Capítulo 39

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Jisoo no llegó a la hora usual al salón de clases al haber tenido que resolver unos asuntos como miembro de la Soberbia, caminó por los pasillos hasta que vio a las amigas de la tartamuda conversando alegres hasta que fueron interceptadas por los tres demonios que anteriormente fastidiaron al ángel pelirosa, por su lenguaje corporal pudo intuir que estaban incómodas.

Se encogió de hombros al ver que la tartamuda no estaba sola, sus amigas podrían defenderla de esos demonios inferiores así que el ser infernal cruzó el umbral de la puerta solo para dar tres pasos y regresar a donde estaba el ángel.

—¿Se les perdió algo?—dijo Jisoo llamando la atención de los presentes.

Los ojos de Rosé se abrieron en par en par al oír la voz de Jisoo, ella estaba ahí y eso la puso muy feliz que sus amigas notaron el cambio de ánimo.

—Solo estamos siguiendo tu consejo de limar asperezas con los ángeles. En especial con la tartamuda—señalaron a Rosé—. ¿Verdad, linduras?—sonrieron maliciosas.

—No—fue la rotunda negativa de Dahyun—. No lo repetiré, largo.

La sonrisa de los demonios se borró por la insolencia de aquel ángel que estaba en frente del grupo angelical generando que se les marque una vena en la cien.

—¿Acabó de escuchar bien?—Jisoo se acercó con peligrosa lentitud—. Creo que no les dejé en claro la última vez que nos vimos o lo más seguro es que su cerebro mediocre no haya captado lo que dije entre líneas, pero soy la única que le puede decir tartamuda a la tartamuda, ¿entienden?—su voz salió mordaz con un tinte cruel.

—Es un ángel cualquiera, no es nadie. ¿O nos quieres decir que cambiaste de bando? Qué vergüenza que las protejas—comentó burlona.

Incluso los ángeles no sabían ese detalle sobre porque un demonio las estaba defendiendo o más bien a su amiga y fue ahí que comprendieron que Rosé de quien quería ser amiga era nada menos que Kim Jisoo, el demonio de la Soberbia. Los ángeles cuándo estaban a punto de defender a su amiga Jisoo habló primero.

—Oh, ¿sabes que no es necesario que reflejes tus inseguridades y las de tus amigas en la tartamuda? Creo que no, ya todos sabemos que eres y son unas cualquiera, por eso en el infierno no son nadie y adivina que les pasa a los que son cualquiera, ¿no lo saben? Yo ya les dije una vez, pero como el ser superior que soy me veo en la necesidad de sacarlas de su ignorancia una vez más y que ciertamente será la última—mostrando sus colmillos se inclinó hasta llegar a la altura de la oreja—. Mueren, eso sucede. Y sí, las investigué.

Fue un sencillo susurro que resonó en los oídos de los demonios y que no tardaron en temblar, la sangre se les fue a los pies porque claramente les había amenazado. No dijeron nada más y huyeron de ahí, la sed asesina de la mayor les estaba asfixiando.

Jisoo miró como se fueron con la cola entre las patas. Observó como los ángeles la vieron confundida como si le hubiera salido otra cabeza, pero quién resaltó fue la tartamuda con una sonrisa gigante, pero algo dudosa, sabía lo que quería hacer.

—Está bien, tartamuda. Puedes hacerlo.

Apenas terminó con su oración y ya tenía al ser divino abrazándola con gran alegría. Ella no lo pensó y correspondió dicha acción. Cada momento estaba más segura que nadie podría ser digno del ángel, ¿quién la iba a proteger cuando ella no está cerca y alguien decida hacerle daño? Ese pensamiento hizo que se aferre a ella inconscientemente.

—¡G-gracias, Jisoo! ¡Ven, t-te quiero presentar a m-mis amigas!

Rosé le sujetó de la mano al ser infernal, pero al sentir que de inmediato se puso rígida supuso que quizá ella no quería conocerlas. Al regresar a verla algo cambió en Jisoo porque negó con la cabeza y le apretó la mano, fue su manera de decir que estaba bien y el corazón de Rosé no pudo explotar de felicidad.

—C-chicas ella es el d-demonio de q-quién les h-hablé, Jisoo—la presentó irradiando alegría—. E-ellas s-son Nayeon, Sana, Mina, Jihyo y Dahyun.

—Kim Jisoo, es un gusto.

Obviamente no era un gusto para el ser infernal sino más bien un fastidio que no era apropiado enseñar debido a la sensibilidad del ángel pelirosa. Oyó como le devolvieron el gesto y con eso se despidió regresando al salón de clases.

—Jisoo, a-antes que t-te vayas q-quiero decirte que t-te tengo una sorpresa... ¡nos vemos!

Con eso el ser divino se fue dejando una muy confundida Jisoo que no se movió hasta después de unos segundos.

¿Sorpresa? Suspiró y se encogió de hombros, supuso que lo descubriría cuando se vean en la hora del almuerzo, así que fue de forma serena a su asiento. Las clases empezaron, pero ella no lograba concentrarse.

¡Maldita sea! ¡¿Qué es esa sorpresa?!

Ya quería que las enseñanzas de sus profesoras acaben y poder ver que era la sorpresa que la tartamuda hizo para ella, a veces era muy curiosa. La clase terminó con una asquerosa lentitud, pero por fin era libre de abandonar el sitio y poder ir directo al árbol.

No pasó mucho tiempo hasta que la tartamuda hizo acto de presencia con un visible nerviosismo.

—¿P-puedes cerrar l-los ojos, p-por f-favor?—miró como Jisoo aceptó a regañadientes.

Rosé sentía más nervios de normal tanto que creyó sudar. Se tardó bastante en terminar con su regalo y justo ayer lo tuvo listo gracias a que Lisa le salvó prestándole el color morado o no hubiera sido posible entregarlo el día de hoy,

¡Alitas no se muevan tanto que me ponen más nerviosa!

Respiró y procedió a extraer dos objetos, le dijo al ser infernal que ya puede abrir los ojos.

—C-como lees m-mucho pensé q-que este podría s-ser un b-buen regalo. Y-yo lo h-hice—sonrió tímida.

Jisoo tomó el artículo, era un separador de libros. El diseño era muy muy tierno que hasta olía a vainilla con chocolate. En la parte superior el cielo era de varios tonos de celeste, pero el predominante era el color morado y abajo había dos chicas sentadas en la rama de un árbol tomadas de la mano y con dos perritos durmiendo a los pies del árbol. La chica de la izquierda gozaba de cabello rosa y vestimenta blanca al igual que sus alas y que estaba señalando el cielo, mientras por otro lado la chica de la derecha poseía cabello color negro al igual que la ropa y las alas, en su otra mano había un libro el cual no estaba leyendo por contemplar el cielo junto a su compañera

Claramente somos nosotras, tartamuda.

—Y t-también tengo e-esto.

-—¿Orgullo y Prejuicio?—examinó el libro, jamás había escuchado de el.

—S-sí, no l-lo he l-leído, pero el t-título me r-recordó a ti, entonces d-debe ser igual d-de genial q-que tú...

Era la primera vez que Jisoo recibía un regalo, tal vez ese fue la razón por la cual no sabía como reaccionar, ¿se supone que en estos casos se deba dar las gracias? Esa otra palabra que no ha pronunciado en su vida.

Podría decirle que no lo quiero.

Pero esa idea se sintió repugnante. Al frustrarse con ella misma por no ser capaz de realizar algo que se supone todo el mundo puede decir se acercó a Rosé y besó su frente durante unos largos segundos para luego rodearla con sus brazos sin llegar a estropear sus regalos.

—Me gustaron.

Fue la simple respuesta de Jisoo y que Rosé sabía que fue su forma de darle las gracias. Aun sentía como sus mejillas ardían por el beso del ser infernal. Internamente lloró y saltó de felicidad.

Sabía que mi plan iba a resultar, poquito a poquito.

Lentamente el corazón de Jisoo adquirió una grieta considerable, el hielo comenzó a desleírse.

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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora