Capítulo 22

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Buenos Aires, Argentina
2 de Septiembre, 2022

Orne:

Me dejé caer en el sillón suspirando

Ya eran las dos de la madrugada, había sido un día a decir poco increíble y de verdad no podía sentirme más feliz de haber podido tener la oportunidad de ver a Ruggero brillar esta noche

Además vivir esa experiencia con mis amigas había sido absolutamente lo mejor.

¿El problema? Estaba intentando dormirme hace ya una hora y no lo lograba debido a toda la adrenalina.

Dirigí mi mirada hacia la cocina al escuchar el fregadero abrirse, visualicé a la italiana tomando de la gran botella de agua

— ¿No puedes dormir? —pregunté haciendo que se sobresaltase—

Se volteó rápidamente y una de sus manos fue a su pecho— Joder Ornella, me asustaste —me reí ante sus palabras— Igual no, no puedo dormir

— Entonces podrías aprovechar para contarme lo que pasó con Leo

Pude escuchar su suspiro— La verdad es que prefiero no...

— Te hará bien hablarlo con alguien, Ele —la corté— Dale ven, que llamo a la otra pelotuda

Terminó sentándose rendida a mi lado cruzando sus dos piernas

— ¡Ana! —alargué en un grito— ¡Ana!

Y después de un par de gritos escuché por fin una respuesta— ¿Pero qué carajos? —preguntó algo molesta bajando las escaleras, Ele y yo nos reímos— Es súper tarde maldición

— Hay una reunión de emergencia —dije, me fulminó con su mirada— ¡Dale amiga!

Terminó rindiéndose como la italiana, quien suspiró levemente

— Discutimos muy fuerte antes del show... me encontré con él en el baño y le dije que su hermano estaba viviendo un momento muy especial y...

Bajó su cabeza algo avergonzada— Y que no me parecía correcto que estuviese en el baño probablemente arrepintiéndose de la chica que había decidido follar la noche antes

Abrí mis ojos ante sus palabras, pude ver como Ana también se sorprendía

— Y pues nada, él se enojó y... —su voz se quebró— empezó a decirme todos los momentos importantes en los cuales Ruggero no estuvo, real lo vi súper mal chicas

— Ay —murmuré haciendo un puchero—

— Dijo que yo solo era una niña que hablaba sin saber nada y que no me metiese más en su vida —dijo entrecortadamente— Yo no quería lastimarlo, de verdad. No quería. No sé que fue lo que me pasó

Ana me miró sin saber que hacer en cuánto la italiana cubrió su rostro para largarse a llorar

— Abrázala —la señalé hablando con mi labial—

— Orne —se quejó bajito—

— ¡Que la abraces dije!

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