CAPÍTULO 27

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Can.

-Entonces, ¿ha salido corriendo? – me pregunta mi hermano, pasándome una copa de whiskey.
Cuando he llegado a casa andando desde el puerto (porque necesitaba aire fresco para calmarme) los chicos estaban en el jardín esperándome para que les contara cómo ha ido la cosa. Pues no muy bien, si he de dar mi opinión.
Asiento.
-Sí, salió corriendo como si la vida le fuera en ello – le doy un sorbo a la copa.
-Normal, hijo. Te dije que no le soltaras las cosas de sopetón, que huiría. Es lo que hace siempre cuando se trata de sentimientos – habla Ömer -. Faith es muy valiente y atrevida con todo, menos con eso.
Resoplo y me pellizco el puente de la nariz.
-¿Por qué tiene que ser tan difícil? – me lamento.
-Porque el amor es así, tío – dice Murat, dándome una palmada en el brazo.
-Me lo dices tú que te has enamorado muchas veces, ¿no? – le suelto -. Perdona – me disculpo al segundo por hablarle de esa manera tan brusca -. Es que no sé qué hacer.
Ömer suelta su copa en la mesa y se inclina hacia delante.
-Tienes que darle espacio, dejar que asimile lo que le has dicho hoy y que ordene su cabeza. Si lo haces y no la atosigas, puedes estar seguro de que en un par de días estará en tu puerta, diciéndote que ella también te quiere. Si le insistes y se agobia, se alejará aún más y acabará cerrándose en banda aunque se muera de pena.
-Darle espacio – repito sus palabras.
-Sí. Hazme caso – vuelve a coger su copa -. En menos de una semana estáis juntos, te lo garantizo. La conozco desde que era así – simula la altura con su brazo sobre el aire – y llevaba su mochila de High School Musical a todas partes. Confía en mí.
¿Tengo otra opción? Pues no. Por probar supongo que no pasa nada. No tengo más opciones ahora mismo y la verdad es que la idea de Ömer no parece nada mala.
-Supongo que no tengo una opción mejor, así que... le daré su espacio – digo, terminándome la copa -. Otra – le pido a mi hermano.
-Tampoco te vayas a emborrachar ahora, Can – dice, rellenándome el vaso.
-Déjame en paz – murmuro.
Para dejar de pensar en que Faith ha vuelto a huir de mí una vez más, les pregunto a los chicos qué tal se lo han pasado en la cena de esta noche y me cuentan que se han divertido mucho. Sin embargo, como estaban un poco preocupados e intrigados (más de lo segundo que de lo primero, me parece a mí) las chicas, Mesut y Cihan han vuelto a casa a ver si conseguían ver cómo estaba Faith, y ellos han decidido venirse aquí a esperarme.
-Por cierto, ¿cómo va el proyecto ese del perfume para el que estabas haciendo las fotos? – me pregunta Ömer después de una copa de Whiskey más.
-Muy bien. También me han encargado que haga la campaña de publicidad, porque han tenido un problema con la agencia que iba a hacerla. Así que he hecho las fotos y ahora estoy preparando la campaña – les cuento a todos.
-¿Eso significa que tendré que imprimir los carteles? – pregunta Ahmet con una sonrisa.
-Correcto – contesto -. Cuando la termine de preparar te mandaré los diseños y tú te encargas de imprimirlos.
-Cuenta con ello, hermano – dice.
Los chicos se quedan unos veinte minutos más en los que se toman un par de copas y en los que charlamos sobre futuros planes que hacer durante las vacaciones: ir a la playa, barbacoas, visitar las ferias de las ciudades vecinas... lo típico del verano.
Puesto que se han emocionado bastante con el whiskey, mi hermano Engin y yo les proponemos que se queden a dormir en casa. Hay espacio suficiente para todos. Cada uno se mete en la habitación que le parece y yo decido darme otra ducha para liberarme de parte del estrés sufrido hoy. Creo que es la primera vez en mi vida que estoy así.
Cuando ya estoy metido en la cama, cojo y mi móvil y abro el chat de WhatsApp de Faith, dispuesto a escribirle un mensaje. Pero me detengo.
<<Espacio, tienes que darle espacio, Can. Deja que se aclare>>, me recuerda mi subconsciente.
Suspiro, apagando el móvil y devolviéndolo a la mesita de noche. De acuerdo, le dejaré su espacio. Sólo espero que no sean más de un par de días, porque si no, voy a perder la cabeza por completo.
Por la mañana me despierto con el libro de El Código Da Vinci sobre el pecho. Anoche lo cogí después de pasarme dos horas dando vueltas en la cama sin poder pegar ojo y supongo que me quedaría dormido mientras leía. Miro el reloj de la mesita de noche y veo que son las nueve de la mañana. Creo que me voy a ir un rato al gimnasio a liberar tensiones. Necesito hacerme a la idea de que me voy a pasar al menos dos días más sin tener noticias de Faith, porque con las vueltas que le da a todo... aquí hay para rato.
<<Las cosas que aguanta uno por amor. Manda cojones>>, pienso, mientras saco un pantalón deportivo y una camiseta sin mangas.
Me visto y luego cojo mi bolsa de deporte en la que guardo una botella de agua, los guantes de boxeo, las bandas elásticas protectoras y ropa limpia para cambiarme luego.
Antes de irme le escribo una nota a mi hermano Engin diciéndole que me he ido al gimnasio y que volveré en un par de horas. Pego la nota en el frigorífico y me bebo un té antes de irme. Una vez llego al gimnasio, me coloco las bandas elásticas en las manos y me pongo los guantes antes de empezar a darle puñetazos al saco de boxeo. Doy golpes alternando cada puño, esquivo el saco, hago juego de piernas... me peleo con el saco hasta que necesito parar para limpiarme el sudor de la frente.
-¿Mal humor o mal de amores? – Yusuf aparece detrás del saco y se coloca a mi lado.
-Ambas – jadeo, golpeando un lateral del saco.
-¿Todavía se te resiste la chica? – pregunta interesado.
-Digamos que hubo un malentendido y para arreglarlo le confesé mis sentimientos. Y luego salió corriendo y no sé nada de ella desde anoche – le cuento. Le doy una patada al saco y me giro para mirarle.
-¿Y no vas a hacer nada?
-Me han recomendado que es mejor dejarla a su aire unos días para que se aclare – contesto con la respiración agitada -. Así que no me queda otra que esperar si quiero estar con ella. Y créeme, no he tenido tantas ganas de estar con alguien nunca.
-¡Ay, que se me ha enamorado! – bromea en un tono maternal, estrujándome los mofletes.
-¡Quita, pesado! – lo empujo de forma amistosa.
-Que conste que quiero ser el primero en conocerla cuando empecéis a salir juntos, eh – me advierte.
Asiento, sonriendo.
-Anda, vamos a practicar un poco de defensa personal, que necesito acción – digo.
Me quito los guantes y las bandas elásticas de las manos y me subo al ring con Yusuf para practicar un rato. Pasamos algo más de una hora y cuando llega un chico al que Yusuf le está dando clases de boxeo, me doy una ducha en el vestuario y me coloco la muda de ropa que me he traído.

-¿Estás seguro de que no vas a venirte a cenar? – me pregunta mi hermano.
-Querer, quiero ir, pero quiero darle espacio a Faith para que se aclare las ideas cuanto antes – contesto, terminando el boceto para la campaña de publicidad del perfume.
Tengo que mandarle un prototipo a la marca para que den el visto bueno y poder imprimir los carteles. Bien es cierto que prefiero hacer sólo las fotos, pero nunca viene mal un poco de trabajo extra, sobre todo cuando me han ofrecido otra cantidad desorbitada de dinero y me lo han casi suplicado. No podía negarme.
En cuanto a la cena, después de pasar todo el día en casa con los chicos jugando al futbol, al baloncesto y zampando como cerdos, Damla ha sugerido por el grupo de WhatsApp ir a cenar a la pizzería de su barrio, que es uno de los sitios donde mejores pizzas hay. A todos (incluida Faith) les ha parecido una idea estupenda, porque es sábado y hace un día estupendo. Así que yo he decidido quedarme en casa y no ir. No quiero que Faith se sienta incómoda y retrocedamos más pasos. Me mantendré alejado hasta que ella decida venir y hablarme de sus sentimientos, aunque sólo quiera ir a por ella y comérmela a besos.
-¿Sabes? Nunca te había visto esforzarte tanto por una mujer – dice mi hermano con cierta sorpresa.
-Será porque nunca me había enamorado antes – le contesto, comprobando la pauta de colores que tengo que enviar.
-Bueno, me voy ya, que esa pizzería se pone hasta el tope los fines de semana. Nos vemos luego, hermano.
Me despido con un movimiento de cabeza y Engin coge las llaves de su coche para luego salir por la puerta. Segundos después, oigo el motor de su coche que se hace más y más lejano hasta dejar de escucharse.
Cuando termino de hacer el diseño del cartel publicitario, se lo envío al director general de la marca por correo electrónico y apago el ordenador. Me pellizco el puente de la nariz y suspiro, pensando en qué hacer para no coger el coche e ir en busca de Faith.
<<Espacio, dale espacio>>, me repito una y otra vez. <<Quiero que venga a mí, no que se aleje más>>.
Igual salir a correr un rato me relaja un poco. Sí, eso haré. Me cambio otra vez de ropa y salgo a correr unos cuantos kilómetros para intentar liberar el estrés que tengo en el cuerpo.

Y SIN ESPERARLO TE ENCONTRÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora