Capítulo 2

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El infierno es el paraíso del Diablo y de los demonios, las religiones lo describen como el mar de fuego eterno en donde los humanos pagan sus pecados con lágrimas, dolor y sangre, lo cual es cierto. El infierno recibe con los brazos abiertos a todos los pecadores podridos y perversos sin excepciones, cada día miles y miles de humanos caen en la ardiente hoguera; ansiosos, los demonios sonríen siniestros con gran deleite ante los nuevos juguetes que esperan ser rotos por ellos.

Dos demonios se hallaban en el Séptimo Círculo del infierno específicamente en el Segundo Giro castigando a los pecadores que fueron presos de sus emociones y violentaron contra su ser.

—¿Es mi idea o cada vez los jóvenes humanos se suicidan más?—preguntó mientras con un látigo golpeó la espalda de uno.

—¿Acaso importa, Jennie?—pasó la página de su libro.

—No, por mí que se maten todo lo que quieran—con malicia sonrió—, pero, en serio no puedo creer que este tarado se matara por una mujer ficticia—y con más fuerza pegó al muchacho que estaba colgado del árbol hasta que la piel de la espalda dejó de existir. Sus gritos fueron magníficos—. Ya me aburrí, Jisoo. Es tu turno.

—Estoy leyendo, no molestes, además, ¿qué haces aquí? Que yo sepa a ti solo te gusta el Segundo Círculo—alzó la vista.

—Ahorita no tengo ganas de coger—escuchó la risa de la mayor.

—Jennie, si no fueras un demonio de alto rango creería que eres una súcubo—volvió su vista al libro—. Ahora dime la verdadera razón.

La de facciones gatunas elevó los labios de manera pícara, era verdad que ella amaba el sexo, pero no con cualquiera, claro que no. Debía ser alguien acorde a sus estándares los cuáles eran muy altos, es por ese motivo que gran variedad de demonios no han podido pasar por la cama de la pelinegra, porque Jennie era un demonio hermoso en donde todo su cuerpo incita al pecado más sucio y caliente.

—¿Estás de acuerdo en ir a esa estúpida reunión con los ángeles?—realizó una mueca de asco.

­—No, pero que importa si estoy de acuerdo o no, es orden del Diablo y no soy suicida como el idiota de ahí—señaló al humano que lloraba sangre—. Arruinaste mi lectura, ahora estoy molesta.

—¿Y qué vas hacer?

—Algo que deshaga mi molestia.

La sonrisa de Jisoo fue todo lo que necesitó para saber que sin duda disfrutaría lo que estaban a punto de hacer. Jisoo comenzó a besarla con violencia y sin una pizca de cuidado. El sexo con Jisoo era fantástico porque era solo eso, sexo obsceno y caliente como a ella le gustaba, sin compromiso, solo satisfaciendo su lujuria.

—Disfrútalo, tardaremos unas horas—avisó Jisoo lamiendo el labio de Jennie.

—Créeme lo voy a disfrutar.

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En el cielo es dónde todas las almas puras y sin cometer ningún pecado son dignas de entrar al reino de los cielos y estar en el mismo lugar donde habitan todos los seres divinos. El cielo era como una ciudadela con vastas áreas verdes con clima primaveral y casas con grandes ventanales, la calle principal que lleva en dirección al castillo del Todopoderoso era hecha de oro puro y tan cristalino como el vidrio, y también era hogar de todos los animales de la creación, sin duda, el cielo era un lugar maravilloso para vivir. Todos viven en gran armonía y felicidad.

—¡Mira, mira, Rosé!—gritó una rubia con un cachorro en su mano.

—¿Qué sucede, Lisa?—dejó de lado el arpa.

—Es un gatito chiquito—le dio un beso en la naricita.

—Lisa, eso es un tigre blanco, no un gatito—informó la pelirosa acariciando las orejitas.

—Sigue siendo un gatito, ¿verdad campeón?—le habló con voz de niña pequeña.

La pelirosa se rio y mejor se dedicó acariciar al pequeño felino, su mejor amiga era amante de esos mamíferos, aunque ella prefería a los perros.

Estuvieron bastante tiempo jugando con el minino hasta que decidieron que era hora de dejarlo con su madre. Rosé acompañó a su mejor amiga y fueron hacia el animal, Lisa agradeció a la tigresa por haberle permitido jugar con su cachorro.

Ambas al sentir hambre fueron a la pastelería más cerca y pidieron un pastel de vainilla y otro de chocolate, los dulces del cielo eran los mejores, los de la tierra no podían compararse con los deleites celestiales, se sentaron y empezaron a comer tranquilamente.

—He oído que los demonios tienen cuernos, su piel es roja y son peludos con grandes dientes—Rosé imitó una voz tenebrosa.

—Los demonios son feos, eso dicen—ellas jamás han visto un demonio.

Solos los arcángeles y los ángeles más antiguos han visto a los demonios por la pasada guerra de hace milenios, pero ninguno de ellos está dispuesto hablar, siempre cuando preguntan por lo seres infernales les dicen que no vale la pena siquiera mencionarlos.

—¿Por si acaso el arcángel Miguel no te dijo para que nos vamos a reunir?—preguntó la pelirosa esperanzada ya que Lisa era un ángel de batalla y trabajaba para el arcángel.

—Nop, dijo que cuando lleguemos nos enteraríamos—se encogió de hombros y continúo comiendo—, pero igual no te acerques a ellos—comentó con la mirada dura.

—No te preocupes Lisa, jamás me acercaría a ellos—le respondió con una sonrisa.

¿Pero no deben ser tan malos, ¿verdad? Ya ha pasado muchísimos años desde la guerra contra los demonios.

Pensó Rosé, después de todo Dios dice que hay un poco de bondad dentro de cada uno de nosotros.

—Bien, mañana debemos despertarnos temprano—dio un gran sorbo a su bebida para luego sonreír con satisfacción.

—No me gusta levantarme temprano—hizo un mohín.

—Lo sé, pequeña Foodsé así que yo voy a despertarte—desordenó el cabello del ángel.

—¡No lo revuelvas!—apartó la mano de Lisa refunfuñando.

Continuaron charlando hasta que fue momento de partir a sus hogares, mañana sería el día en que conozcan a los despreciables demonios, qué hasta el momento solo ha causado curiosidad en las jóvenes aladas.


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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora