Capítulo 41

7K 1K 338
                                    

Los pies de Jennie la llevaron a dónde estaban sus niños esperándola como todas las mañanas al igual que cierto ángel rubio, pero se detuvo abruptamente cuando vio una silueta conocida y que no ha cruzado palabra durante días, era Jisoo.

—¿Qué haces aquí?—preguntó algo descolocada.

—¿Ahora cuidas gatos, Jennie? Ese ángel debe ser una eminencia para realizar tal milagro—acarició uno de los mininos para luego ir donde la menor.

Lo que sea que esté haciendo el demonio de la Soberbia en donde usualmente se reúne con Lisa le dio muy mala espina a Jennie porque en primer lugar ella nunca mencionó nada de la casita de madera, entonces, ¿cómo había dado con ese lugar?

—No respondiste a mi pregunta—volvió a preguntar con la mirada fría.

—Te escuché la primera vez—dijo con simpleza—, digamos que este día estas de suerte.

—¿Suerte? No me hagas reír Jisoo, tú no haces nada sin que te beneficie, no hay nadie más que te importe que tú misma—cruzó los brazos.

—Sí y no, pero eso es algo para después, así que hablemos el tema que te concierne y el cual tu pequeña mente a querido ignorar porque tu órgano palpitante ya lo sabe—mostró los colmillos con una sonrisa altiva—. Lalisa Manobal.

Jennie al escuchar el nombre del ángel en los labios de Jisoo provocó que la sangre se le fuera a los pies mientras sintió que sus extremidades se entumecieron, se recompuso veloz, pero fue en vano ya que la mayor notó su drástico cambio.

—¿Ahora me investigas, Jisoo? Si querías mi atención solo debiste decirlo—manifestó con un toque de coquetería.

—Ahórrate tus trucos baratos Jennie que eso no funciona conmigo—hizo una pausa—. ¿Desde cuándo te coges a Manobal?

—¡No estoy cogiendo con ella!

—¿No? Qué raro, ¿entonces me estás diciendo solo la besas y ya?—guardó sus manos en los bolsillos.

—¿Tú como sabes eso?—la voz salió temblorosa, pero no sabía si era de la rabia o miedo.

—Jennie, cualquier ser con dos dedos de frente se habrá dado cuenta de su espectáculo cuando llegaron ambas tarde a clases y con los labios hinchados, ¿qué raro, no?—ahí fue cuando Jisoo descubrió del ángel.

—No es de tu incumbencia, Jisoo. Puedo besarme con quién se me de la regalada gana—declaró apretando el puño.

—Eso es claro, eres una miembro de la Lujuria, entonces compadezco al ángel qué será una más en tu lista—empequeñeció los ojos.

—No... no es así—las emociones se iban apoderando de ella.

—¿No? ¿Me vas a decir que te gusta y quieres algo serio con ella?

—¡No me gusta! ¡La bese porque se me antojó! ¡Jamás estaría con un ángel y menos con Manobal que es solo un juego!—gritó con la garganta ardiente y con los ojos fúricos.

—Fuiste muy clara Jennie, tanto que Manobal pareció entender—avisó.

—¿Qué?

La pelinegra volteó con los ojos desorbitados y vio a Lisa con la mirada perdida y llena de tristeza, decepción y algo más que no logró descifrar.

Oh, no, no ,no, Lisa.

Observó como el ángel giró sobre sus talones y se echó a correr.

—¡No, Lisa! ¡Espera! ¡Escúchame!

Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora