𝐃𝐔𝐒𝐊 𝐓𝐈𝐋𝐋 𝐃𝐀𝐖𝐍 | 𝐭𝐰𝐢𝐥𝐢𝐠𝐡𝐭
❝ 𝘐 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘴𝘦𝘦 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘶𝘯 𝘳𝘪𝘴𝘦 𝘰𝘯 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘴𝘪𝘯𝘴, 𝘫𝘶𝘴𝘵 𝘮𝘦 𝘢𝘯𝘥 𝘺𝘰𝘶 ❞
「 El clan Cullen se formó mucho antes que con la llegada de Edward a la vida de Carlisle. Anneliese fu...
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Él sabía que adentrarse al oscuro bosque de Escocia y en especial el de Stirling era una muerte asegurada. ¿Pero que se suponía que debía de hacer? Su hogar fue consumido por las llamas, bueno, la mayoría de este.
Su pueblo debía de pensar que estaba muerto y aunque el quisiera volver para demostrarles lo contrario para que apreciaran su fuerza y liderazgo ya era imposible hacerlo, se había perdido hace quizás unos 20 minutos y no recordaba el camino por el que llego. ¿Acaso sus sirvientes estaban en su búsqueda o le habían dado por muerto? No lo sabía, aunque quería hacerse creer que sí, las pisadas que escuchó durante su entrada al bosque le hacían helar la sangre. Su instinto le decía que no eran amistosas, que la criatura o persona que le acechaba no estaba ahí para salvarlo.
Quizás fue la razón por la que se perdió en aquel inmenso bosque, aterrado de ser atacado por alguna persona o animal salvaje. Y estaba aliviado de haber logrado despistar a lo que sea que lo seguía, pues había dejado de escucharle a la segunda noche.
Siempre andaba alerta, sus sentidos estaban atentos a cualquier sonido o llamado que recibiera en su busqueda, tan sólo deseaba el día en que viera a uno de sus sirvientes encontrándole y llevándolo a lo que restaba de su hogar. Deseaba llegar a su hogar y comer un gran banquete como a los que estaba acostumbrado, alimentarse tanto que sintiera su estómago reventar. Darse una ducha refrescante y dormir en su tan cómoda cama.
Solo anhelaba el día en que escuchara su nombre siendo llamado y ver a una cara conocida para decirle que todo estaría bien y que lo estaban buscando.
Duncan Driskell intentaba detener el leve sangrado que tenía en su frente, a pesar de conocer muy poco sobre la medicina sabía que no era muy grave pero si doloroso. Se sentía hambriento pero no estaba acostumbrado a buscar su comida por su cuenta, para eso tenía sirvientes.
Y sin duda nunca pensó hacerlo en el oscuro bosque acompañado del silencio aterrador en donde lo único audible era el flamear del fuego y el pequeño riachuelo a su lado cada cierto tiempo. Nunca había pasado más de 2 días fuera de casa.
Empapó con delicadeza aquella tela que tuvo que arrancar de su camisa y la llevo a su frente con la espera de aliviar el dolor. Miro el fuego en silencio mientras pensaba sus palabras de regaño a sus sirvientes por la demora de su encuentro.
