Capítulo 14

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Buenos Aires, Argentina
Junio, 2022

Santiago:

¿Como mierda los perdieron? —preguntó el italiano exaltándose—

— ¡No sé Ruggero! ¡Deja de gritar! —me puse de pie—

— ¡Tú también estás gritando! —gritó él—

Me quedé con mi boca abierta y terminé suspirando rendido apoyando mi espalda a la pared del salón

— Bueno, cálmense —habló Orne señalándonos— No se pongan a pelear porque juro que les arranco los huevos a ambos

Ruggero la fulminó

— Hay muchas opciones de lo que podrían hacer para volver a casa por si mismos : tomar un Uber, un colectivo,...

— ¡No conocen la ciudad! —se exaltó la mexicana— Son dos putos italianos perdidos en una ciudad que es grande como sus pueblos multiplicados por diez

— Para el Uber basta decir la dirección —intentó asegurarla Orne—

— No se la saben —negó Ruggero para luego pasarse las manos por la cara— No se la saben, joder

Hubieron unos cuantos segundos de silencio hasta que el italiano volvió a hablar

— Vamos a buscarlos —habló empezando a ponerse su abrigo—

Me dirigí hacia él tomándolo por el brazo para detenerlo— Ya lo hicimos por horas, es imposible encontrarlos en un lugar tan grande

— Exacto —me señaló Orne— Tenemos que quedarnos tranquilos y confiar en que tienen las capacidades suficientes para volver solos. Ele es una chica muy responsable, y Leonardo también sabe cuidar de si mismo —habló— Estoy segura de que están bien

Y entre el silencio que reinó después de sus palabras la mexicana se puso de pie— Necesito tomar un poco de aire

Los tres vimos como se dirigía hacia la terraza para luego salir

Inmediatamente quise para seguirla pero una mano sobre mi hombro me hizo caer sobre el sillón

— Yo me ocupo, Santiago —dijo Ruggero serio— Quédate quieto

Orne acarició mi hombro mientras que lo
miraba irritado— Tranquilo

Entre el echo de que Leo y Ele se perdieron y Ruggero que me trata como si fuera mi puto jefe me sentía realmente agobiado

Elettra:

¿Adonde putas se han metido? Joder —maldijo Leonardo cuando salimos del enésimo negocio en busca de nuestros amigos—

Ya habíamos intentado contactarnos con ellos, pero el celular de Leonardo se había muerto y yo me lo había olvidado

Nos dimos cuenta de habernos perdido después de salir del negocio de decoraciones

Es toda culpa de tu maldita librería —me señaló molesto—

Te me callas, ¿si? —hablé irritada— Que te la meto por el culo

Abrió su boca indignado y asentí alzando mis cejas

Además también nos detuvimos para tu puto videojuego —dije para luego suspirar pasándome las manos por el pelo—

¡Estaba al 50%! ¡No podía dejarlo ahí! —se exaltó—

Sisi, como digas —hablé rendida sacando mi billetera—

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