Capítulo 35

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Buenos Aires, Argentina
Septiembre, 2022

Santiago:

Llegué hasta mi mejor amigo y una de mis manos fue a su hombro al ver como se había apoyado a la pared

Se volteó para verme y fruncí mi ceño cuando noté su semblante anormal, sus ojos estaban acuosos

¿Qué pasa? —me preocupé—

No... —tragó saliva para después tomar una profunda respiración, y ahí entendí lo que estaba pasando— No respiro

A ver, a ver —me acerqué a él para tomarlo de los hombros— Está bien, hermano escúchame y sigue mi respiración, ¿si?

Empecé a respirar con calma esperando a que empezase a seguirme, pero después de minutos la situación aún no parecía mejorar, al contrario, empeoraba

¿Qué mierda...? Eso siempre funcionaba.

Las manos de Leonardo ya habían empezado a temblar y lo veía respirar con más dificultad en cada segundo que avanzaba— No puedo

Si puedes —lo tomé de la cara— Tú puedes. Hey, escúchame

Pero no lo hacía, y a este punto me di cuenta de que su mirada se encontraba en un punto detrás de mí. Fruncí mi ceño

Me volteé para ver que estaba observando y vi a la italiana aún sentada en el suelo siendo atendida por sus dos amigas

Y ahí todos los cables conectaron.

Mírame —palmeé delicadamente su cara, sus ojos llenos de lágrimas se fijaron en los míos— Ella está bien, ¿si? La llevaremos a la clínica para que la revisen

Soltó un suspiro entrecortado asintiendo— No logré alcanzarla, pero te juro que lo intenté

Amigo, lo sé —dije de inmediato— Pero ella está bien, de verdad.

Volví a intentar lo de antes, respirando profundamente y me alivié al darme cuenta de que por fin mi amigo estaba logrando seguirme

Lo abracé a mí cuando ya estuvo más calmado y suspiré sin poder evitarlo, ver así a mi amigo me dolía

En los últimos años había aprendido a lidiar con sus ataques de ansiedad, ya sabía como comportarme en esos casos y eso la verdad me tranquilizaba un montón

Pero cada que pasaba veía el lado de Leonardo que muy pocos habían logrado descubrir: el frágil

Porque si, todos tenemos una parte más "débil", con la cual nos enfrentamos día a día

El punto es que mi amigo prefería mantenerla escondida. Y lo entendía perfectamente después de lo mucho que había sufrido.

Creo poder identificarme en esto... un poco

— Chicos —otra voz se escuchó y me separé de Leonardo para ver a Orne— ¿Nos vamos?

Asentí de inmediato viendo como Ele ya estaba alcanzando el auto con la ayuda de la mexicana, suspiré y en cuestión de segundos ya estábamos con ellas

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