Can.
Unas caricias en la espalda me erizan la piel y no me hace falta abrir los ojos para saber que las manos que me están tocando son las de Faith. Mi cuerpo lo sabe. Lo sabe porque se me eriza todo cuando ella está cerca, porque se me acelera el pulso cuando la tengo al lado.
Abro los ojos y me encuentro su preciosa cara junto a la mía. Sonrío, somnoliento. Su pelo rizado está un poco alborotado, sus labios forman una increíble sonrisa y sus gafas esconden unos ojazos marrones increíbles que me miran con adoración. Las ojeras que tiene me indican que está recién despierta y que nuestra noche de sexo salvaje ha hecho que descanse menos de lo que normalmente duerme. Pero sé que eso no le importa en absoluto.
La luz está empezando a entrar por la ventana, lo cual me indica que es muy temprano, cosa rara, porque Faith siempre duerme más que yo.
-Feliz cumpleaños – canturrea, llenándome la cara de besos.
-Gracias, mi amor – contesto, respondiendo al beso que me da en los labios -. ¿Qué hora es?
-Las ocho en punto – me recoloca el pelo -. Me he asegurado de despertarme antes que tú para felicitarte como es debido – dice y vuelve a sonreír.
-Eres increíble – la halago, muriéndome de amor por ella.
-Lo sé – presume falsamente.
-Ven aquí – atraigo su cuerpo desnudo y la coloco sobre mí. Le aparto el pelo rizado de la cara y le beso los labios -. No hacía falta que te despertaras tan temprano, cariño.
-Por ti, sí – contesta, repasando mi tatuaje con los dedos.
<<Qué bonita está>>, pienso, al ver cómo los rizos le enmarcan la cara y cómo sus gafas se resbalan un poco.
Vuelvo a besarla y esta vez me recreo más, cosa que hace que mi entrepierna desnuda se endurezca una vez más. Y Faith lo nota. Y me muerde el labio, tirando suavemente de él. Y yo sólo quiero volver a hacerle el amor durante horas. Le lamo los labios y Faith me acaricia la barba con mimo cuando nos separamos, y me abraza con fuerza, haciéndome sentir su cálida respiración en el cuello.
-¿Quieres tu regalo ya o prefieres que te lo dé luego? – me pregunta, acariciándome la espalda de arriba abajo.
-Ya sé que mi hermano me ha organizado una fiesta, no me chupo el dedo – me río y ella me acompaña. Sólo hay que ver a mi hermano para darse cuenta de que está organizándome algo. Es demasiado transparente -. Y, sinceramente, si me vas a dar un regalo, prefiero que eso sea algo sólo para nosotros. Que sólo tú y yo disfrutemos del momento – le beso el hombro desnudo.
-Yo también – contesta en un susurro.
Faith se separa de mí y me da un beso antes de coger mi camiseta del suelo, ponérsela sobre su cuerpo para taparse un poco y levantarse para coger mi regalo de cumpleaños. Le dije que no quería ningún regalo, pero como es normal en ella, no me ha hecho ni caso y me ha comprado algo.
La veo caminar hasta su mochila de cuero negra y saca un paquete cuadrado de color plateado. Camina dando saltitos hasta la cama y se sube sobre mi regazo de nuevo, con el paquete en sus manos. Mi camiseta le está bastante ancha y se le ha resbalado, dejando su hombro al descubierto.
-Feliz cumpleaños, de nuevo – dice, dándome el paquete.
-Ya te dije que no era necesario, cielo – respondo, cogiéndolo.
-¡Calla de una vez y ábrelo! – insiste -. Espero que te guste.
-Si es tuyo, es imposible que no me guste – la miro a los ojos y al ver ese brillo tan bonito en su mirada le doy un beso.
Rasgo el papel plateado con el corazón latiéndome con fuerza y me encuentro una caja negra. Parece de una joyería o algo así. La abro con mucho cuidado y descubro que es una pulsera de plata muy bonita, que forma un nudo marinero en el centro. Es el nudo de los amantes, ese que es muy difícil de deshacer una vez lo haces. No tengo barco, pero me he montado en más de uno y estoy bastante familiarizado con algunos nudos, y este sí que lo conozco. Saco la pulsera de la caja y me percato de que a ambos lados del nudo de plata hay una inscripción con letras muy finas, pero que se leen a la perfección: Siempre serás el único para mí, F.
<<Cómo adoro a esta mujer>>, pienso con el corazón a mil por el regalo.
Ella sí que va a ser la única mujer que habrá en mi vida, porque estoy más que seguro de que va a ser la única a la que amaré hasta el último día de mi existencia. Ella es mi amor verdadero.
Los ojos se me llenan de lágrimas por lo que simboliza esta pulsera para nosotros y juro que si no fuera porque empieza a hablar, me abalanzaría sobre ella y me la comería a besos.
-El hombre de la joyería me dijo que ese nudo simboliza…
-El amor verdadero – termino por ella.
Levanto la cabeza y veo que sus ojillos marrones también están lacrimosos. Su sensibilidad es algo que me vuelve loco.
-Es preciosa, gracias, cariño – digo en un tono emocionado -. ¿Me la pones?
Faith asiente y sorbe un poco, aparte de limpiarse una pequeña lágrima que le cae del ojo. Sus finas, suaves y pequeñas manos agarran el cierre de la pulsera y lo abrochan alrededor de mi muñeca.
-Te queda tan perfecta como pensaba – habla en un tono igual de emocionado -. La verdad es que no tenía ni idea de qué comprarte y se me ocurrió que algo así podría gustarte.
-Me encanta, de verdad – pestañeo para no echarme a llorar por todas las emociones que estoy sintiendo ahora mismo -. Pero el mejor regalo que tengo en esta vida eres tú. Y creo que nunca estaré lo suficientemente agradecido a la vida por ponerte en mi camino – confieso sin dejar de mirarla a los ojos.
-No olvides a mi madre, que fue la que hizo los esfuerzo en el paritorio – bromea, mientras más lágrimas resbalan por sus mejillas.
-Cierto, a ella sobre todo. Y a tu padre, que puso la semillita – le sigo el rollo y vuelve a reírse de esa forma que tanto me encanta, marcando su hoyuelo, con los ojos brillantes y los párpados entrecerrados -. Ven aquí.
-Un segundo. ¿Puedes coger tu móvil? – me pide, mordiéndose el labio.
Frunzo el ceño, confuso. ¿Para qué quiere que coja el móvil ahora?
-Sí, claro – me inclino y lo cojo de la mesita de noche -. ¿Pasa algo?
-Ahora lo verás – entrelaza sus dedos y me indica que coja el móvil.
Nada más encender el aparato me encuentro con una notificación de Instagram: @faithgonzser te ha etiquetado en una publicación.
Levanto la mirada y miro a Faith, quien me mira con ojos brillantes y lacrimosos. Pulso la notificación y aparecen tres fotos nuestras. En una estamos bañándonos en mi piscina, riéndonos y lanzándonos agua el uno al otro; en otra estamos abrazados y sonriendo con la puesta de sol a nuestras espaldas; y en la última estamos besándonos. Justo debajo, hay un precioso texto que hace que me vuelvan a entrar ganas de llorar:
“Bueno, sé que podría escoger mil fotos, pero creo que estas tres son las que mejor definen lo bonito que es lo que hay entre nosotros. Hoy, quiero darte las gracias por aparecer en mi vida. Quiero decirte que eres la razón por la que soy tan feliz, que eres mi mayor suerte, la única persona que sabe lo que necesito con sólo mirarme, la persona que me quiere cuando estoy de mal humor, cuando no quiero ver a nadie o cuando estoy triste, la persona que nunca ha querido cambiarme, que me ha querido tal como soy y que me ha enseñado lo que es amar de verdad.Tú eres mi primer y único amor. Gracias por tanto, amor mío. Sólo me queda decirte lo mucho que te quiero, y desearte un feliz veintinueve cumpleaños. Espero pasar a tu lado todos los cumpleaños que te queden en esta vida. Te quiero”.
Una lágrima me cae por la mejilla cuando termino de leer el texto y el corazón me va a estallar por el amor que siento por Faith y por lo jodidamente feliz que soy con ella. Cuando levanto la mirada, también está llorando. Se abalanza sobre mí y me abraza muy fuerte y yo le rodeo el cuerpo con los brazos. Aspiro el olor de su cuello y le beso la piel repetidas veces, mientras ella acaricia mi cuello con la punta de su nariz.
-Muchas gracias, mi amor – le susurro entre lágrimas.
-Gracias a ti por ser el amor de mi vida – me dice ella del mismo modo -. Y ahora, por ser el cumpleañero, te corresponde un súper desayuno de cumpleaños.
Intenta levantarse después de secarse las lágrimas, pero agarro sus caderas y la posiciono sobre mi vigorosa erección, cubierta por las sábanas. Faith da un pequeño respingo al sentir la presión en su entrepierna desnuda y suelta un pequeño jadeo, que hace que se muerda el labio.
-El desayuno puede esperar. ¿No querrás desperdiciar esto, no? – hablo en un tono juguetón y sugerente, que sé que la vuelve loca.
-Sería una pena – dice del mismo modo.
Faith me rodea el cuello y se aprieta contra mí, haciendo que un latigazo muy placentero me recorra la espalda, y suelto un pequeño gemido que la hace sonreír con lascivia.
-Pues entonces tengo que quitarte la camiseta, por mucho que me guste como te queda mi ropa – agarro el bajo de la camiseta y la subo, hasta sacársela por la cabeza, dejándola desnuda de nuevo -. Me encanta verte desnuda – poso los labios en su clavícula y la beso con mimo, al mismo tiempo que le acaricio los pezones con las manos.
-Lo mismo digo – suspira cuando le muerdo la parte superior del pecho derecho.
Faith empieza a balancear las caderas y yo retiro la sábana para que el roce de nuestros cuerpos sea mucho más intenso. Su humedad me empapa y me pongo tan cachondo que me tumbo y la arrastro hasta hacer que se siente sobre mi cara.
-Apoya las manos en la pared – le pido, acariciándole los costados con las yemas de los dedos.
Su piel se eriza y hace lo que le pido, soltando un jadeo cuando le doy un mordisco en la parte interna del muslo.
-Muy bien, amor – sonrío -. Y ahora, quiero que me mires mientras te como enterita.
Baja la cabeza y se recoloca los rizos a un lado, mirándome con esos ojazos marrones que me hacen perder la cabeza cada medio segundo.
Le dedico una sonrisa llena de deseo y le rodeo los muslos con los brazos para mantenerla en la misma posición y evitar que se mueva. Empiezo dándole pequeños y húmedos besos en los labios vaginales y luego hundo la lengua en sus húmedos y cálidos pliegues. Su delicioso sabor me hace soltar un jadeo y cierro los ojos, disfrutando de ella. Sin embargo, los abro un segundo después cuando la escucho gemir, y decido que no pienso volver a cerrarlos. Faith tiene las manos apoyadas en la pared, se muerde el labio con fuerza y la expresión de placer que reina en su rostro es el mejor regalo de cumpleaños que podría tener, aparte de la preciosa pulsera que me ha regalado y que llevo en la muñeca.
-Can… - gimotea y apoya la cabeza en la pared, sin dejar de mirarme, tal y como le he pedido.
Le clavo los dedos en la piel y succiono su clítoris, con cuidado de no hacerle daño. Faith boquea y separa una mano de la pared para taparse la boca y acallar el gemido que amenaza con salir. Cada gemido que sale de sus labios es como una corriente para mi erección que empieza a doler de una forma deliciosa, porque está ansiosa de ella, de su calor, de su amor.
-Me encanta verte así, mi amor – hablo sobre su vagina -. Estás tan guapa ahora mismo.
-Eso es porque no te has visto tú, Can – me acaricia el pelo y yo aprovecho para introducir la lengua en su vagina -. ¡Oh, mierda!
Meto y saco la lengua y ella araña la pared, pidiéndome que siga entre gemidos no muy altos para que mi padre y mi hermano no se enteren de nada.
Empiezo a notar cómo sus pliegues se humeceden más y más y cómo Faith empieza a retorcerse sobre mi boca, moviendo las caderas, buscando más placer, un placer que estoy más que dispuesto a darle. Separo un segundo la boca y separo sus labios, dejando su clítoris totalmente al descubierto. Y lo ataco sin piedad. Lamo, chupo, besos y succiono el centro de su placer y mi pecho se llena de ego cuando lloriquea que siga, que le encanta, que la haga correrse.
-Vamos, mi amor, dámelo – le acaricio el clítoris con los dedos y le beso las piernas.
Faith me clava las uñas en el antebrazo y yo vuelvo al ataque. Le sigo lamiendo el clítoris y la sujeto con fuerza cuando se retuerce por el orgasmo, soltando un profundo gemido que acalla, tapándose la boca.
-¡Dios santo! – suspira -. A este paso, moriré joven.
Suelto una risa, besándole los muslos.
-Los orgamos son buenos para el corazón. Gracias a mí, vivirás al menos veinte años más – le hago cosquillas en los costados y ella se levanta para que no siga.
-No hagas eso. Que ya sabes que me entran ganas de pegarte cuando me haces cosquillas así. Y no quiero hacerte pupita – se coloca a horcajadas sobre mi cuerpo y me lame los labios, quitando los restos de su esencia -. Qué bien sabes.
-Es culpa tuya – sonríe y yo le beso los labios.
Nos hago rodar en la cama y me coloco sobre su cuerpo, entre sus piernas. Le coloco los brazos encima de la cabeza y entrelazo nuestros dedos sin dejar de besarla.
-No te muevas – le pido.
-Si, señor Can – se ríe.
Me incorporo para sacar un preservativo de la mesita de noche y me lo coloco lo más rápido que puedo, sintiendo que estoy a punto de estallar. Vuelvo a colocarme entre sus piernas y guío mi erección hasta su entrada. Me introduzco en ella con suma lentitud, recreándome en su calidez. Faith arquea la espalda y suelta un suspiro lleno de placer y yo me muerdo el labio, dejando que el inmeso gusto que me provoca esto me recorra el cuerpo por completo. Me coloco sobre ella y vuelvo a entrelazar nuestros dedos sobre la cabeza de Faith y empiezo a mover las caderas, entrando y saliendo de ella, mientras nos miramos a los ojos.
Faith me besa y aprieta el agarre de nuestras manos, jadeando en mi boca.
-Te quiero, mi amor – le muerdo la barbilla y ella gira la cabeza para volver a besarme.
-Yo más, Can Doğan – gime bajito -. Te quiero muchísimo.
Sonrío y acelero el ritmo de los movimientos de mis caderas y ella se mueve debajo de mí, haciendo que nuestra unión sea mucho más profunda. Nuestros alientos se mezclan, nuestras respiraciones se acoplan y nuestros ojos se dicen lo mucho que nos amamos el uno al otro. Faith arquea el cuerpo cuando el orgasmo se avecina y yo aprovecho para besarle el cuello y lamer cada centímetro perlado de sudor.
-No puedo más, Can – solloza.
-Yo tampoco – jadeo.
Acelero aún más el ritmo y la profundidad de las embestidas y apoyo la frente sobre la de Faith, sin disminuir el ritmo de mis caderas. El corazón empieza a latirme con más fuerza, los músculos de las piernas se me empiezan a agarrotar y los pulmones amenazan con reventarme. Y sé que a Faith le pasa lo mismo cuando sus paredes vaginales empiezan a contraerse con el segundo orgasmo, que está a punto de aparecer. Y entonces ambos alcanzamos el clímax.
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Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉ
RomanceFaith es una chica divertida, familiar, ingeniosa y sin filtros, cuyo objetivo es convertirse en una buena chef y abrir su propio restaurante. Se pasa los días entre clases de cocina, turnos en la tienda de ropa en la que trabaja y reuniones con su...