Capítulo 29

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Rosario, Argentina
11 de Septiembre, 2022

Leonardo:

Confundido miré hasta donde Elettra había salido corriendo y miré a mi costado a Santiago que grababa a mi hermano con su teléfono

¿Me esperas aquí? —pregunté en su oído y me miró—

¿A donde vas?

Necesito ir al baño

Pero si Ruggero ya está en el último tema.

Es urgente

Bueno, anda rápido.

Palmeando su espalda, salí corriendo de las gradas vip en donde nos encontrábamos y fui directo a producción.

Maldición Elettra, donde estás —susurré mientras iba caminando con desespero al pasillo—

— Opa, ¿a donde tan apresurado? El show está por terminar. —Mascolo—

— Santi que bueno que te veo, ¿la viste a Elettra por casualidad?

— Justo entró al camerino de Ruggero, estaba súper rara y me ignoró

Suspiré y asentí

Se qué ella y yo no nos soportamos del todo pero tampoco voy a negar que me preocupó mucho su manera de salir de las gradas

— Bueno, está bien. Gracias, ahora los alcanzo al show

Asintió y pasé por su lado yendo directamente al vestidor de mi hermano.

Suspirando giré la perilla de la puerta y con cuidado entré al lugar.

Con mi mirada busqué a Elettra pero no estaba, supuse que el baño quizá

¿Elettra estás ahí? —toqué levemente la puerta del baño pero no recibí respuesta— dale, contéstame

No quiero hablar con nadie —su voz se escuchaba entrecortada— déjame en paz

Vamos, te vi salir de las gradas y no te vi bien en lo absoluto

¿Y a ti que te importa?

Fua, uno trata de ser amable y lo tratan mal

Mucho —susurré para mi mismo pero negué golpeando mi cabeza— solo me preocupo Elettra. Estamos pasándolo lindo en el show —hablé en tono alto para que me escuchara— ábreme

Que no Leonardo, déjame sola. Necesito pensar

¿Pensar en que? Por Dios. —bufé recargándome en la puerta de espaldas mirando hacia el techo—

En la asquerosa persona que soy

Fruncí mi ceño y pegué mi frente a la puerta

¿De que hablas?

Escuché el picaporte de la puerta abrirse y me alejé de inmediato

Su semblante era horrible, en el sentido de que estaba literalmente mal, sus ojos estaban rojos y tenía pequeñas marcas de sus dedos en las mejillas de tanto llorar

Ladeé mi cabeza y la miré

¿Porque dices eso?

Por nada Leonardo —murmuró pasando por mi lado yendo directamente hasta el tocador— ve con tu hermano, no lo dejes solo

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