CAPÍTULO 45

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Can.

Después de un fin de semana alucinante, en el que vamos a la playa y hago unas fotos increíbles del mar y de la hermosura que tengo por novia, el mes de agosto llega a su fin y septiembre entra fuerte.
Ahora estoy en el gimnasio entrenando y, después de una hora y media de crossfit, decidimos tomarnos un descanso para luego seguir con boxeo y defensa personal.
-Así que os va genial – me dice Yusuf cuando cojo mi botella de agua para beber.
Asiento.
-Me tiene loco, te lo aseguro – sonrío.
-Y aún no me la has presentado – recalca -. Eso es de ser un mal amigo.
-Ya te la presentaré, relájate, hombre – hago un gesto de calma con las manos.
Mi móvil empieza a sonar y la foto que le hice a Faith jugueteando con la funda que se pone para dormir parpadea en la pantalla, indicándome que me está llamando.
-Hablando del amor de mi vida – descuelgo -. Hola, amor – saludo, sonriendo.
-Hola, guapo – contesta ella -. Bombazo informativo: la segunda temporada de El Pueblo ya se puede ver en Netflix y Amazon. Así que este fin de semana, no podemos perdérnosla. Y otra cosa: ¿estás ocupado? He dejado unos dulces en el horno y tengo un rato libre. Por si quieres que nos veamos. Te echo de menos – dice lo último con voz aniñada.
<<Si es que tengo que quererla>>, pienso, con el corazón henchido de amor.
-Estoy en el gimnasio. Vente y así te enseño esos movimientos de boxeo que querías aprender – le digo. Llevo desde ayer por la tarde sin verla y la echo de menos como si llevara una semana sin ella.
-Can, en Estambul hay como cien gimnasios – se burla -. Si quieres que vaya, sería de gran ayuda que concretaras qué gimnasio es.
-Tiene usted toda la razón, señorita. Ahora te mando la ubicación.
Colgamos después de intercambiar un 'te quiero' y le mando la ubicación del gimnasio. Hasta ahora nunca me ha acompañado ni ha venido aquí. Siempre que hemos quedado ha sido antes o después.
Me meto en el ring de defensa personal y me pongo a practicar con Yusuf en lo que Faith llega.
-Creo que tu amorcito ha llegado – anuncia Yusuf con la respiración entrecortada por la llave que le estoy haciendo.
Levanto la mirada y me encuentro a Faith mirándonos con una expresión de asombro, al mismo tiempo que frunce el ceño y hace una mueca muy graciosa con la boca. Lleva unas mallas negras, una camiseta del mismo color y una camisa de cuadros blancos y negros abierta, además de unas Reebok blancas.
-Hola, amor – la saludo, sonriendo -. Ven, acércate.
-No, gracias. De momento le tengo aprecio a mi pobre vida – contesta -. Tú debes ser Yusuf – señala a mi presa.
-El mismo. Tú debes ser la monada que ha cautivado el corazón de este grandullón – se suelta de mi agarre y sale de la jaula para darle dos besos a Faith como saludo -. Can me dijo que eras preciosa, pero no pensé que tanto.
Faith suelta una risa y se recoloca las gafas.
-Can me sobrevalora demasiado – habla ella.
-Creo que debería hacerlo aún más – salgo y la abrazo con fuerza -. ¿A que hacemos buena pareja? – le pregunto a Yusuf.
-Sí, sois muy monos – contesta mi amigo.
Faith y yo sonreímos y ella me abraza el torso, hundiendo su nariz en mi camiseta.
-¿Por qué tienes que oler tan bien incluso sudando? – lloriquea -. No es justo para mi salud mental.
-Serán los genes Doğan.
Ella se ríe, de esa forma tan adorable que me vuelve loco, y luego se separa y me mira desde abajo.
-¿No ibas a enseñarme a boxear? – pone carita de niña buena.
<<Y en realidad es un diablillo, un precioso diablillo que me tiene loco de amor>>, pienso.
-Cierto. Ven, vamos a ponerte los guantes.
La agarro de la mano y la siento en un banco. Le vendo las manos con las bandas protectoras y le pongo los guantes. Le enseño los movimientos básicos y los juegos de piernas para que sepa controlarlo antes de subirla al ring.
-¿Lista? – le pregunto cuando nos subimos a la plataforma -. Recuerda: utiliza todo el tronco para golpear.
-Sí, señor – contesta, dando saltitos.
Para mi sorpresa, se le da bastante bien. Golpea cada vez que se lo digo y esquiva mis intentos de tocarla como toda una profesional. Si es que esta mujer sabe hacer de todo.
-Así, muy bien – la animo, mientras ella sigue dándolo todo.
-No puedo más – se tira en el suelo con la respiración agitada y unos coloretes que ni Heidi tenía -. Necesito oxígeno.
Bajo a coger mi botella de agua y se la doy para que beba un poco.
-Eres buena, eh – la halaga Yusuf -. Deberías practicar más veces.
-Pues va a ser que hoy ya no – se levanta soltando un gruñidito adorable de esos suyos.
Se desata el guante con los dientes y se lo quita, metiendo la mano entre su brazo y sus costillas para sacar la mano, y luego se quita el otro. Luego la ayudo a quitarse las bandas protectoras.
Su móvil suena y lo saca de su mochila para contestar:
-Dime, Azra – frunce los labios, escuchando, y frunce el ceño -. Ajá, ajá... Vale, id a mi casa, yo llego enseguida. Un beso.
-¿Te tienes que ir ya? – pregunto, un poco decepcionado. Me habría encantado haberla metido conmigo en las duchas y haberle hecho guarradas. Porque para mi desgracia, aún no nos hemos duchado juntos. Si, nos acostamos pero no nos duchamos juntos. Ironías de la vida.
-Damla ha discutido con Ömer y está llorando por las esquinas. Tengo que ir a darle un 'Kit anti-depresión' marca Faith – frunzo el ceño sin entender una palabra -. Pastel de chocolate, chocolate caliente y té a mansalva. Así que me voy. Todo el día para arriba y para abajo – me besa en los labios y luego me abraza -. ¿Hablamos luego por Skype?
-Dalo por hecho – sonrío y vuelvo a besarla -. ¡Avísame cuando llegues a casa! – le grito mientras se aleja.
Se gira y camina de espaldas para decirme:
-¡Vale, te quiero! – me lanza un beso y vuelve a girarse para salir de la sala.
-¡Yo más!
-¡Imposible!

Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora