Capítulo 7

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Buenos Aires, Argentina
Junio, 2022

Elettra:

Miraba a la computadora jugando con mis dedos nerviosa, Ruggero se encontraba a mi lado hablando al celular con Lucas supongo

En poco tendríamos una videollamada con mi familia y estaba muy nerviosa.

Me encantaría acompañar a Ruggero en esta gira pero...hay muchas cosas que tengo que hablar con mi familia

Y Ruggero se ofreció en participar también para aclarar cualquier duda que tengan.

Ludmila, Ali y Abril se irían hoy en la tarde; y si mis padres no aceptaban tendría que irme con ellas

— Hey Ele, tranquila —dijo el italiano soltando una risita mientras que me abrazaba de los hombros— Todo saldrá bien

Sonrió y un poco de alivio llenó mi cuerpo, Ruggero siempre iba a ser la persona que logra tranquilizarme en los momentos más difíciles

La computadora sonó y de inmediato respondí a la videollamada; mi mamá, mi papá y mi hermanita aparecieron en la pantalla en cuestión de segundos

Hola Ele —exclamó mi hermana sonriendo—

Hola —respondí feliz— ¿Como van?

Nos pusimos un poco al tanto y después de eso ya había llegado la parte más difícil

Por favor, déjenme ir —dije— Por favor

No tenemos bastante dinero Ele —suspiró mi papá y bajé mi mirada—

Yo y mi equipo cubriremos todos los gastos sin problema —aseguró Ruggero— Ya lo había pensado antes de hacerles la propuesta

La escuela... —la voz de mi mamá resonó en mis oídos—

Señora, perdón por meterme —el italiano se rió leve y lo miré— Le prometo que yo personalmente controlaré que haga todas sus tareas y que no descuide a algo tan importante como la escuela

Lo entiendo señor pero...

Puede llamarme Ruggero sin problemas —sonrió él abrazándome por los hombros—

Lo entiendo Ruggero —dijo mi mamá sonriendo— Pero se está hablando de un año entero de clases, no de la mitad...

¿Papá? —pregunté con esperanza—

Buba, no sé que decirte —suspiró—

Por favor —hice un puchero— Les prometo que no voy a descuidar a la escuela, se los juro

Pude ver como ambos se miraban y suspiraron al unísono, mordí mi labio nerviosa

Está bien —dijeron juntos—

¡Si! ¡Si! ¡Si! —festejó el italiano a mi lado abrazándome, chillé feliz y sin poder evitarlo lágrimas empezaron a bajar de mis ojos—

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