Capítulo 13

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Buenos Aires, Argentina
Julio, 2022

Ruggero:

Ele, ¿quieres otra? —pregunté señalando a la hamburguesa—

Negó con su cabeza esbozando una leve sonrisa— No gracias

¿Segura? No comiste casi nada.

No tengo hambre —murmuró apoyando su cabeza a sus rodillas—

Suspiré negando con mi cabeza pero decidí no insistir más, Orne se sentó al lado de la menor y me miró dando a entender que ella se ocuparía de Ele

Empezaron a entablar una pequeña conversación

Encendí la pantalla de mi celular y un suspiro se escapó de mis labios al ver que ninguno de los dos fugitivos se había reportado

Ana estaba bajo mi responsabilidad, y aunque estoy más que consciente de que él la cuidaría me preocupa las condiciones en las que se fue

Y tengo miedo de adonde puedan haberse ido.

Ya, si ella no se la come yo si —dijo mi hermano haciéndome levantar mi mirada hacia él—

Lo fulminé viendo como le daba un gran mordisco a la hamburguesa que había quedado

Tienes una capacidad increíble de entender a las personas e intentar hacerlas sentir mejor, ¿sabías? —hablé irónico—

Lo sé perfectamente hermanito querido

¿Sabes adonde se podrían haber ido Santiago y Ana? —pregunté apoyando mi espalda baja a la encimera, copió mi acción apoyándose de la misma manera delante mío—

Negó con su cabeza— Ni me hables de ese pelotudo que me ignoró por dos semanas —habló con la boca llena, rodeé mis ojos— Seguro se fueron a liarse por ahí —se encogió de hombros— Esos dos se tenían unas ganas que...¡Auch! ¡Pelotudo!

Se quejó en un chillido cuando le lancé la servilleta

No vuelvas a decir esto —lo señale molesto—

Se extrañó— Bueno, son dos adolescentes, es normal eh, y además Santiago ya necesitaba volver al ruedo de alguna manera

¡Que no! ¡No con ella! —me exalté—

Frunció su ceño— ¿Estás celoso?

Tengo que cuidarlas Leonardo, ese es el punto —suspiré— Confío en Santiago, pero me parece que está yendo muy rápido —me pasé una mano por el pelo— Tendré que hablar con él muy seriamente, no puede irse con ella sin advertir y no reportarse por horas, no es...

Su risa me interrumpió, fruncí mi ceño— ¿De que mierda te reís?

Pareces su padre —dijo divertido— Que viejo te pusiste

¡Ya Leonardo! ¡Deja de...

A interrumpirme fue la puerta principal abriéndose, me volteé para ver quién había entrado

Por fin.

¡¿Adonde mierda...

Shhh —me calló Santiago— Está durmiendo, la traigo arriba y ya puedes decirme lo que quieras

En cuestión de segundos ya se había desaparecido de mi vista

— Me lleva a la chingada —maldije—

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