Protagonismo: Hasgard.
Shipeo: Hasgard x OC
Spoiler: Yo quería tocar la primera vez que se vieron luego de conocerse y los termine casando.
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En momentos como ese, cierta nostalgia invadía la mente del antiguo santo dorado de Tauro. Ya hace un tiempo que se había retirado, dejando el cargo de Santo de oro con orgullo a Teneo, ahora estaba tranquilo de decir que era hombre casado.
Con ese pensamiento miro a su pecho dónde la mujer de cabellos rojos parecía dormir. Recordada con gracia el momento en el que se conocieron, y el momento dónde tomo una de las mejores decisiones de su vida, negando la idea de que su encuentro sea solo una casualidad que dejaría pasar.
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Suspiró. Si bien había Sido algo ligeramente incómodo al inicio, rápidamente logro entablar una rápida conversación con la mujer ninfa. Para su suerte la herida sano rápido y solo fue un golpe que no la dejo invalida por más de un rato.
— Ahm... Aldebarán. Lamento si me porte un poco infantil hace rato. Creo que, me puse nerviosa ya que hace tiempo que no veo a otra persona y... Bueno, ya sabes. — Antes de despedirse la primera vez eso le dijo, sus mejillas aún se confundían con su cabello por lo roja que estaban. — Gracias por preocuparte por mi. Pero ya puedes irte.
Hasgard lo comprendió creyendo que se refería a que ese no era un comportamiento propio de lo que ellas como ninfas solían ser. No encontrando manera de responder a eso en primer momento.
Aunque con el tiempo, eso dejo de importar para ambos. Dejando siempre los formalidades al momento de comportarse.
— ¿Estarás bien? — No solo se preocupaba porque este sola, tenía que entender que como una ninfa, ella no era humana, cosas como la daledad seguro no importaban. Si por otro espectro, o el dichoso santo que la atacó, odiada tener una idea de quién era.
— No tienes que preocuparte. — Volteando la mirada le sonrió. Buscando cada uno su lado son decir mayores palabras.
Al toro le costó solo 2 meses, sujetar la armadura y volver a tomar rumbo en el mismo camino dónde el la conoció.
— Señor Tauro. — Nunca espero que el toro se tomará la molestia de volver para verla. Desde una ligera distancia se le quedó mirando pensando en que decirle.
Se sentía muy enternecido que sin algún tipo de sentimiento malicioso el santo de Tauro quisiera verla, solo por verla. Aún tenía el mal sabor de boca tras el genocidio a su raza, solo sabía que era un santo de Athena.
Bandole su confianza, la mujer pelirroja acepto su visita.
Pequeñas rosas se enredador en los pies del toro siendo su modo de decirle que estaba cerca. Quedándose parabo hasta que la figura de la mujer si hizo presente ante él.
— No esperada que el tiempo te trajera otra vez.
— Lamento si parezco inoportuno pero... Me quedé pensando mucho en ti. — Un poco avergonzado paso su mano por su nuca, declarándo sus razones. — Quise volver a verte.
— Te seré honesta que no me lo esperada. — Pasando su mano por su cabello delicadamente, sus ojos parecían tener cierto brillo. — Pero lo aprecio. Ven. — Haciéndole una señal lo guío a una zona de ese bosque donde un hermoso lago era el lugar perfecto para estar los 2 solos un momento.
El hombre de cabellos blancos solo pudo mirar ese lugar asombrado, desconocia la existencia de un cumulo de Agua cerca de la zona. Solo podía alagar el lugar.
— Los animales de la zona duelen usarlo para calmar su sed. Por dentro esta conectado por kilómetros al mar.
— Un canal de agua subterráneo. — Ella asinto. Dejando la armadura en el suelo se sento cerca de allí. — Umn — Apenas se sentó se le hizo extraño cuando un conejo enteramente blanco se acercó a ellos.
— Algunos animales de aquí no han vista nada similar a una persona más que a mí. Por lo tanto, creo que te tendrán confianza. Ya que no has mostrado algún gesto que les alerte. — Ella me hizo saber, el toro no pudo evitar arquear las cejas, Sujetando al conejo cerca de él. — Se te va bien con animales pequeños por lo que veo. — Ligeramente rio. A modo de juego al toro paso su mano por el agua a sus pies y arrogar un poco sobre su acompañante. — Ah... Te voy informando que no querrás jugar así. — Sonriendo con picardía le informo, ella sabía el alcance que tenían sus poderes. Por más amenaza que fuera la mujer en ese momento solo le pareció linda, tomando el valor y repitiendo esa acción aún con el conejo en la mano. — Lo que quieras. — Un fuerte cosmos inundó el cuerpo de la doncella, lo próximo que el toro noto es que estaba en el fondo del mar.
O eso parecía. Hasta ahora caía en cuenta que ella tenía la habilidad de generar ilusiones de gran poder. Pero más que miedo, todo lo que veía le parecía fascinante.
— ¿Towa? — Llamo. La había perdido enteramente de vista. Habiendo perdido enteramente la percepción de su entorno.
Dejo de pensar en eso cuando unos animales marinos parecían acercarse a el. Siendo lo que se ganó su asombro: Una sirena.
Nunca supo si ellas existían o no. Piscis Santos las habían visto.
Está se terminó acercando de manera muy peligrosa hacía el, buscando moverse al toro se le olvidó que estaba junto a un lago, y un solo paso en falso lo termino lanzando al agua.
Bando por terminada la ilusión.
— Te dije que no quisieras jugar conmigo. — Riendo, se paró a la orilla mirando al hombre salir del agua tras la sorpresa inicial.
Tantas ganas tenía de agarrarla de la pierna y lanzarla al agua junto con el. Pero se contuvo, terminando por reír con igual de ganas, saliendo del agua para quedar frente a ella.
— Veo que eres más traviesa de lo que aparentas. — Rio. Mínimo se secaría el cabello, porque la ropa la sentía tan pegada a la piel que era incómodo pero no traía más. Ella solo se encogió de hombros.
— Tu eres el que quiso jugar. — Bueno. Tenía que admitir que si se lo busco.
— No me arrepiento. — Por se acercó un poco más a ella. — Me llama la atención que eliguieras mostrarme una sirena. ¿Has visto una?
— Díganos qué si, pero no de buena manera. — Hasgard no pudo evitar preguntar.
Ese fue su inicio. Aldebarán/Hasgard le había demostrado lo diferentes que eran, demostrandole a la mujer ninfa el buen hombre, honorable y por sobre todo fuerte tenía en frente.
Todo fue bien para los 2. Al momento de estar frente al templo de géminis, cuando fue la hora de conocer a Athena y sus santos, este le generada malos recuerdos. Pero que a este punto poco importaban.
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El cosquilleo de unos dedos por su estómago hasta llegar a su pecho fue lo que trajo al santo de Tauro a la realidad. Riendo, moviéndose para dejar a la pelirroja debajo de su cuerpo.
— Sabía que no estabas despierta. — Su voz salía casi ronca de sus labios, coqueteando.
— Te note pensando mucho. — Se escudó. Acariciando el rostro del hombre, más específicamente el lado con las cicatrices dónde había perdido la visión de uno de sus ojos, hasta abrazarlo por el cuello.
— Ummm... — Gimió, acercándose para tomar las labios de la mujer en un beso. Bajando lentamente para atrapar uno de sus cenos con sus labios por unos ligeros minutos hasta volver la vista a sus ojos. & Bueno. Me entró una incógnita. ¿Si tuviéramos un hijo sería como Regulus? Osea, sus ojos serían diferentes? O te diría cuernitos? — La mujer debajo suyo rio. Los gruesos dedos del toro pasearon por si estómago hasta su muslo.
— Suena a qué quieres comprobarlo. — Con una sola mano termino de apartar la poca ropa que tenía. Acercándose más al toro cuando sus dedos se introducieron en su parte íntima de forma lenta.
— Claro que quiero. — Dicho esto, su "Great Horn" Remplazo sus dedos dentro de su esposa, abrazándola con un solo brazo mientras con el otro se apoyada en sus fuertes embestidas, acto que hacía frotar sus cuerpos a cada movimiento.
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Tauro Gold Saint Zone (Libro #2)
FanfictionSegundo libro de la campaña #TauroNeedLove creada por mi.