Capítulo 50

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Bariloche, Argentina
Octubre, 2022

Santiago:

Respiré profundamente el aire fresco del lugar viendo el panorama que nos acompañaría por los próximos cinco días

Ruggero nos había dicho de tomarnos toda la tarde para relajarnos y vaciar nuestras maletas, nos encontraríamos a las siete para cenar

Así que mientras Leonardo se duchaba, decidí salir al balcón para pensar un poco

No sabía como sentirme... la verdad.

Me sumergí completamente en mis pensamientos y las lagrimas no tardaron en aparecer

Me sentía tan mal, tan estupido, tan... sucio.

Estaba completamente consciente de que beber tanto había sido mi error, pero Dios, sin alcohol y droga en mi sistema nunca me hubiera acostado con Jen

¿En que momento pensé que confiar en ella hubiera sido buena idea?

Mis manos fueron a cubrir mi cara cuando mis sollozos se escucharon, realmente me sentía agobiado con la situación

Me avergonzaba, no podría contárselo a nadie.

Amigo, ¿ya tomaste tus medicamentos? —Leo—

Escuché sus pasos hacerse más cercanos e inmediatamente me limpié mis lagrimas intentando calmar mi respiración irregular y temblorosa, pero no lo estaba logrando

Escuché la puerta corrediza abrirse e intenté respirar profundamente

Hey —una mano se posó sobre mi hombro, y no pude evitar volver a quebrarme— ¿Que pasa?

En su voz pude notar la preocupación, sollocé mientras me envolvía entre sus brazos— Me siento tan estupido, Dios

¿Pero porque dices esto?

Me separé de él intentando tranquilizarme y lo miré antes de hablar con mi voz rasposa

Ayer me acosté con Jen —confesé, sus ojos se abrieron— Estaba borracho, ella me encontró así, me llevó a su casa y...

¿Y... —cuestionó con preocupación—

Creo que fue ella quien me drogó

Su ceño se frunció y pude notar su sorpresa, sollocé

Jodeme —susurró completamente en shock—

Yo no quería acostarme con ella Leonardo —lloré— Te juro que nunca lo hubiera hecho

Por Dios, amigo —me abrazó nuevamente a si— Obviamente lo sé. No estabas en ti

Me siento tan sucio, tan culpable y...

La culpa no fue tuya, Santiago —me cortó— Metete eso en la cabeza

[...]

Terminé el ultimo bocado de mi asado y con mi mirada inspeccioné a la escena que estaba montandose en la mesa

Leonardo hablaba con su hermano de una aburrida tarea que tuvo que hacer para la universidad, pero no se me escaparon las miradas que le echaba a la menor del grupo para verla mientras hablaba muy sonriente con el cordobés

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