Capítulo 6

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Buenos Aires, Argentina
Junio, 2022

Ruggero:

Ya te dije que no pienso ir a almorzar con esas seis chicas

Rodeé mis ojos al oír las quejas de Leonardo

Y yo ya te dije que si no quieres morirte de hambre vienes, porque el fregadero está vacío ya que se me olvidó ir de compras con todo lo que pasó en los últimos días —hablé poniéndome mi buzo—

Iré a comprarme algo al super —se encogió de hombros volviendo a arroparse con las cobijas—

No te daré el dinero —dije simplemente—

¡Ay que pesado eres joder! —chilló levantándose de la cama—

Tomó un buzo junto con unos jeans y empezó a cambiarse, mientras tanto yo estaba arreglándome el pelo

¡Buen día guapos! —oí la voz de Santiago y extrañado dirigí mi mirada hacia la puerta de la habitación—

¿Como es que tienes las llaves de mi departamento? —pregunté volteándome hacia él, que ya se había lanzado sobre la cama a dos piezas—

Pues, fuimos a hacer otra copia para que él también las tuviese —dijo mi hermano y lo miré entrecerrando mis ojos— Así si quiere quedarse a dormir puede

Recuerda que tu habitación aún no hemos empezado a prepararla ya que no estás seguro de quedarte acá, así que no, por ahora no vendrá a dormir —aclaré y pude oír su bufido junto con la risita de Santiago— Ya es muy incómodo dormir en la misma cama que tú porque invades mi espacio, imagínate tener que compartirla con tu noviecito también

¡Tengo las piernas más largas que las tuyas! Obviamente necesito más espacio

Y ahí no pude replicarle ya que tenía razón, Leonardo es realmente muy alto, casi dos metros

— Bueno, tú tomaste la altura pero yo tomé la belleza —sonreí orgulloso volteándome hacia los chicos para después señalarme— Un metro y ochenta de pura belleza italiana

— Matteo Balsano sal de este cuerpo —exclamó Santiago haciendo una cruz con sus dedos, Leonardo se rió fuertemente—

Esos dos van a sacarme de mis casillas.

[...]

— ¡Buenos días preciosas! —exclamé con una sonrisa volteándome para verlas entrar en la furgoneta—

Todas me respondieron sonrientes en coro y se sentaron en los lugares libres; mi hermano también se encontraba atrás con una cara molesta ya que Santiago le había ganado a piedra, papel o tijera quedándose así con el lugar del copiloto

Y si, se pelearon por esto, ya ni me sorprendo.

Noté como Santiago le prestaba una atención especial a Ana, no dejaba de mirarla y al parecer ya habían empezado a establecer una conversación interesante

Miré a las chicas por el espejo retrovisor y fruncí mi ceño al notar algo— Paren, falta Elettra

¡Ya estamos todos! ¡Podemos irnos! —exclamó mi hermano, lo miré mal y me sorprendí cuando vi como Orne se volteaba para pegarle en la cabeza—

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