CAPÍTULO 25

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Can.

Hoy es el día. Hoy le diré a Faith que la quiero. Sé que debería haberlo hecho hace mucho, pero las circunstancias no han sido muy favorables para ello. Me visto con una camiseta negra de manga corta porque las temperaturas de verano cada vez son más altas, unos vaqueros oscuros y unas botas. Me coloco una de mis tan preciadas bandanas alrededor del tobillo izquierdo y termino poniéndome mis anillos y mis pulseras, aparte del collar del ojo de tigre y un par más que me gustan mucho. Luego me echo un poco de perfume y ya estoy listo.
<<Hoy se acaba esto>>, me digo.
-Can, ¿estás listo? - me pregunta mi hermano, entrando en mi habitación.
-Sí - cojo mi móvil y me lo guardo en el bolsillo -. ¿Es normal que esté nervioso, Engin? - salgo de la habitación seguido de mi hermano.
-Vas a declararte a la mujer de tu vida. Yo creo que es lo más normal. Yo estaba igual cuando se lo dije a Gamze - dice -. ¿Pembe te ha llamado o algo?
Niego con la cabeza.
-No, pero me ha mandado un mensaje diciéndome que se iba a Nueva York durante un tiempo, porque tiene trabajo. Que volverá para pasar más tiempo con su madre, pero que espera que sea muy feliz con Faith - cojo mis gafas de sol del mueble de la entrada -. Así que el día promete.
-Pues genial, entonces, hermano - Engin sonríe.
-Venga, vámonos ya, que quiero ver a Faith cuanto antes.
Mi hermano insiste en que nos llevemos su coche, así que nos subimos en su BMW rojo y abre el portón metálico de la entrada con el mando a distancia. Engin conduce unos diez minutos hasta el bloque de pisos del centro en el que vive Murat. Vive en un ático de súper lujo, digno del buen abogado que es. Mi hermano aparca en un hueco libre que encuentra y bajamos para luego entrar en el edificio y coger el ascensor hasta la decimoquinta planta, donde vive mi amigo.
-Hola, chicos - saluda Murat cuando abre. Nos da un abrazo a cada uno y nos hace pasar -. La cena está casi lista.
Engin y yo entramos y me quito las gafas de sol, colgándomelas en uno de los collares que llevo.
-¿Las chicas aún no han llegado? - pregunto.
Murat niega con la cabeza, cerrando la puerta.
-Supongo que no tardarán - dice mi hermano.
-Me han dicho por ahí que hoy le vas a declarar tu amor incondicional a Faith - Ahmet sale de la cocina y sonríe con picardía.
-Ese es el plan - digo.
-Ven, tómate una copa de vino, que te va a venir bien - sugiere Murat.
Quince minutos después, con dos copas de vino metidas entre pecho y espalda, el timbre de la casa de Murat suena y los nervios me comen por dentro. Faith ya está aquí. Las manos me empiezan a sudar y tengo que secármelas en la tela del vaquero y tomar aire un par de veces para calmarme.
-Hola, chicos - saluda Murat cuando les abre.
Ömer entra de la mano de Damla, seguido de Gamze, que se abalanza sobre mi hermano, Azra, Cihan y Mesut.
-¿Dónde está Faith? - pregunto cuando no la veo -. ¿No viene?
-¿Ahora te preocupa Faith? - me suelta Gamze con rabia.
-¿Dónde has dejado a tu querida novia rubia? - exclama Damla.
Frunzo el ceño sin entender a qué se refieren.
-Claro que me preocupa Faith. Y no hay ninguna novia rubia - contesto. Las tres se miran entre ellas, comunicándose con la mirada -. ¿Se puede saber qué está pasando?
Me estoy poniendo cada vez más nervioso. ¿Qué coño pasa y por qué Faith no está aquí?
Damla suspira y da un paso al frente, colocándose frente a mí. Se pasa la mano por el pelo caoba y empieza a hablar.
-Nos había pedido que te pusiéramos una excusa si preguntabas por ella, pero no vamos a hacerlo, Can. No ha querido venir porque no quiere verte. Y por si te interesa saber la razón, es porque sabe que has vuelto con Pembe - me suelta con rabia.
-Espera, espera, espera - la interrumpo -. Yo no he vuelto con Pembe. ¿De dónde ha sacado Faith eso? - no entiendo nada.
-Os vio abrazaditos y a punto de besaros ayer en la puerta de tu casa - interviene Gamze -. Fue a hablar contigo; bueno, más bien a declararse porque, si no te has dado cuenta, está enamorada de ti. Y os vio. Salió corriendo antes de ver cómo os comíais la boca. Llegó a casa destrozada y llorando, diciendo que era una idiota por pensar que podrías quererla. Y lleva todo el día a base de Nutella, películas Disney y lágrimas.
¡Mierda, mierda, mierda! Esto no puede estar pasando. No ahora. Faith lo ha malinterpretado todo. Si se hubiera quedado dos minutos más, habría visto que no pasaba nada entre Pembe y yo. ¡Joder!
El corazón me late a mil por hora y no sé si estoy cabreado, triste o una mezcla de las dos. Me paso las manos por el pelo y cierro los ojos, intentando calmarme. Hasta puedo sentir cómo la mirada de Ömer me taladra. Me apuesto el cuello a que se está aguantando las ganas de darme un puñetazo.
-¿Dónde está? - pregunto cinco segundos después, más calmado -. Tengo que hablar con ella sobre esto.
-¿Para qué? ¿Para romperle el corazón aún más? - me chilla Gamze.
-Para decirle que no pasó nada entre Pembe y yo, y para decirle que estoy enamorado de ella - les digo.
-¿Estás enamorado de Faith? - me pregunta Azra con los ojos como platos. Asiento -. ¡Lo sabía! ¡Os dije que él la quería!
-Y ahora, ¿podéis decirme dónde está para poder ir a buscarla y acabar con esta pesadilla? - pido, intentando mantener los nervios bajo control.
Las tres se miran de nuevo.
-¿Seguro que no pasó nada entre Pembe y tú? - insiste Damla.
-Seguro. Se me tiró encima llorando y yo la consolé. Y cuando intentó besarme, la aparté y me metí en casa. No pasó nada. ¡Quiero a Faith, por Dios! ¡No sería capaz de enrollarme con otra persona aunque quisiera! - exclamo.
-Cuando hemos venido estaba en su casa zampándose un bote de Nutella - me dice Azra.
Pues para allá que voy. Pienso plantarme en su casa y no me moveré de allí hasta que me escuche. Como si tengo que hacer señales de humo.
-Genial, gracias - camino hasta la puerta.
-¿Quieres llevarte mi coche, hermano? - me ofrece Engin.
Niego con la cabeza, abriendo la puerta.
-No, gracias. Cogeré un taxi - digo.
Salgo del piso de Murat después de desearles una buena noche a todos y decido bajar por las escaleras, pues el ascensor está ocupado y no quiero perder ni un solo segundo. Por suerte, encuentro un taxi libre justo en la puerta y le doy la dirección de Faith nada más subir.
-Creo que ayer llevé a una chica muy linda a esta dirección - menciona el taxista mientras conduce, captando toda mi atención.
-¿Ah, sí? - me inclino hacia delante y me apoyo en el respaldo del asiento delantero, intrigado por saber más -. ¿Era morena, con el pelo corto rizado y unas gafas de color rosa claro?
El taxista asiente, mirándome a través del retrovisor.
-Sí, la pobre lloraba a mares. Decía que tenía mal de amores - coge la segunda salida en una rotonda -. A saber quién fue el malnacido que la hizo llorar así.
-Pues parece que fui yo, desgraciadamente - digo con pesar y suspiro -. Y ahora tengo que arreglarlo.
El conductor me cuenta cómo reconquistó a su esposa cuando ella se enfadó con él cuando discutieron por sus celos al inicio de su relación cuando tenían dieciocho años. Me cuenta que le compró rosas y bombones y se plantó en la puerta de su casa. Le soltó un discurso mientras ella lo miraba desde la ventana de su habitación y cuando creía que todo se iba a la mierda, ella bajó y lo besó.
-Verá como todo se soluciona - intenta animarme -. Que tenga suerte.
Le doy las gracias y le pago el trayecto antes de bajarme. Camino unos pasos hasta la puerta y respiro hondo, intentando calmarme un poco, antes de tocar el timbre un par de veces, a la espera de que alguien abra la puerta, preferiblemente Faith. Pero no abre nadie. ¿Por qué no abren? Me saco el móvil del bolsillo delantero del vaquero y marco su número mientras golpeo la puerta. Me salta el buzón de voz, así que cuelgo y vuelvo a llamar.
<<Igual es que no hay nadie. Tampoco se ven luces encendidas ni nada>>, pienso.
Golpeo la puerta una vez más, pero nada. No hay nadie. ¿Dónde puede estar? No creo que haya ido muy lejos a estas horas, ¿no? Seguramente está en alguna parte del barrio. Lo mejor será que la busque por aquí. Este barrio no es tan grande, así que espero encontrarla lo más pronto posible. Vuelvo a sacarme el móvil del bolsillo y llamo a Faith de nuevo, mientras me alejo de su casa.

Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora