Capítulo 60

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El demonio de la Lujuria llegó a casa agotada mentalmente, se sacó los zapatos y se tiró a la cama, de pronto recordó la carta de su ángel. Con su mano apreció la textura que era tersa, abrió la carta y extrajo una hoja pequeña de color amarillo.

Nini, te espero en el lugar donde nos dimos nuestro primer beso

en tres días a las 20:00 p.m. no faltes.

Con amor, Lisa.

Con todo lo que sucedió olvidó que su novia tenía preparada una sorpresa para ella y colocó la nota en su pecho con la sonrisa más radiante.

—No faltare, Lili.

Tres días después.

Jennie cruzó el portal y la luna la acompañó rumbo al campo de flores en donde ella y Lisa se besaron por primera vez. No iba a mentirse, los nervios la comían viva, pero también hubo emoción.

Su novia en los días anteriores no quiso revelarle nada a pesar de su insistencia y solo generó que su curiosidad aumente, pero por fin hoy descubriría lo que su ángel tiene preparado para ella.

Cruzó unos cuantos arbustos y ahí la vio sosteniendo un ramo de flores, se dibujó una sonrisa al verla.

—Nini, llegaste—se acercó—. Ten, esto es para ti... wow, sé que eres hermosa, pero bajo la luz de la luna lo eres aún más—dijo embobada.

—Gracias, Lili—tomó el ramo de flores y las olió, eran muy fragantes. La besó.

—Ven, llegaste justo a tiempo, el espectáculo está por comenzar—la guío.

—¿Espectáculo?—se dejó llevar.

—Sí, ya lo vas a ver.

En la hierba había varias mantas y una canasta a su izquierda. El ángel la invitó a tumbarse a su lado. Colocó su cabeza en el hombro de Lisa.

—Ya empezó.

El demonio solo vio como Lisa contemplaba el cielo y ella hizo lo mismo. Una lluvia de estrellas se alzó el firmamento nocturno, eran bellísimas tanto que quiso llorar, no supo porque de pronto se puso sensible. De pronto sintió como su ángel giró la cabeza y ella hizo lo mismo.

—Siempre he pensado que tus ojos son como la luna, tan brillantes en el cielo nocturno con su color platino que las estrellas solo pueden envidiar—Lisa acarició su brazo—. Te amo Jennie, gracias por venir.

No respondió y juntó sus labios, fue un beso largo. A veces sentía que todo era un sueño y estaba tirada con sustancias psicotrópicas en su cuerpo junto con otros demonios, le horrorizaba que esa sea su realidad y no junto a Lisa, el ángel que le robo el corazón como un bandido.

No me robes solo el corazón, mi amor. Róbame cada día de nuestra vida con tu presencia, aduéñate de mi alma como una forajida.

—Yo traje algo para comer mientras vemos las estrellas caer—de la canasta sacó unos pedazos de pastel—. Yo no soy buena cocinando, así que le pedí a Rosé que me ayude, no son tan dulces porque sé que no te gusta y bueno también traje esto.

—Lisa, ¿por qué trajiste eso?—en la mano del ángel había una botella de vino.

—Tranquila yo no voy a beber, para eso traje esto—señaló su juguito de uva—. Sé que ustedes beben y...

—Cariño—interrumpió su monólogo y apartó la botella—. Yo ya decidí no tomar alcohol—si quería cuidar a Lisa del pecado debía empezar por ella—. Así que esta noche tendré que robarte un poco de jugo.

Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora