Capítulo 84

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Cancún, México
Diciembre, 2022

Santiago:

Volvíamos de una cena un poco diferente, sí, las situaciones entre algunos de nosotros eran graves, pero pues nada que no pueda solucionarse, ¿no?

Además no creo que empeore

Vi a lo lejos a las chicas abrir la puerta de la habitación de Ele, así que me apresuré para hablarle a mi amigo que iba metido en sus pensamientos

Te veo más tarde —le dije pero no respondió, así que me limité—

Me giré para ir a buscar a la mexicana y apenas se estaba adentrando a la habitación de la italiana

— ¡Ana! —grité y se detuvo, llegué corriendo a su lado— necesito que me acompañes a un lugar

Frunció su ceño y miró a Ele que se encogía de hombros.

— Anda tranquila —su amiga le sonrió—

Ana le dió un abrazo y después se acercó a mi — ¿A dónde vamos?

— Solo sígueme. No preguntes

Entrelacé nuestros dedos y la llevé corriendo hasta el elevador. Escuché su risa

Nos adentramos a él y seleccioné la planta baja

— Te noto raro

— ¿Raro?

— Sí, ansioso, nervioso... mm, ¿mataste a alguien y quieres que te ayude a enterrar el cuerpo?

Solté una carcajada y tomé su rostro entre mis manos besando su frente

— No preciosa. Es otra cosa

[...]

— ¡Hey llevo tacones! —se quejó en cuanto salimos corriendo del elevador—

La llevé por todo el jardín de hotel donde había mucha gente en la piscina, cenando y bailando

Aunque no se niega que estaba un poco resbaloso

— ¡Santi, detente que me voy a caer! —estiró mi brazo deteniéndome— soy chiquita no puedo correr

Reí y me agaché leve para tomarla en mis brazos. Gritó bajito entre risas aferrándose a mi cuello

— Problema solucionado. Ahora, ¡a correr!

Escuchaba sus risitas y en como se aferraba a mi. Llegamos hasta las escaleras que nos llevaban directamente a la playa

La bajé de mis brazos en el borde sentándola en un escalón.

— Te quito esto

Me puse de cuclillas para quitarle los tacones y dejarlos a un lado, hice lo mismo con mis tenis así colocándolos sobre un camastro.

La volví a cargar en mis brazos y sentí la humedad y suavidad de la fina arena de Cancún

Al aire y la brisa nos inundó y suspiré profundamente

Nos llevé hasta una dirección donde había poca luz, pero suficiente para saber dónde pisar

La bajé nuevamente y la vi sonreír

— Aventuritas contigo —bromeó y reí abrazándola por los hombros—

— ¿Ves eso? —señalé a lo lejos de la playa y abrió su boca—

El faro de Cancún era iluminado perfectamente, nuestro hotel estaba a unos cuantos metros de ese lugar pero fue suficiente para disfrutar de la vista. Por el otro lado estaba la luna hermosa y brillosa

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