta de manga corta del pijama -. Oye, ¿puedes girarte? No es que me queje de la postura cucharita, pero prefiero mirarte esa preciosa cara.
     Faith se remueve entre mis brazos y quedamos cara a cara el uno con el otro. La abrazo y me acerco un poco más, dejando nuestras caras a centímetros de distancia. Rozo nuestras narices con parsimonia y le doy un suave beso en los labios, que ella corresponde de inmediato.
     -¿Puedo pedirte algo? – murmura.
     Asiento y le retiro un mechón rebelde de la cara.
     -Nunca te he visto con el pelo suelto – dice.
     -Eso tiene fácil solución – me incorporo y me suelto el pelo.
      Me lo acomodo un poco con los dedos y miro a Faith, que me observa con los ojos tiernos y brillantes.
     -¿Por qué eres tan guapo? – se lamenta -. Tienes el pelo más largo que yo. No es justo – ahora mismo me llega un poco más debajo de los hombros y a ella le llega casi a ellos. Faith alarga la mano y me acaricia las puntas -. Y encima súper suave – suelta un gemido lastimero y se tapa la cara con las sábanas, cosa que me hace reír -. ¿Por qué tienes que ser tan perfecto?
     -Bueno, diría que son mis genes – le destapo la cara y le beso la comisura de la boca con mimo -. ¿Tienes sueño? – le pregunto cuando aparta la cara para bostezar. Asiente -. Pues a dormir.
     Se gira para quedar de nuevo cara a cara conmigo y apago la luz de la habitación antes de acomodarme junto a ella y abrazarla de nuevo.
     -Buenas noches, mi amor – le susurro sobre los labios.
     Faith me da un piquito que me sabe a poco, pero que me encanta, y me contesta:
     -Buenas noches.

Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora